domingo, 11 de septiembre de 2011

Está bien.

Mi madre y yo nos acercamos a Justin.
# -¿Qué ocurre? –pregunta él.
-Que... se lo he contado Justin.
-Sí, me lo ha contado... Y creo que estáis realmente locos. –intervino mi madre.
-Lo sé señora, pero su hija... –se calló, me miró. –Su hija es tan especial que cometería miles de locuras por estar a su lado.
Yo le sonreí calidamente.
-Tutéame, por favor. –dijo mi madre.
-Eh, sí, claro. Lo siento.
Mi madre sonrió.
-Pues como te iba diciendo Justin, creo que estáis locos, pero bueno... Creo que podríamos hacer algo.
-¿De verdad? –preguntó él atónito.
-Ya te dije que era muy comprensiva. –le sonreí.
-Sí, ya lo creo. –sonrió a ambas. –Y muy guapa también, perdona que te diga. –miró a mi madre. –Ya veo de donde ha salido su hija.
Hice una mueca. Vaya bobo... Mi madre rió.
-Tranquilo, no hace falta que me hagas la pelota. Además eso yo ya lo sé.
Ellos rieron, yo miré mal a ambos.
-Bueno, pero el caso es que... –comencé a hablar.
-Que sí, que estoy dispuesta a dejaros que cometáis esa locura. –me interrumpió mi madre.
-¡Es genial! –dijo él.
-Sí, pero no será ahora. –siguió mi madre. –Ah, y tendrás que seguir estudiando allí.
-¡Qué! ¿Cuándo entonces? –saltamos los dos a la vez.
-Ale, no pretenderás marcharte mañana mismo, así, sin más.
Me quedé en silencio, al igual que él.
-Tendrás que esperar a terminar este trimestre, los exámenes, preparar el traslado, todo, para poder irte a...
-Atlanta –dijo él.
-Para poder marcharte a Atlanta. –terminó ella.
-¡Pero queda más de un mes! –dije.
-Es eso o nada, yo ya no puedo hacer más. Además tendré que convencer a tu padre, y no será fácil.
-Sí, está bien. –dijo Justin rápidamente.
-Pero Justin...
-Ale, -me acercó a él. –Será solo un mes, te llamaré todas las semanas, ya verás como se pasa enseguida, y después podremos estar juntos.
-Está bien. –dije en un susurro.
Mi madre nos interrumpió.
-Justin y...
-¿Sí? –me hice a un lado.
-Tienes que prometer que cuidaras de mi pequeña.
Me sonrojé, él rió.
-Claro que lo haré.
-Eso espero. –dijo mi madre. –Por cierto, ¿qué harás? Tendré que llamar al tío Tomy para sabes si puedes quedarte con él. Porque sino...
-¡El tío Tomy, pero si vive en Iowa  . Y eso está muy lejos de Atlanta.
-En Iowa.... Pues sí un poco. –dijo él.
-Cariño, más no puedo hacer. –dijo mi madre.
-¿Podría proponerte algo Valery?
-Eh, sí, te escucho. –contesto mi madre.
-Ale podría quedarse conmigo en Atlanta. Mi casa es muy grande, y bueno, si yo no estoy mi madre está siempre. Y hay un instituto no muy lejos. No habría problema alguno. –dijo Justin serio, muy seguro de si mismo.
-¡Sí mamá, por favor!
-Eh... No sé... Tendría que hablar con tu madre Justin, entiéndeme.
-Claro, lo entiendo. Dejaría que la llamara ahora mismo, pero me parece que está ocupada.
-No, no. Sería mejor en otro momento, pero tengo que hablar con ella.
-No habría problema.
-Bueno, en ese caso...
-¿Sí? –pregunté.
-Sí.
-¡Bien! –abracé a mi madre, estaba eufórica.
-Cuidaré de su hija. –dijo Justin sonriendo.
-Bueno, os dejo solos. –sonreímos a mi madre. –No tardes ya mucho, que ya no queda tampoco mucha gente. #
-¿Cuánta? –pregunté.
-Pues no sé, no los he contado... Pero vamos, que no tardes.
-Está bien.
Vimos como mi madre se alejaba. Después le abracé.
# -Lo ves, todo ha salido genial. –me dijo mientras estaba entre sus brazos.
-Sí, no veas que ganas tengo de estar cada día a tu lado. –dije separándome un poco para mirar su cara. Sonrió, me encanta su sonrisa.
-Será difícil. –suspiré, ya lo sabía. –Solo quiero que lo sepas Ale.
-Lo sé, pero me da igual. A tú lado será fácil.
Él no dijo nada, permaneció en silencio, así que yo tampoco dije nada, tan solo recargué mi cabeza sobre su hombro. El subió su mano, acarició mi pelo, después volvió a colocar su mano en mi espalda. Me apretó en sus brazos, haciendo que sintiera cada una de las partículas de su cuerpo contra mí. Me encantaba. Después me eche hacia atrás, echaba de menos sus labios, me acerqué a él, besé su labios delicadamente, y cuando iba a alejarme de su boca el me retuvo, volvió a juntar mis labios con los suyos, eufóricamente .Aún no había hecho ningún ademán por que nuestras lenguas se juntarán, pero no tenía prisa; me daba igual. De pronto me echo hacia atrás rápidamente. ¿Qué ocurría? Miré sus ojos, miraba hacia delante embobado, me giré y vi a alguien que se acercaba.
-¿Quién es? –pregunté.
-No lo sé, pero viene hacia aquí.
-Bueno, ¿y qué?
-¿Y qué? Podrían reconocerme.
-Esta oscuro. No lo hará.
Permaneció en silencio un momento.
-No, supongo que no. –volvió besarme. #
Pero algo hizo que nos separáramos una vez más. Alguien toco mi hombro, yo me giré, él bajo la cabeza. Era el portero, menos mal.
-Señorita Alejandra, siento molestarla, pero las señoritas Emma, Serena y Samantha la buscan.
-Dígales que ahora voy.
Él portero se marcho.
# -Creo que ha llegado la hora de irme. –le dije.
-¿De verdad?
-Sí, lo siento. –dije apartándome de él. Me sujeto.
-No, dios. Un mes sin verte, no podré.
-Vamos, claro que sí. Si yo puedo, tú puedes. –le guiñe un ojo.
-Jajaja, y eso por qué...
-Porque tú eres Justin Bieber.
-Jajajajaja. Y tú la chica de Justin Bieber.
Me quede paralizada, ¿su chica? Sí, había dicho su chica. Dude un segundo, pero... Que bien sonaba aquello, “si chica” pensé. Sonreí.
-¿Tú chica?
-Sí, ahora eres mía, y solo mía. –beso mi mejilla, me sonrojé.
-Tengo que irme.
-Uf, está bien.
-Ya lo verás, se pasará en seguida.
-Te llamaré cada... –paro. –cada semana. Lo más posible.
-Vale. –sonreí.
-Y si no, un mensaje. Lo juro.
-¿Cuántas promesas me harás esta noche?
-Las que hagan falta. –sonreí.
-Bésame.
Cogió mi cintura, me acercó a él y sello nuestros labios con un beso. Al separarnos no dijimos nada, tan solo nos sonreímos el uno al otro, y después me alejé. 

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