jueves, 29 de septiembre de 2011

Anoche.

[Narra Ale]
Abrí los ojos lentamente, estaba confundida, un poco alelada. La luz del sol entraba a través de la ventana, calentando las sabanas que me cubrían. Me incorporé poco a poco y me apoyé contre el cabecero de la cama, sentía fuertes pinchazos en la cabeza y me daba vueltas, estaba mareada y confundida. A penas si podía recordar algo de anoche, casi nada. Empezaba ahora a tener calor, así que me quité el edredón de encima, examiné mi cuerpo. Llevaba una camiseta larga, negra. No era mía.
A pesar de que la camiseta me estaba bastante larga, no me hizo falta comprobar debajo de esta para saber que no llevaba nada más. Ni bragas ni sujetador. Aquello me preocupó, no recordaba absolutamente nada, ¿qué había hecho? Intenté levantarme, no pude; estaba demasiado mareada y aturdida. Volví a recostarme en la cama, cerré los ojos con fuerza intentando recordar algo. Imágenes sueltas vinieron a mi cabeza. Nombres y caras se mezclaban en mi cabeza... Scooter, Asher Roth, Chris Brown, Selena... ¡Selena Gómez! Abrí los ojos sobresaltada. Dios, no tenía ni idea de que había pasado. Cerré los ojos nuevamente, y más imágenes acudieron a mi cabeza... ¡Alcohol!
Ahora ya sabía porque me encontraba tan mal, ¿cuánto habría bebido? Demasiado, para no acordarme de nada. Además, todavía estaba la mayor pregunta de todas, ¿qué coño hacía que no llevaba ropa interior? No podía seguir así, en la ignorancia de no saber ni que había hecho con mi propio cuerpo. Suspiré, me levanté. Seguía bastante mareada, pero tenía que averiguar que había pasado la noche anterior. Antes de salir de mi habitación me puse unas bragas y unos pantalones de pijama, después fui hasta la habitación de Justin. No sabía que hora era, así que llamé a la puerta, puede que estuviera dormido. No tardó mucho en abrir.
-Oh, Ale. –balbuceo.
-¿Te he despertado?
Se rasco la cabeza, bostezó, se colocó el pelo y finalmente contesto.
-No, no... –me mintió. Era obvio que sí.
-¿Podemos hablar?
-Claro. –se echó a un lado para dejarme paso.
Me dirigí hasta su cama directamente, donde me senté y él a mí lado. Le miré fijamente, estaba aún adormilado.
-Justin.
Bostezó una vez más, después me miro fijamente.
-¿Dime, qué ocurre?
Me corté, me daba vergüenza tener que preguntarle que qué había hecho anoche porque estaba tan borracha que no me acuerdo de nada, o casi nada. ¿Qué pensaría de mí?
-Ale... –me cogió la mano.
-Yo, eh... –baje la mirada. –Necesito, es que... –alcé la mirada buscando sus ojos. –No me acuerdo de nada. No sé... bueno, sí sé lo que me pasó, pero no el motivo por el que lo hice, yo...
-Ale. –se acercó a mí, yo me callé. –No pasa nada, vale. Ya está, tú tendrías tus motivos y punto. Si quieres contármelo, pues ya sabes y si no, yo lo respeto.
Sonreí. Estaba dispuesta a contarle el motivo por el que me emborrache, pero verdaderamente no lo recordaba.
-Pero es que, sigo sin acordarme de nada.
-¿De nada?
-Bueno, de algo me acuerdo...
-¿De qué? –pregunto serio.
-Pues no sé... nada importante... –hice una pausa. –De Scooter, de Asher, de Chris, de... de Selena.
Nos miramos, pero no dijimos nada.
-¿De nada más?
-Pues, si te soy sincera no. No tengo ni idea de cómo llegamos a casa, ni de acostarme... Buf... –no dijo nada, me miraba serio. –Y ¿sabes? Me despertado solo con esto. –señalé la camiseta. –Sin nada, NADA más.
-La camiseta es mía Ale.
La verdad es que lo suponía, de quién podía ser si no. Pero aún así, eso no me aclaraba la laguna que había en mi cabeza sobre la noche pasada.
-Justin, tú... Tú tienes que saber que pasó. –no dijo nada. -¿Lo sabes?
Seguía en silencio y había bajado la mirada, no lo entendía, me estaba poniendo nerviosa.
-¿Justin?
Levantó la mirada hasta encontrase con mis ojos.
-Ale, sí... Sí sé que pasó.
Le miré esperando que continuara, su tono de voz no me auguraba nada bueno.
-Y... y lo siento.
Me sorprendí, ¿qué lo sentía? No lo entendía, en dado caso quién podía sentir algo era yo, no él.
-Justin, no te entiendo.
-Pues es que... es que anoche...
Hablaba, pero hacía pausas continuas.
-¡Justin! Dime lo que sea, pero dímelo ya.
-Ale. Anoche, anoche pasaron cosas.
-¿Qué cosas?
-Pues... cosas, ya sabes...
Me cabré, me estaba poniendo de los nervios.
-¡¿Qué cosas coño?!
No dijo nada, agachó la mirada; se levantó y comenzó a andar por la habitación.
-¡Pues cosas! –dijo finalmente nervioso.
Se dejo caer sobre el puf, y se cubrió la cara con las manos. Yo no dije nada, aún no lo entendía. Se froto la cara.
-Ale, lo siento. –apartó las manos de su cara. –Pero, es que no sé cómo explicártelo.
Me levanté y me acerqué hasta él, me agaché para poder mirarle a la cara.
-Justin, por favor. NECESITO saberlo.

[Narra Justin]
Estaba nervioso, pero también asustado, ¿y si se enfadaba? Pero es que tenía que contárselo, ¿pero cómo? Suspiré. Tenía que contárselo.
-Ale, –me  miraba atenta. –Anoche, tú y yo... –miré hacia la cama, intentando no tener que seguir hablando.
Abrió mucho los ojos, mostrando su asombro, y me pareció que entonces cayó en la cuenta. Se levantó, dio una vuelta por la habitación, sin decir nada, hasta que se detuvo para mirarme.
-Justin... Anoche, tú y yo... Eh, no. No puede ser. Dime que no es verdad.
-Bueno, no...
-¿Qué hicimos anoche exactamente? –me interrumpió.
No tenía ni idea de cómo contárselo. Tenía claro que no iba a darle los detalles, pero joder, tenía derecho a saber lo que pasó.
-Digamos que, eh... No llegó a pasar lo que tú creer que ha pasado.
-Vamos, que no lo hemos hecho, ¿no? –dijo rápidamente.
-Eh, no.
-Ah, bueno. Menos mal... –suspiró y rió.
La miré asombrado, ¿menos mal? Entendía que estuviera preocupada, al fin y al cabo... Bueno, es su cuerpo, pero parecía que lo demás no le importaba.
-Te alegras no... ¿Y qué hubiera pasado si lo hubiéramos hecho? –pregunté ofendido por su tono de voz.
Rió. Se acercó a mí.
-Justin... Por favor.
-¿Por favor qué? –me levanté.
Me cogió de un brazo y me giré para mirarla.
-A ver, entiéndeme. –esperé a que continuara. –Yo, bueno... Yo soy virgen y...
-Y yo. –la interrumpí.
-Pero, el caso es, que no es que no quiera hacerlo contigo...
-¿Entonces quieres? –volví a interrumpirla.
-Déjame hablar hombre. –reí. –No es que quiera, o no quiera. –hice ademán de hablar, pero me fulmino con la mirada. –Sino que simplemente, quiero que cuando pase, sea especial. Si es contigo mucho mejor, vamos es lo que quiero. –sonrió. –Pero que sea especial, y no por estar borracha y no saber lo que hago. ¿Entiendes?
-Sí. –mustié.
-Pues ya está. –besó mis labios.
-Te quiero. –rió.
-Bueno, pero ahora, me gustaría que me dijeras que fue lo que hicimos.
Tragué saliva, aunque lo peor había pasado, aún me costaba.
-Eh, imagínatelo. –dije entrecortado.
Me separé de ella y me dirigí al baño, lo necesitaba.
-Eh... yo a ti... –chilló desde la habitación.
-Eh, ¡sí! –tiré de la cadena.
Volví a la habitación, estaba sentada en la cama. Me senté a su lado.
-Y yo a ti... –le dije.
-Vale. ¿Algo más?
Dudé, pero bueno...
-Sí tú me, eh...
-Vale, vale, vale, VALE. –se levantó.
Me daba la espalda. No sabía que decir. Hubo un pequeño pero incomodo silencio. Se giró.
-No volveremos a hablar de esto, ¿vale?
-Como tú quieras. –dije.
-Pues ya está. Ni tan si quiera lo pienses. –volvió a sentarse a mí lado.
-Jaja, ¿ni pensarlo?
-No. –dijo seria, pero después rió. –Ya me encargaré yo de hacerte un mejor recuerdo. –dijo pícara, después me beso.
Reí.
-Además, tengo que comprobar como andas... –bajo la mirada a mis pantalones, después la subió. –de herramienta.
Me hice el ofendido.
-Ah, ¿crees que voy mal?
-Bueno... Eso ya se verá.
-Sí, ya lo verás. –la besé.
Después ambos reímos, pero entonces yo recordé algo, la fecha. Hoy era 24 de diciembre. Mi padre, mi padre venía hoy con Jazzy y con Jaxon. Además le había dicho que estaría en el aeropuerto, con ella. Le había hablado a mi padre de ella obviamente. Pero, a ella no le había dicho nada. Joder, que cabeza...
-Ale, ¿sabes que día es hoy?
No dijo nada.
-Es 24, 24 de diciembre Ale.
-¿Qué? ¡Es verdad, dios!
-Jaja.
-Bueno, no habrá otra fiesta, ¿no? Que no estoy yo para estás cosas.
-En realidad... Bueno, no es exactamente una fiesta.
-Justin... –se quejó.
-Solo la familia.
-¿Tu madre y...?
-Mi padre y mis hermanos.
-¿Qué?
-Olvidé decírtelo.
-No, ya...
-Bueno, no pasa nada.
-Pero Justin... entiéndeme. Es como sí, no sé. Es raro.
-Oye, yo también estoy con tu madre.
-Sí, pero...
-No, es lo mismo. Casi lo mismo.
No dijo nada.
-Además, ya lo verás. Le he hablado de ti a mi padre, le caerás genial. Y mis hermanos, son geniales. –sonreí.
Se sonrojó, después sonrió.
-Está bien. –me besó. ¿Y cuándo vienen?
-Eh, le dije a mi padre que iría, iríamos a recogerle.
-Ah... ¿y a qué hora llegan?
-A las 15:00 se supone que llega el vuelo.
-¿Y qué hora es?
-Pues... –me levanté, busqué mi móvil. –Es temprano, son las 10:30.
-Joder, que madrugón...
-Perdona...
-Jajajaja. Bueno, entiéndeme, estoy de resacón...
-Resacón en Atlanta. Jajajaja.
-¡Qué bobo eres!
-Jeje. Bueno, ¿y qué hacemos?
-Bajamos a desayunar...
-Eh, yo preferiría dormir.
La miré mal, joder yo estaba acostumbrado a no dormir casi nada, pero en el fondo la entendía.
-Está bien. –contesté resignado. –Yo boy a bajar a desayunar.
-Vale. –sonrió después me besó.
Se levantó y se dirigió a la puerta.
-Te despierto a... –dije antes de que saliera.
-Eh. –dudó. – ¿A qué hora hay que salir de aquí?
-A las dos.
-Pues, a la una.
Sonreí, y miré como salía de la habitación.
Me tumbé en la cama, al final no había sido tan difícil contárselo. Recordé la noche pasada, y me estremecí ante ello. Tenía hambre, así que me levanté, salí de mi habitación y bajé a la cocina. Mi madre estaba en el salón, media tumbada viendo las noticias. Me acerqué al sofá y me senté a su lado.
-Hola cielo.
Besé su mejilla.
-¿Qué tal anoche?
-Eh, pues no estuvo mal, ya sabes la típicas cenas de estás, nada nuevo. –mentí.
-¿Y qué tal lo paso Ale?
-Ah, pues muy bien. –sonrió.
-¿A qué hora llegasteis?
-Eh, no sé... No muy tarde. ¿Vosotras?
-Eh, a las 11:00, pero estábamos tan cansadas que nos fuimos a la cama.
-Sí, pues nosotros no llegamos más tarde.
-Bueno, mejor. Pero, ¿Y Ale?
-Oh, sigue durmiendo.
-Jajaja, igual que su madre.
Reí.
-Bueno, ¿has desayunado? –pregunté.
-Sí.
-¿Qué?
-Nada, ya sabes. Cereales. Come tú lo mismo.
-Buf... Vale.
-Recuerda que en un rato tengo que ponerme a preparar la cena de navidad cielo.
-Ya, lo sé.
-Menos mal que está Valery.
-Jajaja, bueno, que yo también ayudo.
-Sí, mirar es de gran ayuda. –dijo sarcástica.
-Jajaja.
Me levanté y fui hasta la cocina. Cogí un bol de cereales y me eché la leche, después volví junto a mi madre.
-Ah, no habrás olvidado lo de tu padre, ¿no?
-Claro que no. –dije con la boca llena.
-Y tú y yo tenemos una charla pendiente.
Joder, casi me atraganto, empecé a toser. Terminé por tragarme lo que tenía en la boca.
-Ya, ya... –miré hacia la tele.
-Sabes de lo que te hablo, no te hagas el loco.
-No me hago el loco.
-Just cielo, –se incorporó, la miré. –Tienes que entenderme. Créeme que no lo hago por fastidiarte. Pero hijo, –hizo una pausa. –Sé la edad que tenéis los dos, y ella es una chica genial, y se nota que te quiere al igual que tú a ella, pero no Justin. Sois muy niños en el fondo. Y sé que aunque ayer solo dormisteis, bueno... Ya sabes.
-Vale, vale.
-Cielo, confío en ti. No hagas que deje de hacerlo.
Terminé los cereales.
-Tranquila mamá, no lo haré. 

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