domingo, 11 de septiembre de 2011

¿Un problema?

# -Creo que debo llevarte de vuelta a tu fiesta... –me dijo mientras se alejaba de mis labios.
-Uf... ¿Ya?
-¿Sabes? Me he planteado la idea de secuestrarte, pero creo que me denunciarían, y eso no daría una buena imagen de mí.
-Jajaja, vale... Está bien. #
Justin arrancó el coche, salimos de aquel “parking” y cogimos carretera. Durante el camino de vuelta el silencio inundaba el coche, estábamos sumidos ambos en nuestros pensamientos... Yo había tomado ya mi decisión, quería irme con él, escaparnos y vivir una aventura, estaba completamente segura, él me daba seguridad. Pero conforme nos acercábamos a nuestro destino comencé a bajar de la nube en la que hacía un rato había montado. “Mis padres”, pensé. Aún no tengo 18 años,  no puedo hacer lo que me de la gana, ¿qué iba a decirles? “Mamá, papá, me marcho con Justin Bieber a Atlanta, para vivir la mayor aventura de toda mi vida”. Me mandarían a la mierda, y no me creerían, ni yo misma me creería. Se presentaba un problema, y no solo para mí. Continuamos en silencio hasta llegar a los salones. Justin aparcó el coche junto a otro que había la entrada; todo parecía estar igual que cuando nos fuimos, y al parecer nadie había notado mi ausencia. Recordé el problema, teníamos que hablarlo, nos involucraba a los dos.
# -Justin, creo que tenemos un problema. –le dijo mirándole.
-Dios... –suspiró. -¿Qué ocurre?
-Mis padres.
-¿Tus padres?
-Sí, no lo había pensado... no sé como no pudo pasar por mi cabeza antes, pero en fin... El caso es que yo aún no me mando sola. No puedo irme así sin más si mis padres no me lo permiten.
-Bueno, pero algo tenemos que hacer.
-¿El qué?
-Mira, lo más difícil esta hecho. Así que no voy a permitir que nuestros planes se jodan por un detalle...
-Eh... ¿Y qué era lo más difícil? Y Justin, ese pequeño detalle, son mis padres.
-Qué aceptaras.
-Jajaja, que tonto.
-Jajaja. En el fondo sabía que aceptarías.
-¿Ah sí?
-Claro.
-¿Y por qué?
-Porque soy irresistible. –dijo pícaro.
-Jajajaja. –le di un pequeño empujón. –Lo que eres, es bobo.
-Qué va.... –se acercó a mí, me robo un beso.
-Bueno, volvamos al problema... ¿Qué hacemos?
No dijo nada, se quedó en silencio un minuto, me pareció que estaba pensando.
-Ya lo sé. Yo hablaré con tus padres.
Le miré estupefacta.
-¿Qué dices, cómo hablar con vas a hablar con ellos?
-Pues hablando.
Le miré mal, le mire fatal.
-Y qué vas a decirles, tío listo.
-Jaja, pues nada, que me he colgado de la preciosidad de su hija, y que necesito llevarla conmigo a todos los sitios.
-Claro, y mi madre se descojona en tu cara y mi padre te mete una hostia. Es perfecto.
-Bueno... ¿y qué hacemos?
-No lo sé Justin. –dije en un pequeño sollozo.
-Una cosa tengo clara.
-¿El qué?
-Que yo no me voy de Madrid sin ti.
Sonreí, me acerqué a él y le di un pequeño beso en la mejilla.
-¿Solo eso?
-Jajaja. –me acerque a sus labios y los bese con ternura.
-Eso ya me gusta más.
-Nos estamos desviando de nuevo.
-Bueno, yo ya te he propuesto algo.
-¡Justin! Tiene que ser algo lógico.
-Vale, vale. A ver, son tus padres, tú sabrás como... eh, manejarlos.
Me quedé en silencio un momento, creo que había algo que podía hacer. Y a lo mejor funcionaba.
-Ya lo tengo.
-¿Qué?
-Hablaré con mis padres, y le diré que quiero irme a estudiar fuera. A EEUU.
-¿Y te dejarán?
-Sí. 
-¿Estás segura?
-Bueno, casi segura.
-Pero aunque te dejarán, cuándo te irías... No creo que tus padres te dejen irte así como así ahora. Y sola... No crees que será un poco raro.
Me quedé callada, tenía razón, pero joder... Tenía que hacer algo. Tal vez si se lo contaba a mi madre, tal vez ella me entendería, pero primero tendría que creerme.
-Justin, ¿a qué hora tienes que irte?
-Pues, en realidad aún no he comprado los billetes de vuelta, así que no sé... ¿Por?
-Genial, espera aquí. –abrí la puerta del coche.
-Ale. –me cogió la mano, le miré. -¿Dónde vas?
-Espera, intentaré no tardar mucho. –cogí los tacones del suelo, me los puse y salí. #
Me dirigí hasta la puerta principal andando lo más rápido posible, no quería hacerle esperar demasiado. Golpee el cristal con los nudillos para que el portero mirara. Abrió la puerta.
-Señorita Alejandra. –dijo apartándose para que pasara.
No dije nada, solo entré y empecé a anda, hasta que recordé algo; me giré.
-Disculpe, -el portero me miró. – ¿alguien ha preguntado por mí?
-No señorita Alejandra.
Yo asentí y seguí andando; no tenía ni idea de la hora. Me asomé al jardín, había algunas personas, quizás 20, supuse que la demás gente o se habría ido o estaría en la discoteca. No distinguía a nadie, así que decidí acercarme. Me dí una vuelta por el jardín, intentando encontrar a mi madre, pero no lo hice. En el jardín no estaba. Pensé dónde podría estar, en la discoteca no, sí era joven y enrollada, pero no sería capaz, NO me repetí. Tal vez estaba en la habitación esa del catering, así que dirigí allí. Abrí la puerta y allí estaba, hablando con mi padre.
-Mamá. –dije acercándome.
-¡Cielo! –dijo girándose.
-No te hemos visto en más de dos horas. ¿Dónde te habías metido? –dijo mi padre.
-Eh, estaba con... Estaba ocupada. –decidí no mentirle, al fin y al cabo era verdad.
-Ah, bueno, es que nos ha perecido raro. –dijo él.
-Sí, bueno, en fin... Oye mamá, ¿podemos hablar un momento?
-Sí claro, ¿qué ocurre?
-Eh, no aquí no.
-Tranquilas, yo me voy a buscar al padre de Emma. –dijo yendo hacia la puerta.
-No, papa, no... –mi padre salió.
-Ya se ha ido. Ahora dime, ¿qué pasa?
-Ven acompáñame. –cogí su mano y salí.
-¿Cariño qué pasa? ¿Dónde me llevas?
-Ya lo verás.
No dijo nada más, andamos hasta la puerta principal, y antes de salir eché un vistazo a través de cristal. Justin había salido del coche, estaba apoyado sobre el capó hablando con... ¿Kenny? Sí, Kenny.
-Señorita Alejandra, señora Patterson. –nos dijo el portero.
Mi madre sonrió, yo le miré con fastidio... Me estaba poniendo de los nervios con tanta formalidad. Me giré para mirar a mi madre.
-Mamá, me tienes que prometer que no dirás nada fuera de lugar, y que antes de negarte o poner ninguna pega, me... –me corregí a mí misma. –nos escucharas.
Mi madre asintió. Pedí al portero que abriera la puerta y mi madre y yo salimos. Estaba nerviosa, y conforme nos acercábamos lo estaba más. Justin miró hacia delante, me vio, se giró hacia Kenny, imagino que le pidió que se marchara porque eso fue lo que hizo.
Al fin, llegamos hasta le coche de Justin, este se levanto y nos miro a mi madre y a mí. (No creo que haga falta aclarar que mi madre entendía perfectamente el ingles, ¿no? Para algo era americana).
# -Justin, esta es mi madre. –la miré. Ella no decía nada, creo que no entendía una mierda de lo que estaba pasando.
Justin se acerco a mi madre.
-Señora, soy Justin. –dijo dándole la mano.
Mi madre me miró, seguía sin entender nada. Después miró a  Justin, no le reconocía, estaba oscuro.
- Valery. –le dio la mano también. #
Mi madre volvió a mirarme.
-Cariño, puedes explicarme esto, es que no entiendo nada.
-Sí, ven. –nos alejamos de Justin, no sin antes pedirle que nos diera un segundo.
Vi como Justin volvía a apoyarse en el capó.
-¿Quién ese chico cielo? Y, ¿qué está pasando aquí? No se suponía que querías hablar conmigo. Y además, ¿por qué habla en inglés? No entiendo nada.
-Es Justin.
-¡Ya sé que es Justin! ¿Pero qué Justin? Y...
-Mamá. –la interrumpí. –Es Justin Bieber.
Mi madre no dijo nada, se me quedo mirando con los ojos muy abiertos, sorprendida.
-¿Mamá? –toque su mano.
-Bueno, creo que... eso explica porque habla inglés. –rió.
-A ver, lo que pasa, es que bueno... No te lo creerás.
-Mm... –se giró para miarle. –Sí, yo creo que sí.
Esta vez reímos las dos. Y le conté a mi madre de una forma resumida, lo más posible, lo del centro comercial, que nos colamos, que hablé con él; lo de día siguiente en el polideportivo, lo de esa tarde en casa, lo del tweet, lo de la semana rayada, lo de la llamada el día de mi cumpleaños, y bueno, lo de esa noche, en esto último me entretuve un poco más. Mi madre escuchó todo en silencio, sin apartar la vista de mí.  Tras contarle todo lo más rápido que pude, di un suspiro. Mi madre se acercó a mí, miró mi cuello, y tocó la A que había en mi regazo.
-Esto es de él, ¿no? –asentí. –Es precioso.
-Lo sé. –sonreí.
-Cariño, yo no voy a juzgarte, me parece bien si quieres enrollarte con este chico, es tu decisión, pero... ¿Realmente quieres irte con él? ¿Quieres dejar toda tu vida aquí, por él?
-Mamá, sí. Sé que es una locura, pero de verdad.... Nunca había sentido esto por nadie. Él me hace sentir bien, segura de mí misma, me divierte, me entiende, me hace sentir como... como si fuera única.
-Si te vas, te meterás en un mundo muy difícil, con sus consecuentes consecuencias, no todo será bonito.
-Lo sé, pero no me importa. –la verdad es que no lo había pensado, pero, no me importaba.
-Pues, si eso es lo que quieres...
-Sí, es lo que quiero. –la interrumpí.
-Yo no voy a interponerme en tu camino. No lo haré.
-¿De verdad?
-Claro que no. –dijo sonriendo.
Me tiré abrazarla, era lo único que deseaba oír. Mi madre me apartó un poco de ella.
-Pero ahora, hablemos con el chico. –dijo girándose.
Después ambas reímos. 

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