martes, 27 de septiembre de 2011

Efectos del alcohol.

[Narra Justin]
Hacía bastante rato ya que había visto marcharse a Ale con Scooter, y no tenía ni idea de dónde estaban, estaba seguro incluso de que había pasado más de una hora, ¿dónde coño se habían metido? Noté de inmediato la “gracia” que le había hecho a Ale que Selena estuviera ahí, era casi la misma que me hacía mí, pero ella tenía la oportunidad de escaparse y no iba a negárselo; pero llevaba demasiado tiempo sin saber nada de ninguno, me estaba preocupando. Me pareció como si Scooter hubiera escuchado mis pensamientos porque justo en ese instante apareció detrás de mí, sujetándome el hombro con fuerza.
-Justin, necesito que vengas un momento. –susurró en mi oído.
Su tono de voz me preocupo, me giré lentamente hasta encontrarme con su cara.
-¡Hey Scoot! ¿Dónde te metes tío? –chilló Chris.
-¡Eso tío, –exclamó Ahser. –hemos pensado que la habías robado la novia a tu chico! – dijo mirándome.
Todos rieron sonoramente excepto yo, incluso Scooter, intentando ocultar la angustia de su rostro. Volví a mirarle.
-En serio Justin, ven conmigo. –dijo serio.
-Bueno chicos, si nos disculpáis. –dije educadamente, ellos me miraron. –Nosotros nos vamos.
-Pues nada maquina, ya nos veremos, ¿no? –dijo Ahser despidiéndose.
-Tenlo claro tío.
Empecé a alejarme de ellos.
-¡Y cuida a esa preciosidad de niña que tienes en tus manos hermano! –oí como me chillaba Chris.
Me giré, le sonreí en forma de respuesta. Miré de pasada a Selena que sonreía, correspondí su sonrisa, después seguí a Scooter hasta dónde me conducía.
Llegamos hasta unos sofás blancos al final de la estancia, allí estaba sentada Ale. Medio tumbada, con la cabeza echada hacia atrás contra el respaldo del sofá.
-¿Qué le ocurre? –pregunté a Scooter antes de acercarme a ella.
Me miró preocupado.
-Pues eh tío... –se calló.
-¡Me quieres decir que coño pasa!
Unas cuantas personas a nuestro alrededor nos miraron.
-Cálmate Justin. –le miré esperando a que siguiera hablando. –Que, a ver, hemos estado bebiendo...
-¿Y?
-Pues, que se ha pasado un poco.
-¿Qué tan poco?
-Esto, se ha bebido 7 Bloody Mary, más algo que se habrá bebido mientras no estaba.
No dije nada, ¿qué iba a decirle? Técnicamente no era su culpa, aunque podría haberla controlado un poco.
-¿Justin?
-¿Qué tan mal está? –dirigí mi mirada hacia ella, él hizo lo mismo.
-Eh, bueno...
-Contéstame. –dije seco.
-Digamos, que no está muy bien.
Me acerque a ella deprisa, me senté a su lado, puse mi mano en su pierna.
-¿Ale, estás bien?
Alzó la cabeza, sonrió.
-¡Justin! –se lanzó a mis brazos. Apestaba a alcohol.
Noté de inmediato lo borracha que estaba. Me giré en busca de Scooter, le pedí que viniera.
-Lo siento ti...
-Nada, déjalo. –le interrumpí aún con Ale entre brazos. –Hazme un favor, y ve a buscar a Kenny.
-Puedo llevaros yo sí quieres.
-No, de verdad. Ya haz hecho mucho. –dije con ironía y él me miró avergonzado. –Solo busca a Kenny.
-Está bien. –empezó a andar
Me di cuenta de que me estaba pasando con Scooter, al fin y al cabo no era su culpa, probablemente solo estaba tratando de ayudarla, y eso al fin y al cabo me ayudaba a mí también.
-Scooter, espera. –se giró. –Lo siento, sé que no es tu culpa, solo que...
-Tranquilo tío. –sonrió. –Te entiendo. –después se giró y fue en busca de Kenny.
Separé a Ale con suavidad de mí, la recosté un poco el sofá, yo me incorporé para poder mirarla.
-Ale. –abrió los ojos, me miró. –Cielo, ¿estás bien?
-Claro, por qué no iba a estarlo... –dijo con trabajo.
Cerró los ojos, me mentía estaba claro, ¿o no? Quizás no estaba en un estado tal como para un coma etílico, tal vez solo se había pasado.
-¡Justin! –me giré.
Me encontré de nuevo con Scooter y con Kenny a su lado.
-¿Qué ocurre Justin? –preguntó Kenny.
-Kenny, vámonos.
-Pero...
-Por favor. –le interrumpí.
Él asintió.
-Voy a por el coche, vosotros esperadme en la puerta.
Asentí. Scooter se acercó a mí, entre los dos levantamos a Ale fácilmente, opuso un poco de resistencia, no quería marcharse. Pero es tan ligera...
La apoyé en mí y la cogí de la cintura, anduvimos hasta la entrada donde esperé con Scooter. Kenny no tardó en aparecer con el coche, así que la monté en él.
-Tío siento todo esto de verdad. –me dijo Scooter.
-Scooter. –puse mi mano en su hombro. –Y te digo yo, que esto no ha sido tú culpa, así que nada tío, tranquilo. –le sonreí.
Sonrió, después me monté en el coche, Kenny arrancó y yo miré por la ventanilla como Scooter observaba nuestro coche alejarse. Durante el camino no dijimos nada ninguno, incluso me pareció que Ale se había quedado dormida. Kenny siempre es muy prudente, y sabe cuando decir algo y cuando no, siempre he admirado eso de él. Llegamos rápidamente a casa, me había confundido Ale no se había dormido, lo agradecí la verdad. Bajamos del coche, y Kenny se fue a pesar de que me había insistido en ayudarme, pero estando en casa ya era todo más fácil. Con suerte mi madre y Valery estarían arriba. Abrí la puerta de casa lentamente, sin hacer ruido. Entré, todo estaba apagado. Encendí la luz del pasillo para lograr subir las escaleras a pesar de tener a Ale apoyada en mí. A duras penas logré subir sin hacer ningún ruido. La verdad es que dentro de todo, había tenido suerte con que Ale fuera una borracha tranquilita, todo lo contrario a mí, era una suerte dentro de todo. Al subir las escaleras la primera habitación que me pillaba era la mía, así que me apresuré a entrar en ella. La deje en la cama, se tumbó de inmediato tan larga y cuan ancha era, no ocupaba mucho aún así. Me senté a su lado un momento, no tenía muy claro que hacer ahora. Tal vez debería llevarla a su habitación y meterla en la cama para que durmiera la mona, pero llevaba el vestido y era un vestido realmente precioso, se estropearía si se lo dejaba puesto, pero quitárselo... Fue ella misma quien me sacó de mis pensamientos. Estaba detrás de mí, rodeándome con sus brazos, y besando mi cuello, cerré los ojos, me gusta cuando hace eso. Subía por mi cuello dando pequeños mordisquitos a la vez que sus manos acariciaban mi pecho. Cada vez subía más, hasta encontrarse con mi boca, me besó. Me encantaban sus labios, pero eso no quitaba que supieran a alcohol. Me aparté un poco de ella, no es que me diera asco, pero tampoco era muy agradable. Me miró fijamente a los ojos, noté de inmediato el deseo que había en ellos, el brillo que había en ellos lo chillaba a los cuatro vientos; bajó su mirada a mis labios, se relamió. Me gustaba, y me estaba dejando llevar. Se lanzó a mí, a mis labios. Le seguí el beso, sus dulces labios calientes y húmedos podían más que el olor a alcohol, que cada vez pasaba más por alto. Aquel beso iba cada vez a más, ella había abierto paso a su lengua en mi boca, y yo no le hice el feo, era más apasionado por segundos, finalmente terminamos tumbados en mi cama besándonos, rozándonos. No notaba ya nada ese olor a alcohol, para mí había desaparecido. Ella empezó a pasar sus manos por mi pecho, yo tenía mis manos en su cintura, desabrochó un botón de mi camisa. Me separé de sus labios la miré. Ella sonrió pícara.
-¿Qué? –preguntó inocente.
No contesté tan solo volví a besarla, la verdad es que no me importaba, claro que no. La verdad era que me apetecía que lo hiciera, la verdad era que me apetecía bajar a mis manos a su culo, incluso subirlas a su pecho. Volvió de nuevo a mi camisa, desabrochó un botón más e introdujo su mano, el tacto de su mano fría con mi pecho caliente me puso la piel de gallina, me gustaba, quería que siguiera, y no lo dudé. Me separé de ella y me incorporé un poco, me quité chaleco, lo lancé al suelo. Ella rió pícara, yo mordí mi labio inferior. Me senté del todo, y ella sobre mí. Me besó, después desabrochó otro botón. Tenía media camisa desbrochada, ella sentada encima mía y pasando ahora sus dos manos frías por mi pecho, estaba seguro que algo ahí abajo estaba apunto de despertarse, y podría haberla parado, podría haberlo evitado todo, pero no lo hice, seguí. Ya o podía más, bajé mis manos a su culo, y las deje ahí, me apetecía tocarlo, sentirlo, a ella no pareció disgustarle, la junté más a mí. Nos besábamos con frenesí, ella terminó por desabrochar todos los botones de mi camisa, no me importó, claro que no. Me la quité y la lancé al suelo. Se separó de mí, me miró, bajó por mis abdominales examinándolos uno a uno con cuidado, se relamió después volvió a besarme. Yo ya no podía más, y mucho menos mi “amiguito”, sentí de inmediato como crecía debajo de mis pantalones, al igual que ella. Se separó, me miró, por un momento creí que le había molestado, pero no, nada de eso. Soltó una sonora carcajada, se mordió el labio inferior y esta vez fui yo quién me lancé a sus labios. Estaba como una moto, y estoy seguro de que ella también lo estaba. Moví mis manos de su culo y las coloqué en su cintura, las subía y las bajaba continuamente, pero aún tímido y sin llegar a su pecho, no estaba seguro. Ella lo notó y sin separarse de mí cogió una de mis manos y la condujo hasta su pecho derecho, lo apretó. Aquel movimiento suyo accionó algo en mí, no dude un segundo más y subí mi mano hasta su otro pecho. Ahora yo subía y bajaba mis manos de su cintura a su pecho y de su pecho a su cintura, mientras ella recorría mis abdominales y mi pecho con sus manos, y de vez en cuando también reparaba en mi culo, al igual que hacía yo con el suyo. De pronto, se alejo de mí, se soltó el pelo, y se deshizo se su vestido rosa chillón, quedándose en sujetador y bragas, reparé en ellos un momento, un conjunto rosa pálido se disimulaba entre su piel morena, le sentaba genial, me percaté de que tenía alguna transparencia en sitios estratégicos, aquello me excitó y ella lo notó, no le di tiempo a reaccionar, me lancé a su boca, comiéndomela entera. Estaba más caliente por momentos, no podía evitarlo. Y no sé como sucedió, pero entonces, su mano bajo hasta mis pantalones, buscó mi paquete y lo apretó, no pude ni tan si quiera reprimir el gemido que salió entrecortado de mis labios. Buscó el botón, lo desabrochó, bajo la cremallera y los abrió. Se separó para mirar, yo bajé también la vista. Un bulto debajo de mis calzoncillos rojos se asomaba entre mis pantalones. Me sonrojé, lo sé, pero ella alzó de nuevo la mirada hasta encontrase con mis ojos y sonrió pícara. Me excitaba, y mucho, y estaba claro que ella era conciente de ello. Coló su mano en mis pantalones, sobándome, otro gemido salió de mi boca, ella sonrió de nuevo. No podía más, estaba punto de abandonarme a sus manos, sentía que no me quedaba otro remedio. Con una de sus manos en mis pantalones y su lengua en mi boca yo estaba cada vez más excitado y sentía como ella estaba húmeda también. Volvió a apartarse, buscó mis ojos y me miró fijamente, presentí lo que iba a hacer, y mirándome así estaba buscando mi aprobación, y yo, no me negué. Bajó poco a poco mis calzoncillos hasta dejarla fuera, los dos bajamos la mirada, yo ya ni me sonrojé, estaba tan excitado que verdaderamente había perdido el control sobre mí mismo y mis acciones, me pareció que por un momento ella se abrumó un poco, pero después volvió al estado de euforia anterior. La cogió con una mano y empezó a subir a y a bajar su mano, bufé, ella gimió, se relamió, aumentó el ritmo, definitivamente había perdido el control, yo también había bebido una o dos copas, pero aquí el alcohol no estaba teniendo un papel, no en mí. Yo no podía resistirme más, e hice lo que llevaba tiempo queriendo hacer, bajé mi mano buscando su sexo, metí mi mano en sus bragas y empecé a acariciarla suavemente, delicado, esta vez fue ella quién gimió. Nos mirábamos a los ojos comiéndonos con la mirada mientras explorábamos el cuerpo del otro. Yo estaba en un estado de éxtasis, y ella andaría cerca, cuando de pronto paró en secó, yo no pude hacer más que parar también. Nos miramos, reímos sin saber porqué, entonces nos lanzamos uno en busca de la boca del otro. Volvíamos a besarnos frenéticamente, hasta que terminamos tumbados el uno sobre el otro, tras unos minutos así sin tan siquiera parar a respirar ella paró nuevamente. Miró mis ojos ardientes de deseo, deseo por ella, por sus labios, por su cuerpo. Y sin el más mínimo aviso empezó a besar mi cuello, bajando poco a poco, pasó por mi pechó, fue bajando por cada uno de mis abdominales, hasta llegar a mi marcado abanico, yo no tenía los calzoncillos subidos, y estaba muy cerca de su cara, de sus labios, ¿no le molestaba? Entonces caí en la cuenta. Me incorporé un poco, pero justo en ese momento se la metió en la boca. El dulce tacto de sus labios con mi miembro, el calor adicional que le proporcionaba su boca y las cosquillas que me producía su lengua al rozármela me echaron hacia atrás. Bufé. No había sentido nada igual en mi vida, nunca antes había, me habían hecho eso. Con Caitlin y Jasmine ni tan siquiera me lo plantee, era un crío. Un espasmo producido por su boca me recorrió impidiéndome pensar. Y con Selena, con Selena llegué en ocasiones a lo primero, pero no a esto, y no porque ella no quisiera, sino porque yo no se lo permití. Otro espasmo. Pero en cambió ahora Ale, ahora Ale lo estaba haciendo, pero tenía que pararla, sí. No es que no me gustara, sino que no me parecía correcto, ella estaba bajo los efectos del alcohol, y aunque yo no la estaba obligando, ella no estaba siendo conciente, probablemente mañana ni se acordaría. Bufé. Me estaba pareciendo hasta inmoral dejar que siguiera. Gemí. Me incorporé rápidamente, la separe. Me miró asombrado.
-¿No te gusta?
-Sí pero...
-Pues ya está. –se dispuso a seguir.
-No. Ale, no. Esto no está bien.
Me separé de ella, subí mis calzoncillos, me levanté de la cama y abroché mis pantalones. Era como si me la estuviera protegiendo de ella, pero en realidad era al revés. Estaba protegiendo a Ale.
Ale se tumbó en la cama semidesnuda. Me giré para mirarla y ella empezó a reírse. Bajé la mirada, aún era evidente la erección debajo de mis pantalones.
-Aiis Justin, no te puedo dejar así. –extendió una mano intentando cogerme.
-Tranquila, ya me compensarás otro día. –lo dije totalmente convencido.
Y es que en otra situación no me hubiera importado que siguiera, pero no así. No era conciente de lo que hacía, de nada de lo que hizo. Ahora incluso me sentía culpable.
-Vamos, si a mi no me importa. –dijo pícara.
Me acerqué a ella, el único remedio que conocía contra lo que ella llevaba encima era uno. La cogí de una mano haciendo que se levantara. La llevaba a rastras detrás de mí, pero el caso es que la llevaba. La llevé hasta el baño, una vez ahí la metí en la ducha.
-¿Justin, qué haces?
-Es por tu bien.
Seguido abrí el grifo del agua fría.
-¡Aaah! ¡Está... está fría! –tembló.
Cerré el grifo y la saqué de la ducha, la miré de arriba abajo, ahora estaba más sexy, las gotas de agua le caían por todos sitios y su ropa interior se transparentaba más aún. Cogí una toalla y la rodee  con ella. La llevé de nuevo hasta la habitación y la senté en la cama. Ya no decía nada, estaba como muerta, pero temblaba de frío. Fui a mi armario y saqué una de las camisetas viejas que usaba yo para dormir, se la di.
-Ale, escúchame. –me miró. –Quítate la ropa mojada y te pones esto.
Asintió. Yo me fui al baño, lo único que me faltaba era verla desnuda. En el baño me eché agua en la cara, comprobé que la erección había bajado, después me quité los pantalones y salí de nuevo a la habitación. La toalla estaba en el suelo con su ropa interior encima. Y ella sentada en la cama con mi camiseta que más bien parecía un camisón, pero mejor, así le tapaba todo lo que tenía que taparle. Cogí mi ropa que estaba tirada por ahí y la eché al cesto, después saqué de mi armario unos pantalones y una camiseta viejos, me los puse. Recogí la toalla y la llevé al baño a secar, después la ropa de Ale y a Ale entre mis brazos. Abrí la puerta de mi habitación y me asomé, todo estaba en silenció, salí con cuidado hasta la otra habitación. Senté a Ale en su cama, puse su vestido sobre la silla, eché su ropa interior al cesto, abrí su cama y la acosté. Besé su mejilla cariñosamente y la cubrí con el edredón. Estaba dormida, o al menos estaba en ello. Yo volví corriendo a mi habitación, abrí la cama y me metí en ella. Había sido un día muy largo, y mañana sería muy duro explicárselo todo. 

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