martes, 13 de septiembre de 2011

Un mes...

Llegué a la puerta principal, el portero la abrió, y justo antes que de esta se cerrara tras de mí, eche la vista atrás, tan solo pude ver como Justin se metía en el coche acompañado de Kenny.
-¿Dónde están las chicas? –pregunté al portero.
-La esperan en el jardín señori...
-Sí, vale, gracias. –le corté rápidamente, como volviera a decir la palabra señorita, le mataba.
Me encaminé de prisa al jardín; y ahí vi a Emma que estaba de pie junto a sus padres, y estos junto a los míos, pero no había rastro de Sammy y Serena. Me acerqué a ellos.
-Bueno, ya estoy aquí, ¿qué pasa?
-Estábamos esperándote. –dijo mi padre.
-Lo siento.
-¿Dónde estabas? –preguntó él.
-Eh... –miré a mi madre.
-Estaba ocupada, tranquilo. –intervino mi madre, le sonreí.
-Nos iremos ya en un rato eh. –dijo mi padre.
-Vale, ¿queda alguien? –pregunté.
-No, ya se han ido todos. –me dijo Emma.
La miré, parecía un poco enfadada. Creo que debía hablar con ella.  Me acerque un poco a ella.
-Ven, podemos hablar. –le dije bajito.
-Eh, sí... –empezamos a alejarnos.
-¡No tardéis mucho! –chillo el padre de ella.
No nos fuimos muy lejos, nos sentamos en las escaleras que daban paso al jardín.
-¿Bueno, se puede saber qué te pasa? –pregunté.
-¿A mí? A mí no me pasa nada, no soy yo la que ha desaparecido toda la noche.
-Joder, tía... Lo siento, tiene una explicación.
-Ya me lo imagino. – ¿Qué se lo imaginaba? No creo, pero dejé que siguiera. –Y nos da igual tía, a todas, tú sabrás, pero podrías habernos avisado al menos, ¿sabes?
No la entendía, creo que se estaba confundiendo.
-Emma, ¿qué crees que ha sido lo que he hecho esta noche?
-Tía, no te hagas la tonta... –me quedé callada, era imposible que lo supiera. –Hemos visto a Edu rondando por aquí. –siguió.
“¡EDU! ¿Qué cojones había hecho ese aquí? Desde luego yo no le había invitado, ahora si que me arrepentía de haber puesto lo de los 3 invitados... ¿Quién coño había sido el retrasado que le había traído? Todos en el instituto sabe como está la cosa entre Edu y yo” Fue lo primero que pensé al escuchar su nombre, al escuchar que había estado aquí. Os preguntaréis quién es Edu... Muy fácil, Edu es mi ex. Todo había acabado hacía meses, pero no acabó bien, y para mí había sido muy difícil, lo había pasado fatal. Y desde aquello no nos habíamos vuelto a hablar.
Reaccione tranquila, si me alteraba o me sorprendía se daría cuenta de que no había estado con Edu... Al final me iba a servir como coartada y todo...
-Tía, yo... No sé. –dije dudosa.
-Ale, -se acercó a mí. –Si, no pasa nada... tú sabrás, lo único que no queremos que vuelvas a pasarlo mal. –me abrazó.
Yo de le devolví el abrazo tiernamente, no le había dicho que sí, pero tampoco le había dicho que no, así que no la estaba mintiendo. Aunque no me gustaba tener que ocultarle nada, pero no podía contarle lo de Justin, no lo entendería, claro que en algún momento tendría que hacerlo, pero este no era el más indicado.
-¡Chicas, vamos! –oímos chillar a mi padre.
Ambas nos levantamos y fuimos hasta allí, después anduvimos todos juntos hasta el parking, y al llegar allí, nos despedimos. Mi madre y yo nos montamos en el todo terreno, no sin antes apartar todos los asientos de detrás, abrir el maletero y meter mi moto nueva. Mi padre me había dicho que vendría a por ella mañana a primera hora, pero yo no estaba dispuesta a dejar allí. Así que la metimos en todo terreno como cupo, mi padre se montó en su Mercedes, después salimos de allí. Al llegar a casa me cambié rápidamente, estaba realmente agotada, me quité todo y me puse el pijama, luego me metí en la cama, y antes de cerrar los ojos para caer en un profundo sueño, miré aquella A que brillaba en mi regazo, la apreté fuerte, sonreí y cerré los ojos. Al día siguiente tuve la comida familiar, no os interesaría, así que me la saltaré, eso si, recibí más regalos aún, no estuvo nada mal.

Los días siguientes, transcurrieron como otro cualquiera, exceptuando el pequeño detalle de que yo no paraba de pensar en Justin, él estaba en todo momento en mi cabeza, recordaba su voz, sus manos, sus ojos, su sonrisa, sus labios... Uf sus labios.
Aún no me había llamado, pero no me preocupaba, sabía que lo haría. Lo que tampoco había hecho era hablarlo con mi padre, mi madre había dicho que eso iba a ser mejor hablarlo el sábado, tranquilamente y sin mencionar a Justin. Tenía razón, si sabía de la existencia de Justin, me mataría, o bueno eso no, pero entonces se negaría rotundamente. Ah, bueno, y tampoco había hablado con mis amigas sobre lo de que me iba, aún no lo veía muy oportuno contárselo, creo que esperaría hasta la última semana, iba a ser lo mejor, así, ninguna se rayaría ni lo pasaría mal, vale he de reconocer que yo no estaba muy afectada, era raro, incluso llegué a pensar que era una egoísta, sí, egoísta por irme así sin más, y bueno, porque no es que me sintiera muy mal por eso, por dejarlas. Pero es que Justin... Él era tan especial, se había abierto un hueco bastante grande en mi corazón en muy poco tiempo, y sentía que si no estaba lleno pronto, me rompería en mil trozos. Tal vez ya podía llamar “amor” a aquello, pero preferí no ponerle etiquetas.
El sábado llego, había llegado el momento de contárselo a mí padre, así que después de la hora de comer, mi madre, mi padre y yo nos reunimos para hablar en el salón. Decidí dejar a mi madre hablar, iba a ser lo mejor. Ella empezó a hablar, a contarle a mi padre que yo quería irme a estudiar fuera, que quería mejorar el inglés, que me iría a un colegio interno  en Atlanta, mintió sí, peor lo hizo por mí, y se lo agradeceré siempre.
Al principio mi padre se quedó sorprendido, le parecía raro que quisiera dejarlo todo así de repente, incluso hubo un momento en que ni se lo creyó. Hasta que por fin, después de casi una hora hablando con él y dándole explicaciones, aceptó, dijo que incluso le parecía buena idea. La verdad es que fue un alivió que mi padre aceptara, no es que pensará que no fuera a hacerlo, pero vamos, que fue un peso menos. Ya solo quedaba lo más complicado: contárselo a mis amigas.
La verdad es que el tiempo pasó rápido, pensaba que me iba a resultar eterno, pero no fue así. Entre que la primera semana fue muy tranquila, la segunda y la tercera que estuve petada de exámenes, los finales, y la cuarta me lo estuve pasando genial con mis chicas, se me pasó volando, ah bueno claro y sin olvidar que Justin me llamaba cada domingo, eso era lo que las acortaba más aún. Hablábamos de todo y de nada, nos contábamos lo que nos había pasado durante la semana, y contábamos una y otra vez los días que quedaba, incluso había momentos en los que permanecíamos callados, escuchando tan solo la respiración del otro, era relajante saber que al otro lado del teléfono estaba el otro, no sé por qué, pero lo era. Sinceramente, cada palabra o risa era especial. Mi madre también habló con su madre, y vaya dos. Terminaron hablando más que nosotros. A ambos nos parecía increíble, aunque bueno, preferíamos que se llevaran bien, era un punto a nuestro favor.
Finalmente llegó la quinta semana, habíamos terminado ya con todo en el instituto, tan solo tendríamos que ir esa semana a por las notas. Estaba ya realmente nerviosa, no me quedaba nada, la Navidad iba ya a pasarla allí, mi madre vendría conmigo la primera semana y se marcharía antes de que empezaran las clases; así que ambas pasaríamos las fiestas con Justin y su madre. A mi padre no le importó, dijo que aprovecharía esa Navidad para ir a ver su tío abuelo en Groenlandia.

Era martes 20 de diciembre, había quedado con las chicas. Íbamos a ir a por las notas al instituto, y después, como cada día de notas, nos iríamos al cine y comer las cuatro juntas. Y bueno, además ya les había dicho que tenía algo que contarles, iba a ser muy difícil. Alrededor de las 2:00 habíamos llegado ya al Xanadú. Nada más llegar nos fuimos directas al Burger King, nos pedimos cada una lo de siempre y después nos fuimos a la mesa. Y mientras comíamos Emma sacó el tema.
-Bueno tía, que es eso de lo que tenía que hablarnos... –dijo Emma.
-¡Eso, eso, tía! Que nos tienes intrigadas. –la apoyó Serena.
Tragué saliva, di un sorbo a mi Coca-Cola, después las miré a cada una, las tres me miraban ansiosas.
-Pues... –dudé, me callé. Era más difícil de lo que creía.
-¿Sí? –pregunto Sammy que estaba frente a mí.
Lo mejor iba a ser soltarlo de golpe, así que di una gran bocanada de aire, después lo solté rápidamente.
-Pues que me voy.
Hubo un silencio momentáneo, parecían no entenderlo.
-¿Cómo que te vas? –preguntó Sammy.
-¿Dónde te vas? –preguntó Serena.
-Pues, que me voy... Fuera. –contesté seca.
-Tía, no ves que no estamos entendiendo una mierda... ¡Quieres explicarte bien coño! –dijo Emma, parecía cabreada.
Volví a beber de mi Coca-Cola.
-Pues tía, que... a ver, que me voy. Me voy a estudiar fuera, a Atlanta.
-¡A Atlanta! –exclamó Sammy.
-Tía eso esta a tomar por culo. –dijo Serena.
-Lo sé pero...
-¿Cuándo te vas? –me interrumpió Emma.
-Eh... Esto...
-Contesta. ¿Cuándo te vas? –volvió a preguntar.
-El... –me callé, me miraron. –En dos días.
Hubo un silencio, ninguna decía nada, parecían no creérselo. Después de un rato Emma se levantó y salió corriendo, intenté seguirla pero Serena y Sammy me dijeron que sería mejor que no lo hiciera, que tenía que darle un momento. Asentí, tenían razón. Volvió aquel silenció que hacía un rato nos había invadido, las miré, pude ver como por los ojos de Serena se derramaban unas pequeñas lágrimas, no podía aguantarlo, me odiaba a mí misma por hacerles lo que iba a hacerles, por dejarlas. Pero es que no podía evitarlo, Justin era demasiado, y bueno, no quería desperdiciar esa oportunidad. Sammy rompió el silencio.
-¿Por qué te vas?
-Ha sido decisión de mis padres. –metí, no me gustaba hacerlo, pero, ¿qué otra opción tenía? –Creen que es lo mejor para mí, para mi futuro.
Volvió el silencio. Lo odiaba. Pero no tardó en volver a romperse.
-¿Por qué no nos lo contaste antes? –sonó una voz justo detrás de mí.
Me giré y ahí estaba Emma, roja como un tomate, probablemente de furia, pero también tenía los ojos empapados en lágrimas.
-Yo, lo siento... Pero pensé que si os lo contaba antes, cuando se tomó la decisión, sería peor. No disfrutaríamos el tiempo que nos quedaba, y yo no quería eso... En cambio así, así es más fácil. –me corregí. –Menos complicado.
-Bueno, eso es cierto. –dijo Emma volviendo a sentarse a mí lado.
-Os voy a echar de menos, no tenéis ni idea de cuanto. –dije yo entre sollozos.
-Y nosotras a ti tía. –dijo Serena cogiendo mi mano.
Después las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos como si de un río se tratara, a ellas le pasó lo mismo. Y tras un buen rato de sollozos, lágrimas, abrazos y demás decidí poner un alto.
-Tías venga vamos... –me sequé las lágrimas. –No podemos desperdiciar este día así.
-Tienes razón. –dijo Emma haciendo lo mismo que yo.
Sammy y serena secaron sus lágrimas y sonrieron. Después de aquello, hicimos como si no hubiera pasado nada, y no volvimos a sacar el tema, ¿para qué? Ninguna de nosotros era masoquista. La tarde transcurrió con normalidad, como cualquiera de nuestras tardes de CC (Comida y Cine). Cuando nos despedimos les dije que esa sería nuestra última tarde juntas, pero que quería que fueran al día siguiente a verme a casa aunque sea, ellas aceptaron. Al volver a casa me encerré en mi habitación y lloré hasta que me quedé sin lágrimas y me quedé dormida. A la mañana siguiente mi madre me dejó dormir hasta que yo quisiera, ya que no tenía prisa por hacer la maleta, que me había dicho que me ayudaría. Mi padre ya se había ido a Groenlandia, se había ido el domingo por la noche, también me había costado mucho despedirme de él, en el fondo todo era muy difícil.
-¿Cariño? ¡Despierta cielo, son las dos de la tarde, la comida ya está! –chilló mi madre desde el salón.
Salí de la cama un poco hundida, ya que bueno, me estaba costando decir adiós a mi vida, pero otra parte estaba muy ilusionada, en menos de dos días podría estar ya con Justin. Mi madre y yo comimos hablando de cómo estaba, ya que me había oído llorar la noche anterior, se lo conté todo, y ella me escuchó atenta, después me dijo que esa era la decisión que yo había tomado, y que ya estaba viviendo una de sus consecuencias más inmediatas, que ya me había advertido que sería difícil. Sí tenía razón, estaba siendo ahora mucho más difícil, pero... Lo que vendría después ¿qué? Eso sería genial.
Al terminar de comer mi madre y yo recogimos todo, después comenzamos cada una con su maleta.
-Yo voy a hacer mi maleta. No tardaré mucho, que solo serán unos días... pero mientras ve sacando la ropa que hay que meter en tus maletas. –dijo mi madre.
-Vale, vale. Tranquila, tómate tu tiempo. Ah por cierto, esta tarde vendrán Sammy, Serena y Emma a casa, ¿vale?
-¿A qué hora?
-No sé, me imagino que después de las 7:00. –mi madre miró el reloj.
-Vale, tenemos tiempo de sobra. –sonrió. –A hora, manos a la obra. –reímos.
Ella fue a su habitación y yo a la mía. Encendí la mini cadena, Easy come, easy go... la música empezó a sonar, abrí el armario de par en par y empecé a sacar ropa.
Una hora después mi madre apareció en la puerta de mi habitación con una Samsonite mediana, roja chillón. “Impresiónate” pensé, le había cabido todo en una maleta, bien es cierto que solo iba a estar dos semanas, pero joder, cuándo nos vamos de vacaciones un mes yo me llenó mi maleta grande y casi media de mis padres. Pero en fin.
-¿Has sacado ya todo la ropa? –preguntó dejando la maleta en la puerta y entrando a la habitación.
-Eh, sí... –miré el montón de ropa que había sobre la cama. –Sé que es mucho, pero es que lo necesito todo.
Mi madre miró el montón.
-Jajajaja, pensé que te llevarías más.  –dijo sentándose en la cama.
-Jajaja, he quitado algunas cosas. Pero creo que no me falta nada y tampoco me sobra.
-Ya bueno, pero en el caso de que te faltara, Justin no creo que tenga problema en dártelo.
Sí, eso era cierto, pero no quería depender ni de él ni de su dinero.
-Sí, ya... Pero no pienso depender de él mamá.
-Lo sé cariño, por eso tengo algo para ti. –sonreí. –Trame mi bolso.
Salí corriendo de mi habitación, fui al salón, lo cogí y volví.
-Toma. –dije aún sonriendo.
Mi madre sacó un sobre del bolso y me lo dio. Yo lo miré fijamente, ¿Qué podía ser aquello? Era tan solo un sobre blanco con mi nombre en él y poco más.
-Ábrelo mujer.
Lo abrí, y del sobre saqué una tarjeta de crédito nueva, con mi nombre en ella y número de cuenta. Pegué un chillido.
-Quiero que la uses con responsabilidad.
-Claro que sí mamá. –me lancé a sus brazos.
-Tendrás un crédito de 200 $ al mes. Pero aún así debes usarlos con responsabilidad, y no tienes que tener prisa por gastártelo.
-Vale, vale. –me puse de pie. –Seré responsable.
-Guárdala en un sitio seguro, y vete al trastero por tus maletas.
-Vale. –la metí en mi cartera. –Las llaves están en la entrada, ¿no?
-Sí, date prisa.
Bajé al trastero rápidamente y cogí mis dos maletas Samsonite grandes, azul y morada.
Subí de nuevo a casa y entre mi madre y yo guardamos toda la ropa en las maletas. Nos había llevado más de una hora, estábamos matadas, pero hicimos el último esfuerzo y llevamos las tres maletas al salón. Después nos echamos en el sofá. Pero el telefonillo de casa no tardó en sonar. Fui a abrir, eran ellas. Subieron, llevaban con ellas una bolsa. Nos fuimos a mi habitación, y nos sentamos las cuatro en la cama formando un cuadrado.
-Pues, te hemos traído un regalo. –dijo Serena.
-Jaja, sí, ya lo veo. –señalé la bolsa.
-No sabíamos que comprarte, así que... –dijo Sammy.
-No hacia falta que me comprarais nada.
-Y no lo hemos hecho. –dijo Emma.
Me quedé callada.
-Pero esto te gustará más. –dijo ella cogiendo la bolsa.
Sacaron de la bolsa una caja rosa decorada con neutros nombres y fotos, era genial.
-Toma, ábrela. –Emma me dio la caja.
La abrí, e inevitablemente al mirar el interior, mis ojos se llenaron de lágrimas. Después empecé a sacar cosas. Dentro había fotos nuestras, muchísimas, más de 100, también unas cuantas entradas de cine, tickets de compra, las entradas del Parque de Atracciones, de la Warner y del Aquópolis. Era todo genial, desde luego mejor que algo comprado.
-Me ha encantado. –dije mientras daba un beso a cada una.
-Lo sabía. –dijo Emma.
Todas reímos, después empezamos a ver todas las fotos, y a recordar la historia que había detrás de cada una, al igual que con lo demás que había en la caja. Pasaron las horas, a las 10:00 llegó la hora de las despedidas, fue lo más difícil. Y nunca olvidaré la escena de las cuatro abrazadas con todas nuestras fotos de por medio y llorando, y como odio las despedidas, esta parte me la saltaré.
Después de que mis amigas se fueran, volví a mi habitación, mi madre estaba viendo las fotos.
-Es un detalle precioso.
-Sí, ya lo creo. –dije en un sollozo.
Mi madre se levantó de la cama y me abrazó.
-Recoge esto –dijo señalando las fotos y demás. –Y mételo en la maleta mientras yo hago la cena.
Mi madre salió de la habitación y yo recogí, mientras lo hacía no pude evitar derramar las  lágrimas. Cuando terminé lo metí en la maleta y fui a cenar. Mientras mi madre y yo cenábamos, su móvil sonó. Se levantó, fue a cogerlo y estuvo hablando más de media hora, era Pattie, la madre de Justin. Cuando colgó me contó lo que le había dicho, ya que aunque yo había escuchado la conversación, oír solo lo que contesta uno, no ayuda mucho a enterarse. Pattie la había llamado para confirmar el horario de salida de nuestro vuelo, la terminal y el número de vuelo; también para saber a qué hora llegaríamos aproximadamente, ah, y para avisarme a mí que Justin no iba a poder ir, que tenía que hacer cosas y que ya le vería por la noche en casa, que a recogernos iría ella con Kenny. Fue una decepción, me apetecía ver Justin ya, y bueno yo no conocía ni a Pattie ni a Kenny, eso iba a ser un cortazo. Después de que me lo contara nos fuimos al sofá a ver una película, y es que aunque mañana iba a ser un día muy largo, ambas estábamos muy ansiosas y bueno, eso no ayudaba a coger sueño. Al final terminé por quedarme dormida, no sé que hora era, pero era tarde, ya que a la mañana siguiente, cuando el despertador sonó a las 6:00 de la mañana, tenía la sensación de no haber dormido absolutamente nada.
Mi madre y yo nos levantamos con dificultad, mientras ella hizo el desayuno yo me duché, al terminar de desayunar se duchó ella y nos arreglamos. Yo no me puse nada especial, unos vaqueros cómodos, una camiseta y unas zapatillas, total, no iba a ver a Justin hasta la noche, y tendría tiempo de arreglarme más. Al terminar, mi madre llamó a un taxi. A las 8:30 estábamos ya en el aeropuerto, esperando a que anunciaran nuestro vuelo y pasar a la puerta de embarque. El vuelo salía a las 10:00 así que mi madre y yo pasamos las horas muertas leyendo un libro. Yo leía “Carolina se enamora”, y entre que el libro era precioso, y me recordaba a mis amigas, terminé derramando dos o tres lágrimas. Por fin anunciaron nuestro vuelo y mi madre y yo nos dirigimos a la puerta de embarque, llegamos de las primeras, así que no tuvimos que esperar mucho.
Subimos al avión, yo estaba de los nervios. Ahora resultaba que no me creía nada, sentía que era un sueño, y que en cuanto el avión despegara yo me iba a despertar. Pero no fue así. Tan solo llevábamos una hora de vuelo y mi madre ya se había dormido, yo aún seguía leyendo, “menos mal que me he traído en la mochila otros dos libros” pensé, porque me parecía que no me iba a dormir en esas 11 horas de viaje que me quedaban por delante. Pero me equivoqué, porque un rato después caí rendida en el asiento del avión. 

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