martes, 6 de septiembre de 2011

Hasta que llegó.

Salí a rastras de la cama, estaba agotada. Daba gracias si hubiera conseguido dormir a penas 3 horas. Me había tirado toda la noche dando vueltas en la cama, pensando, comiéndome la cabeza, recordando, arrepintiéndome, en fin más de 4 horas despierta. Me fui a la ducha, había perdido más de 10 minutos en un intentó de salir de la cama, y 10 minutos por la mañana, era mucho tiempo. Al salir de la ducha me asomé a la cocina, como cada día tenía encima de la encimera un vaso de leche, una fruta y dos tostadas untadas con mermelada, “él tan atento siempre” pensé. Mi madre es médico, cirujana para ser más exactos, y tiene que salir muy temprano de casa, ya que tiene el turno de mañana-tarde para poder estar por la noche con nosotros; mi padre es abogado, y aunque salé también pronto de casa, siempre me deja el desayuno en la encimera de la cocina, se empeña en que desayune. Me tomé el desayuno aún con la toalla envuelta alrededor de mi cuerpo, después me fui a mi habitación para terminar de arreglarme.
A las 8:00 pasadas estaba Sammy llamando a mi telefonillo, bajé en seguida, y fuimos a por Serena, después a por Emma, y nos dirigimos las cuatro al instituto. Durante las clases no ocurrió nada interesante, lo de cada día. A las 2:20 nos dirigimos de nuevo a casa, y durante el camino me encontré con algo que no me esperaba. Al doblar la esquina vi a Diego con un par de amigos, mi corazón latía más deprisa con forme nos acercábamos; pasamos por su lado, él se giró y no saludo a todas dándonos dos besos, pero antes de que siguiéramos con nuestro camino, él me detuvo.
-Ale, podemos hablar un momento...
Todas me miraron.
-Ve, te esperamos. –contestó Serena.
No tuve más opción que ir, me acerqué a él y después nos alejamos de los demás lo suficiente para que no nos escucharan.
-Mira Ale, que lo de ayer, lo siento... Siento si te molesto, no era mi intención, pero pensé, que... Bueno que quizás...
-No, quien lo siente soy yo. –dije interrumpiéndole.
Me miró extrañado.
-¿Qué?
-Sí, verás Diego, no es que no quisiera, o sea, que no me gustes...
-¿Te gustó? –me interrumpió.
-El caso es, que... ahora no quiero nada con nadie. –mentí. Claro que quería algo con alguien, pero en aquel momento él no era esa persona.
Él volvió a hablar, pero yo desconecté, no tenía ningún sentido rechazar a Diego por Justin. Vale sí, Justin es guapísimo, monísimo, muy atento, y miles de cosas más, pero quizás yo no había significado nada... Pero en ese caso... ¿qué significaba su tweet? Pero, en el caso de que su tweet fuera por mí, no íbamos a volver a vernos en la vida, ¿qué podía hacer yo? En fin, nada tenía sentido.
-¿Ale? ¿Me estabas escuchando?
-Sí, claro. –volví a mentirle. –Bueno Diego, lo siento. Tengo que irme.
-Vale, pero, ¿pero pensarás en lo que te he dicho?
-¿En qué?
Suspiró.
-En lo de seguir siendo amigos, como si nada.
-Claro que sí, tranquilo. –dije alejándome.
Volví con amigas, entonces Sammy y Serena preguntaron. Mientras seguíamos andando yo empecé a contarles todo, no con tanto detalle como a Emma, pero en fin, se lo conté que es lo que importaba. Fliparon, no lo entendían.
Cuando llegué a casa mi padre había llegado ya, y la comida estaba en la mesa. Me senté a comer con él como cada día. Al terminar me pidió que recogiera yo, que él tenía que irse a la oficina, yo no puse pegas. Recogí todo después de que mi padre se fuera, luego me eché en el sofá a ver la tele un rato. Inevitablemente me quede dormida.
Dos horas después desperté, miré la hora. Casi las 6:30, “mierda” pensé. Me levanté y fui corriendo a por la mochila, tenía deberes. Me tiré toda la tarde haciendo deberes, hasta que a las 9:00 llegó mi madre, mi padre no tardó en llegar, yo recogí todo, y después llevé la mochila a su sitio dejándola preparada para mañana. Al terminar de cenar me fui a la cama directamente, estaba cansada, y no me apetecía encender el ordenador. No tardé en quedarme dormida.
El resto de la semana pasó como otra cualquiera, para que contaros día a día, os aburriría demasiado, incluso en ocasiones yo misma me aburro con la vida que llevo.
Eso sí, no paraba de pensar en Justin. Diego se había ido ya de mi cabeza, ya que mis amigas no volvieron a sacar el tema, sabían que no debían hacerlo. Así que fue fácil olvidarlo, pero con Justin no ocurrió lo mismo. No teniendo dos amigas loquitas por él y que a lo largo del día hablaban por lo menos una vez de él, no, así me iba a ser muy difícil olvidar lo ocurrido. Así que durante toda la semana estuve pensando en él, en nosotros, en su tweet, recodando aquella tarde, sus palabras, “Te llamaré. Tú confía en mí”. Parecía que no era así, que no podía confiar en él. Los primero días le justificaba, pensaba que estaría ocupado, es una famoso, tiene que hacer cosas, es normal. El jueves estaba ya enfadada, “Un puto niñato famoso que va ligando con todas por ahí...” “A saber cuantos números de chicas tendrá en ese pedazo de I-phone del que presume”
“Al final tenía razón y es un famoso más” era todo lo que pensaba. Pero entonces el domingo por la noche, mientras me metía en la cama para dar fin a esa horrible semana de ralladuras incesables, reaccione. Me di cuenta que desde el primer momento supe que no me iba a llamar, solo estaba engañándome a mí misma, haciéndome falsas esperanzas.

El lunes siguiente fue exactamente que el anterior, nada nuevo. Solo que yo estaba emocionadísima por mi cumpleaños, y que todos cada vez que me veían, me repetían lo mismo: “Un día”, seguido de una sonrisa. Estaba ansiosa. Los 16, estaba deseando que llegaran, y no solo tenerlos, sino que también quería celebrarlos. Como obviamente todas ya sabéis aquí no es típico de celebrar ningún cumpleaños por lo grande a menos que te dé la gana, pero mi madre era americana, y quería que los celebrara por lo grande, y yo lógicamente, estaba encantada. Lo celebraría el sábado de esa semana, para no retrasarlo mucho de la fecha; mi madre había alquilado unos salones para fiestas que estaban a las afueras de Madrid, tenían unos jardines enormes, discoteca, salón de actos, era todo perfecto. Tenía tantas ganas de que llegará ya. Y bueno, claro está que tendría regalos, y por ahora solo sabía uno seguro. La moto. Tenía tantas ganas, me había sacado el carnet en verano, solo me faltaba tenerla.  Estaba ansiosa, repito ANSIOSA. Iba a ser todo perfecto. Además, el lunes en todo el día Justin no se había asomado por mi cabeza, parecía que esa semana iba a ser la mejor de mi vida.
A las 7:00 salí de la cama, era martes. Martes 15 de noviembre, y yo tenía ya 16 años. Mis padres no estaban, pero mi madre no tardó en llamarme. Me felicito, y después colgó, estaba ocupada, yo lo entendí, era normal. Al rato llamó mi padre, más de lo mismo. El día había empezado genial. Salí de casa en cuanto llamó Sammy.
-¡Felicidades cariño! ¡Que ya son 16, tía! –dijo dejando la mochila en el suelo y corriendo hasta mí.
-Muchas gracias cielo.
Después fuimos a por Serena, cuando bajó, se repitió la misma escena. Y al ir a por Emma ocurrió lo mismo, todo estaba siendo genial. Al llegar al instituto mucha gente me felicitó, todos los de mi clase, la de Serena y Sammy igual, incluso algún profesor lo hizo. El día se me hizo súper corto, pronto ya estaba en casa de nuevo. Cuando entré a mi casa me encontré con algo que ya esperaba, mi madre y mi padre sentados en la mesa, con un plato de espaguetis a la boloñesa servido. Los espaguetis a la boloñesa era mi plato preferido, y cada vez que era mi cumpleaños mi madre lo hacía, y como claro está, mi madre pedía la tarde libre para estar conmigo; mi padre hacía lo mismo. Repito, el día era genial. Cuando terminé de comer, me levante dispuesta a recoger.
-No, no. –me dijo mi padre.
-¿Qué?
-Hoy recojo yo. –contestó.
-Joe, tengo que cumplir todos los días 16 años.
Después reímos.
-Ah, por cierto cielo. Sammy, Serena y Emma vendrán en un rato. A las 4:30 les he dicho que estuvieran aquí. –dijo mi madre.
-¿Qué?
-Nos vamos al Islazul, a comprar.
-¿De verdad?
-Claro que sí. Después nos iremos a cenar al Foster Hollywood.
-¿Todos?
-Papa vendrá luego.
-Dios, ¡es genial!
Mis padres rieron. Después yo me fui al sofá a ver un rato la tele. Al final mi padre no se había cogido la tarde, luego volvería a la oficina como cada día y le vería después en el restaurante, y mientras yo me iba con mis amigas y mi madre a comprar, sí, sé que suena un poco raro, tu madre y tus amigas, pero creerme es genial. Mi madre no molesta, solo opina sobre la ropa, y paga. Alguna vez hemos ido Emma, yo y nuestras madres a comprar, y es genial. Compramos más y luego cenamos por ahí. El día estaba siendo perfecto, nada podía estropearlo.
A las 4:30, todas puntuales, llegaron. Fuimos hasta el garaje, cogimos el coche de mi madre y nos fuimos. En 10 minutos llegamos al Islazul. Pasamos la tarde genial, entre risas, fue genial ir con mi madre. Sin olvidar claro, como las 30 personas de mi familia que me llamaron al móvil esa tarde. Siempre era lo mismo.
<< -¡Hola tía/tío/primo/prima/abuelo/abuela.
-Hola Ale. Muchas felicidades cielo.
-Muchas gracias.
-Te hemos llamado a casa, pero no contestaba nadie.
-Sí, es que me he ido a comprar con mi madre y unas amigas.
-Am, bueno. ¿Y qué te han regalado?
-Pues por ahora nada.
-Bueno, pues ya nos veremos el domingo.
-Sí, el domingo nos veremos.
-Un abrazo Ale, cuídate.
-Lo mismo te digo, adiós. >>
Olvidaba contaros que luego el domingo haríamos una comida, pero más personal, solo familiares. Me compré un vestido negro, ajustado, algo corto para otoño, pero era genial, unos tacones negros y un bolso de noche, todo para la fiesta del sábado. Me compré también unos vaqueros y unas cuantas camisetas, nada especial. A las 9:30 nos fuimos al restaurante, mi padre había llegado ya y nos esperaba en una mesa para seis. La cena fue genial. Reímos, hablamos, de todo, pero sobre todo, comimos. En ese restaurante es inevitable no comer mucho, la comida es buenísima, y bueno, yo tengo debilidad por la carne.
Alrededor de las 22:45, salimos de allí, dejamos a cada una de mis amigas en su casa, y a las 23:00 estábamos ya en casa, estaba realmente cansada, así que nada más llegar fui a mi habitación a guardar la ropa nueva, y a ponerme el pijama. Después fui a dar las buenas noches a mis padres, que enseguida se fueron a dormir, y volví a mi habitación, encendí el ordenador y me conecté al Tuenti y al Twitter. En el Tuenti tenía muchísimos comentarios de gente felicitándome, en general todos eran de gente que ya me había felicitado, y ponían lo mismo, alguno que otro era más largo, el de Sammy, Serena y Emma en especial, luego había otros en los que ponía que esperaban que mi fiesta fuera genial, nada especial. En el Twitter tenía menciones de gente felicitándome, pero no tanto como en Tuenti, solo cierta gente que también tenía en Tuenti me había felicitado.
Después de un rato miré la hora, eran algo más de las 12:30, así que apagué el ordenador y me puse a leer para coger el sueño. Mientras leía estaba toda mi casa en silencio, no se oía ni una mosca, me encantaba el silencio, sobre todo para leer, normal.
Hasta que pasado un rato, algo destrozo ese perfecto silencio. Mi móvil comenzó a sonar. Lo cogí rápidamente, para no que despertara a mis padres, si tan si quiera miré el número.
-¿Sí?
Me sorprendí tanto que casi me caigo muerta. Una voz en inglés sonó al otro lado del teléfono.

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