lunes, 5 de septiembre de 2011

Aparentemente un domingo normal.


Me abrí paso entre la gente, dirigiéndome a la pista de baile, buscaba desesperada a Emma, o alguna de mis amigas, quería salir de allí lo antes posible. Por fin pude ver a Emma, que bailaba repegada con un chico, lamenté interrumpirla, pero de verdad que tenía que salir de ahí.
-Emma, lo siento, pero quiero irme. –dije susurrándole al oído.
Ella me miró, entonces se disculpó con el chico y ambas nos alejamos un poco.
-¿Qué te pasa tía? –preguntó.
-Que quiero irme, de verdad lo siento. Pero es que...
-Tranquila, está bien. Pero, ¿ha pasado algo?
No dije nada, solo la miré. Si le contaba lo de Diego, tendría que darle una explicación de por qué me había ido así, tendría que contarle lo de Justin, y bueno, ni me apetecía ni me creería. Nunca le había ocultado nada a Emma, pero aquello era diferente.
-Está bien cariño, vámonos. –dijo cogiendo mi mano. –Pero antes vamos a por estás.
-¿Sabes dónde están? –pregunté.
-Sí, antes he hablado con Sammy. Me ha dicho que estaría con... con Mario en la barra.
-¿Mario?
-Sí, el chico con el que se ha marchado antes.
-Ah, vale.
Emma y yo volvimos a la barra, no tardamos en encontrar a Sammy.
-Sammy, nos vamos.
-¿Qué hora es? –preguntó ella.
-¿Te vas ya? son algo más de las dos. –dijo un chico que estaba con ella, la cogía de la cintura.
-Mira, si queréis quedaros. Pero yo me voy. –intervine.
-¿Estás loca? No, nos vamos contigo. –dijo Sammy.
Yo le sonreí.
-Mario, tengo que irme. –después le dio un beso en la mejilla y nos alejamos.
-¿Y ahora como encontramos a Serena? –pregunté.
-No será muy difícil. –contestó Emma introduciéndose en la pista de baile.
Sammy y yo la miramos desde fuera. No tardo mucho en volver con Serena tras ella.
-¿Estás bien cielo? –me preguntó Serena.
-Solo quiero irme a casa. –contesté.
Después salimos de la discoteca, pasando por el ropero para coger los abrigos, en seguida nos fuimos a la parada a esperar el autobús. Tuvimos que esperar un rato, no mucho, pero lo suficiente como para enfriarnos, no dijimos nada ninguna hasta que montamos en el autobús.
-¿Qué ha pasado tía? –preguntó Serena.
-No, no quiero hablar de ello.
Ninguna dijo nada. Hasta que pasado un rato, Empezaron a hablar de cómo les había ido la noche a cada una, yo tan solo escuchaba, y sonreía en forma de respuesta a la historia de cada una de ellas, respetaban mi silencio.
Cuando llegamos al barrio, hicimos la misma ruta, solo que en sentido contrario. Emma se despidió de Sammy y Serena, y al llegar a mí, me susurro: “Respeto que no quieras hablar de lo que haya pasado está noche, tranquila”. Después se alejó y sonrió.
Serena fue la siguiente en marcharse, y Sammy y yo andamos hasta mi portal.
-Cariño, ¿estás bien? –me preguntó.
-De verdad Sammy, ahora no.
-Bueno, lo que sea, sabes que puedes llamarme.
Yo le sonreí. Después busqué las llaves en mi bolso, y abrí la puerta del portal mientras veía como Sammy se alejaba.
Abrí la puerta de mí casa, estaba todo apagado, era normal, ni mi madre ni mi padre trabajan mañana, pero no solían acostarse tarde ninguno. Fui a mi habitación directamente, nada más entrar me quité los tacones, seguidamente comencé a desnudarme, deje toda la ropa en el respaldo de mi silla, coloqué junto los tacones, me percaté a la vez, que la ropa que había dejado encima de la cama antes de irme ya no estaba allí, esperaba que mi madre no la hubiera echado al cesto. Abrí en busca de esta, y allí estaba, volví a cerrarlo. Me dirigí a los cajones para sacar un pijama, hacía frío como para ir en bragas y sujetador, saqueé el pijama y me lo puse. Estaba agotada, pero antes de irme a la cama, fui al baño, me quité el maquillaje y me recogí el pelo, y antes de volver a mi habitación pasé por la cocina, tenía sed.
Cuando volví a mi habitación me eche en la cama, no tardé mucho en dormirme, estaba tan cansada, y no tenía nada de ganas de ponerme a pensar en lo de que había pasado esa noche, ni esa tarde. Así que deje en mi mente en blanco y caí profundamente en un plácido sueño.

-Cielo, despierta. Hoy tocan tortitas. –oí a mi madre decirme desde la cocina.
No respondí, aún tenía sueño. Me giré para poder mirar el reloj. Eran las 12:00, bueno no era ya muy temprano. Me tumbé boca arriba, y pude sentir como un olor dulce a tortitas y café recién hecho invadían toda la casa. Eso me ayudó a levantarme. Salí de mi habitación y fui al comedor, donde estaba mi padre leyendo el periódico.
-Bueno días papá. –dije dándole un beso.
-¿Qué tal has dormido?
-Muy bien, ¿y vosotros?
-Yo genial. –contestó mi madre entrando al comedor con un plato lleno de tortitas, después se sentó.
-Sí, yo igual. –dijo mi padre.
Desayunamos tranquilamente, como cada domingo. Nada nuevo. Al terminar ayude a mi madre a recoger, siempre lo hacía, cuando terminé, me metí a mi habitación y me puse con los deberes que tenía, ayer no había tocado ni un libro, así que hoy me iba a hartar de las matemáticas, la lengua, e historia. Mientras los hacía procuré no pensar en Diego, e Justin, solo concentrarme en lo que tenía delante, y fue más fácil de lo que creí.
Cuando al fin termine eran las 3:00, hora de comer, fui a la cocina a ayudar a mis padres, por ahora todo iba genial. Estaba siendo un domingo cualquiera, sin preocupaciones, y sin pensar en nada que hubiera pasado ni nadie con quién hubiera estado. Al terminar de comer volví a mi habitación, mis padre me dijeron que se iban a dar una vuelta por Madrid, que si quería ir con ellos, pero la verdad es que no me apetecía. El viernes había estado toda la tarde en Madrid, y bueno, no tenía muchas ganas de ir de nuevo. Me dijeron que volverían para la hora de cenar. Así que se fueron y yo me quede en mi habitación, en pijama, tumbada cómodamente en mi cama leyendo. Pero el sonido del teléfono interrumpió aquella paz después de un rato. Me levanté con pereza a cogerlo.
-¿Sí?
...
-Ah, hola.
...
-Sí, bueno estoy mejor.
...
-¿Ahora?
...
-Y, ¿Sammy y Serena?
...
-No lo recordaba.
...
-Es que estoy en pijama. No me apetece vestirme.
...
-Demasiado, sí.
...
-Bueno, ¿por qué no te vienes tú?
...
-Se han ido a dar una vuelta.
...
Vale, no tardes.
...
Colgué. Emma me había llamado para salir, ella y yo solas. Serena y Sammy tenían un examen de bilogía. Ellas van a la misma clase, al C, y Emma y yo al A. El primer año que nos separaron nos jodió un poco, pero ahora ya no nos importa, nos vemos en los recreos y entre clases, y bueno, que no pasa nada.
Como no me apetecía salir le dije a Emma que se viniese a mi casa, así hablaríamos, que como es típico de ella, quería saber que me pasaba. Esa tarde se lo contaría, pero solo lo que había pasado con Diego, la parte de Justin iba a preferir ahorrármela, al menos por ahora. Emma no tardó en llegar.
-Vamos pasa. –dije cerrando la puerta.
-¿A tu habitación?
-Sí. –dije dejando que pasara.
Nos fuimos a mi habitación, le ofrecí algo, como era mi costumbre.
-No, gracias. Solo quiero que me cuentes.
-Uff... –suspiré, después me deje caer en la cama.  
-Venga...
Volví a levantarme, subí los pies a la cama, y me eche hacía atrás, apoyando mi espalada en la pared. Di un pequeño suspiro, después empecé a hablar. Le conté a Emma lo que había pasado con Diego, todo. Detalle a detalle, como era costumbre nuestra, y ella me miraba perpleja. Cuando terminé de contárselo empezaron las preguntas.
-¿Por qué te apartaste?
-No lo sé. –le mentí. Si lo sabía, por Justin, ¿por qué sino?
-Joder, pero... Es Diego tía, ¡Diego! Tú sueño.
-¿Me lo dices o me lo cuentas?
Las dos reímos.
-Es que no lo entiendo. –dijo.
-Ni yo... –volví a mentirle.
-Bueno, y ahora, ¿qué?
-¿Cómo?
-Sí... ¿Qué harás cuando le veas?
-Mierda, pues no había pensado en ello.
-Buah, tranquila. Seguro que eso lo hace con muchas.
-Sí, me imagino. –dije tranquila. Tal vez en otra situación me hubiera molestado su comentario, pero no lo hizo, incluso me alivió.
Nos quedamos calladas un rato.
-Bueno, ya que estás aquí, cuéntame lo de Tay.
Emma subió del todo los pies a la cama, quitándose antes las zapatillas, después empezó a hablar.
Estuvimos más de 3 horas hablando, riendo, contándonos cosas, era típico en nosotras, solíamos hacerlo por teléfono en muchas ocasiones, pero cuando se presentaba la oportunidad de estar ella y yo solas, en su casa o en la mía, o en la calle, empezábamos a hablar y no parábamos. No solo nos contábamos cotilleos, había veces que tocábamos temas más profundos, por pasar el rato. Ambas somos muy inteligentes, y bueno, compartíamos nuestros puntos de vista sobre las cosas, aunque solo lo hacíamos con intención de pasar el rato.
Mis padres llegaron a las 9:00. Fueron a mi habitación directamente, y se encontraron conmigo y con Emma tumbadas en la cama, hablando.
-Ah, hola Emma. –le saludo mi padre.
-Hola Federico. –miro después a mi madre. –Hola Shirley.
Mi madre sonrió.
-¿Quieres quedarte a cenar? –le preguntó mi madre.
-Sí, quédate tía. –dije incorporándome.
-No sé si me dejaran.
-Puedo hablar con tu madre si quieres. –mi madre le dijo tan enrollada como siempre.
Yo sonreí encantada. Emma me miró.
-¿Me quedo? Es que no quiero molestar. –dijo.
-Hombre Emma tú nunca molestas. –dijo mi padre.
Ella sonrió avergonzada.
-Vamos, voy a llamar tú casa. –dijo mi madre dirigiéndose al salón.
-Pues yo voy a preparar las hamburguesas. –dijo mi padre yéndose también.
-¡Genial! –dije.
Después me levanté, cerré la puerta, volví a tumbarme en la cama y Emma y yo seguimos hablando; 5 minutos después oímos a mi madre chillar que su madre había aceptado. Nosotras solo reímos, luego seguimos hablando como si nada hasta que llego la hora de cenar. Cenamos los cuatro, entre risas y bromas, cuando comemos con alguien siempre tenemos más conversación. A las 10:00 Emma se fue, despidiéndose de todos, y recordándome a mí tan solo me quedaban 8 días para tener los 16, después se marchó. Yo ayudé a recoger, y después me fui a mi habitación, encendí el ordenador y me puse con mis cosas de siempre, Tuenti, y Twitter. En el Tuenti no tenía nada interesante, estuve hablando otro rato con Emma, que se fue enseguida, por lo que yo también lo cerré. Me puse con el Twitter, a cotillear los tweets de gente, y alguno de algún famosillo. Y no sé como, vino a mi cabeza Justin. Había visto miles de veces a Sammy y Serena poniendo tweets sobre él, y bueno a alguna otra persona conocida, pero jamás había sentido la curiosidad de meterme en su perfil, pero esa noche algo cambio. Fui hasta el perfil de Serena, uno de sus últimos tweets era sobre él, pinché sobre su nombre. En seguida mi página se cambió a la de él, dude un momento si pulsar el botón de “seguir” no lo hice, baje la página, leyendo algunos RT que había hecho a sus fans, incluso había alguno que otro tweet en el que contestaba a sus fans, era tan mono, tan atento y parecía tan dedicado a todo aquello. Seguí bajando, y entonces encontré uno de la tarde pasada, no ponía la hora. Lo leí, “No solo dejo en Madrid a miles de beliebers, también te dejo a ti”. Me quedé alucinada, como podía tomarme eso... Dios, quién me mandaría a mí meterme en su perfil. Cerré la página, después apagué el ordenador. Me metí en la cama corriendo, ni tan siquiera di las buenas noches a mis padres. Cerré los ojos, intenté dormirme, obviamente no lo conseguía. Una larga noche se me presentaba. 

1 comentario:

  1. Bonito blog!
    Sigueme y te sigo! :)(L)
    http://noemih-unsuenioeterno.blogspot.com/

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