miércoles, 14 de septiembre de 2011

Atlanta.

-Cielo, despierta. –sentí como alguien me sacudía con suavidad.
Me giré, abrí los ojos lentamente y vi a mi madre, bostecé.
-¿Hemos llegado ya? –pregunté.
-Sí cielo. –dio una palmada en mi muslo. –Venga vamos, coge tu mochila.
Me incorporé un poco, tenía todos los músculos contraídos, y el cuello hecho polvo; me estiré. Vi como toda la demás gente se levantaba y salía del avión. Volví a mirar a mi madre, se había levantado ya, estaba esperando, así que me agaché para coger mi mochila, después me levanté y mi madre y yo salimos del avión.
Al salir nos dirigimos a la cinta para poder coger las maletas, después de cogerlas nos dirigimos a la salida de la terminal, aquello estaba lleno de gente, era apenas posible distinguir a nadie. Mi madre buscaba a Pattie entre el gentío, pero yo veía difícil que la distinguiera, pero entonces lo vi, entre la gente destacaba. Al fondo de todo el gentío, había un hombre negro, alto, llevaba una gorra, imaginé que era Kenny.
-Mamá, mira, -le señale a Kenny. –creo que ese de ahí es Kenny.
-¿Estás segura? –negué con la cabeza. –Bueno, acerquémonos.
Mi madre y yo nos abrimos paso entre la gente, y fuimos hasta allí. Kenny estaba junto a una mujer de estatura media, morena, pelo liso, me pareció que era la madre de Justin, había algo en ella que me recordaba a él. Kenny pudo reconocerme.
# -¡Ey! ¿Ale? –le miré. –Soy...
-Kenny, sí. –sonreí, el hizo lo mismo. –Esta es mi madre. –la señalé.
-Hola Kenny. –le saludo mi madre.
Entonces la mujer se acercó a nosotras.
-Hola Ale. –sonreí, sonrió. –Soy la madre de Justin.
-Hola, yo soy...
-Jaja, sé quién eres. –me interrumpió, yo reí avergonzada. –Justin me ha hablado mucho de ti. –inevitablemente sonreí.
Mi madre se acercó a ella.
-¡Pattie!
-¡Valery! Tanto hablar y por fin nos conocemos en persona. –rieron. #
Ambas se saludaron con un beso, como si se conocieran de toda la vida. Después Pattie nos dijo que el coche estaba en el parking, así que allí fuimos.
Después de meter las maletas en el maletero de aquel gran todo terreno, montamos los cuatro. Kenny conducía, yo tuve que sentarme a su lado, ya que mi madre y Pattie se sentaron detrás para hablar más a gusto. No es que no quisiera ir con Kenny, pero joder, no le conocía de nada, y bueno, no es que hablara mucho. Después de unos 20 minutos llegamos por fin a la casa, Kenny aparcó el coche en el garaje, después salimos. Dejamos las maletas en la entrada, Pattie le pidió a Kenny que las subiera a las habitaciones mientras ella nos enseñaba la casa. La casa era alucinante, tenía dos plantas y un jardín trasero alucinante, con piscina incluida. En la primera planta estaba el salón con una pantalla de plasma enorme, la cocina muy grande también, un comedor ya no tan grande, contaba solo de 6 sillas y una mesa de cristal, también había como una especie de “cuarto de juegos” donde había un sofá no muy grande para 3 o 4 personas, una tele, juraría que de LCD, una mesa de centro con un portátil, unas cuantas repisas con películas, y el mueble de la tele pude ver una cuántas consolas. La verdad es que se tenía que estar genial allí, pero dudaba de que Justin lo disfrutara lo suficiente.
En la segunda planta había 4 dormitorios y dos baños, uno de ellos estaba equipado completamente, el otro no tenía ducha. Pero en cambio, 3 de las otras habitaciones tenían baño propio, y completamente equipado. La primera, que estaba al final del pasillo, era la de Pattie, era muy grande y estaba decorada con tonos calidos, la que estaba junto a esta era una de invitados, la que no tenía baño, estaba bastante bien la verdad. En esta habitación se quedaría mi madre, ya que junto a la cama estaba su maleta roja. La tercera habitación era la de Justin, Pattie solo abrió un poco la puerta, dejándonos ver lo justo.
# -No es que no quiera enseñárosla, pero a Justin no le gusta que entren en su habitación sin permiso. –nos dijo a mi madre a y a mí, no me importo, sinceramente, creí que no tardaría en verla.
Seguimos hasta la última habitación, entonces Pattie se dirigió a mí.
-Espero que te guste. La he redecorado yo especialmente para ti.
Abrió la puerta, me asomé un poco.
-Vamos pasa. –me dijo Pattie.
Yo entré despacio observando cada detalle de la habitación. Era perfecta, incluso mejor que la que tenía en Madrid. Las paredes tenían un toque lila genial, contra una de las paredes había una de esas camas “nido” blanca con pequeños toques en lila, encima había unas repisas vacías, de un morado más fuerte. En otro lado había un armario enorme de color blanco, a juego con la cama, debajo de la ventana había uno de esos como “taburetes” bueno, no sé como se llaman, son como sofás pequeños, que tienen el interior hueco para que puedas guardar cosas, por último había un escritorio con un ordenador portátil nuevo, enfrente del escritorio había una silla lila. Junto al escritorio estaban mis dos maletas. Parecía una de esas habitaciones de en sueño que ves en los catálogos de “Ikea”. El baño también era fantástico, aunque tampoco tenía nada del otro mundo.
Me giré para mirar a Pattie y a mi madre.
-¡Dios, muchas gracias! Si es que no hacia falta. Yo con cualquier cosa me conformaba. –era cierto, pero bueno, ya que lo tenía no iba a rechazarlo.
-Jaja, no hace falta que me des las gracias. Lo he hecho con gusto. Además, siempre quise tener una niña. –sonreí.
-Muchas gracias de verdad Pattie.
-Anda, no las des de verdad. Pero, te gusta, ¿no?
-Claro, me encanta.
-No sabía si elegir el lila, o que color, pero bueno...
-El lila es perfecto. –la interrumpí.
-Me alegro de que te guste cielo. –sonreí.
-Me encanta.
-Bueno Pattie, ahora podrías enseñarnos la ciudad, ¿no? –dijo mi madre.
-Ah, por supuesto Valery, cogeremos mi coche, que Kenny se ha ido de nuevo con Justin.
Mi madre y Pattie empezaron a andar hacia la puerta, pero yo no las seguí. La verdad es que no me apetecía ir, prefería quedarme arreglando las cosas, cuanto antes mejor, así me lo quitaría de encima. Y bueno, también quería preguntar a Pattie por Justin, pero no lo hice. Mi madre se dio cuenta de que no las seguía y se giró.
-¿Cariño? Vamos. –dijo.
-Eh, no me apetece ir la verdad...
-Bueno, no pasa nada. –dijo Pattie.
-¿De verdad que no os importa? –pregunté.
-Claro que no. Estarás cansada. –Pattie sonrió.
-Bueno, en realidad quería colocarlo todo.
-Ah, bueno. Lo que quieras, pero estarás sola, ¿no te importará no? –dijo Pattie.
-No, claro que no.
Las tres sonreímos, como aceptando nuestras respectivas decisiones. Pero justo antes de salir Pattie se giró.
-Ah por cierto Ale... –la miré. –Justin llegará a las nueve.
Sonreí, pero que hora era. No podía mirarlo en mi móvil porque tenía la hora de Madrid.
-¿Y qué hora es? –Pattie miró su reloj.
-Son las 6:30.
-Vale. –las dos salieron de lo que ahora era ya mi habitación. #
Me paré un momento a pensar, ¿cómo podían ser las 6:30? No habíamos tardado 6 horas en llegar, habían sido más desde luego, mínimo 12. Entonces caí. El cambió de horario. Aquí eran 6 horas menos, vale ya me cuadraban más las cosas. Saqué mi móvil del bolsillo, como estaba sola decidí ponerme la música; dejé el móvil en el escritorio, me acerqué a las maletas. Puse una en suelo, la abrí y comencé a sacar toda mi ropa, para después colocarla en las perchas que había en el armario.
Después de hora y media sacando y colocando todo, terminé. Estaba matada. Quería echarme un rato, pero no sabía cuanto tiempo me quedaba para que Justin llegara, así que decidí meterme en la ducha. Al salir de la ducha me vestí, había dejado ya algo encima de la cama, así que no tuve que volver a hurgar entre toda la ropa. Me puse unos vaqueros grises pitillos, y una camiseta de manga larga azul con un corazón, me encantaba aquella camiseta y me sentaba genial. Había pensado en no ponerme nada en los pies, pero... Quería que Justin me viera guapísima, así que me puse los botines de tacón azules. Después me hice la raya, me eche rimel y el gloss, no quería que pareciera algo exagerado. Pero, sabía que me faltaba algo, ¿qué era? Ah, claro, su regalo. Fui hasta el escritorio, y de uno de los cajones saqué una pequeña caja, mi joyero, lo abrí y saqué justo lo que me faltaba. El colgante que él me había regalado, me lo puse. Ya solo tenía que arreglarme el pelo. Me había traído el secado y la plancha del pelo, aunque no me iban a hacer falta. Por casualidad abrí uno de los cajones de mi baño y me encontré con un secador, una plancha del pelo, y un rizador. “Dios, Pattie piensa en todo” pensé. Me puse a ello, y cuando terminé, extrañamente todo el cansancio acumulado asomó en mi cuerpo. Pensé en bajar a ver la tele al salón ya que en la habitación no había, pero no lo hice. Ya había oscurecido, y yo estaba totalmente sola en aquella enorme casa, daba algo de miedo, así que preferí tumbarme en la cama. No sabía la hora, pero me imaginé que serían ya casi las 9:00 y Justin no tardaría en llegar.
Estaba adormilada, el cansancio de apoderaba de mi por momentos, pero no quería quedarme dormida, no podía. De pronto algo activo mis cinco sentidos al completo, escuché un ruido sonoro proveniente de la parte de abajo. Me incorporé deprisa. Salí de mi habitación para echar un vistazo, pero no veía apenas nada, más que una luz proveniente de abajo, decidí bajar, tenía que ser Justin, aunque bueno, también podrían ser mi madre y Pattie. Bajé y entonces me encontré justo con lo que más deseaba desde hacia un mes, él. Estaba en la cocina, bebía agua, me daba la espalada por lo que no podía verle la cara, pero era tan fácil distinguirle. Le mire de arriba abajo mientras en silencio me acercaba a él. Llevaba una camiseta blanca, supuse que era lisa, unos pitillos rojos caídos que dejaban ver sus calzoncillos negros, y unas zapatillas Nike altas. Me coloqué justo detrás de él, y aunque no se girará estoy segura de que en aquel instante notó mi presencia. Él dejo el vaso de agua en la pila, yo puse mis manos en su espalda, las pasé delante para rodearle con mis brazos, me pegué a él. Suspiró, lo sentí. Entonces, lentamente y con dulzura se deshizo de mis brazos para girarse. Se quedo plantado frente a mí, con sus ojos clavados en mí, puso sus manos en mi cintura, agarrándome fuerte, me llevo hasta él y me abrazó, después apoyó su cabeza en la mía.
# -Por fin estás aquí. –susurró. #

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