lunes, 31 de octubre de 2011

Menos mal.

Abrí los ojos despacio, la cabeza me iba a explotar, no sabía ni dónde estaba. Tenía el cuerpo dolorido, y mi campo de visión era muy corto, por no decir escaso, intenté incorporarme, pero me di cuenta de que algo me lo impedía. Alcé la cabeza, que es lo único que podía mover y me encontré con Ryan, acomodado en mi dorso. ¿Qué? Ahora sí que no entendía nada. Dejé caer mi cabeza, esperando encontrar algo suave donde acomodarme, pero en vez de eso, me dí de lleno con lo que me pareció al instante la cadera de Ale. Cerré los ojos, intentando recordar algo, lo más mínimo. Y entonces miles de fracciones de imágenes, de segundos, acuden a mi cabeza. Abrí los ojos bruscamente, y los froté. Deseaba que todo hubiera sido un sueño, pero es que en realidad no lo sé. No sé que cojones es lo que hice anoche con mi mejor amigo y mi novia. Bueno, en realidad lo sabía, lo que no quería era aceptarlo. Me incorporé deprisa, sin importarme a quien me llevaba por delante. Ale y Ryan se movieron, pero no se despertaron. Comencé a moverme por la habitación, intentando convencerme de que no. Que no había podido pasar lo que mi cabeza recordaba. Inspeccioné mi cuerpo. Estaba vestido. Completamente vestido, lo único que me faltaba eran las zapatillas; dirigí la mirada al sofá donde Ale y Ryan dormían el uno contra el otro. Vestidos, totalmente vestidos y al igual que a mí solo les faltaban las zapatillas. Las cosas no cuadraban, no cuadraban los hechos de la mañana con lo que mi cabeza me decía que había ocurrido. Tenía que despejar mis dudas. No podía seguir así. Me acerqué al sofá y comencé a sacudir el hombro de Ale y después el de Ryan hasta conseguir despertarlos a ambos. Ale se giro hasta darme la espalda, pero un segundo después volvió a mirarme, abrió los ojos y bostezó.
-¿Qué quieres? –dijo susurrando.
-Ryan despierta tío. –dije.
Ryan se levanto aún con los ojos cerrados, se sentó, frotó sus ojos y entonces los abrió. Nos miró a ambos, bostezó y contagió el bostezo a Ale.
-¿Qué cojones pasa tío?
-Este chico que esta tonto...
-¿Pero no os dais cuenta? –pregunté alterado.
Ale y Ryan se miraron, parecían no saber de lo que hablaba. Después volvieron a mirarme.
-Justin, ¿estás bien? –preguntó Ale.
-Es que si tío. ¿Qué es lo que te pasa?
Dios, pero cómo pueden si quiera preguntarme qué es lo que pasa. O sea, ¿no son concientes de lo que ha pasado anoche? O es que lo son pero les da igual. ¿Pero cómo pueden saberlo y no importarle? En ese caso, quién está más enfermo. Buf, todos. Los tres estamos enfermos. Comencé a dar vueltas por el salón, empezaba a ponerme más y más nervioso, además la cabeza iba a estallarme.
-Justin, ¿tan mal te ha sentado el tequila? –preguntó Ale.
Me dí la vuelta rápidamente parar mirarla.
-¿Me estás vacilando?
-¿Qué? –preguntó él.
-A ninguno nos ha sentado bien el tequila.
-Hombre, ya... Pero creo que a ti te ha sentado un pelin peor macho. –dijo Ryan.
-Venga ya. ¡Queréis dejar de hacer como si no hubiera pasado nada! –dije enfadado.
Volvieron a mirarse.
-Justin, ¿de que cojones estás hablando? –preguntó ella.
-Tío, no estás bien. ¿Quieres una aspirina?
-No, no estoy bien. ¡Y vosotros tampoco deberíais estarlo!
-Hombre, como sigas chillando así, te aseguro que no voy a estar bien. –dijo Ryan.
-Es que sí, quieres calmarte y explicarnos de qué va esto.
Parecía que de verdad no sabían nada, tal vez es que querían hacer como si nada hubiera pasado, ¿pero como iba a vivir así? No podría, no. Por mis cojones que íbamos a hablarlo.
-Dios, cómo ha podido pasar esto... –dije para mi mismo rascándome la nuca.
A pesar de ello me escucharon.
-¿Pasar el qué? –preguntó ella.
-¿De qué estás hablando tío?
Esto estaba cansándome, ya que había sucedido por lo menso que tuvieran el valor de afrontarlo.
-¡Joder tío, parad ya! Dejad de disimulad, me diréis que no os acordáis de lo de anoche.
Una vez más se miraron.
-Justin, me parece que el que no se acuerda que hizo anoche eres tú. –dijo Ale.
-Sí tío, además si estás hablando de eso, no fue para tanto. Era solo un juego.
-¿¡Solo un juego!? –dije alterado.
-Sí Justin, un puto juego. –dijo Ryan.
-¿Eso te pareció un puto juego? –pregunté.
-Sí. La cosa se puso algo caliente, pero ya está. –sentenció ella.
-¿Qué, un poco, caliente? –pregunté.
-Te recuerdo que tú no te negaste. –dijo él.
-Venga hombre, habláis de ello como si no tuviera importancia.
-Y es que no la tiene cielo, no le des más vueltas.
-Es que sí tío, relájate ya.
-Pero es que no os dais cuenta que las cosas ya no van a volver a ser lo mismo. ¿Cómo coño te miro yo a la cara ahora tío?
-Justin, ¿dé que hablas? –preguntó Ryan.
-Eh, Justin... ¿Qué es lo que crees que paso anoche?
Cómo que es qué es lo que creo que pasó anoche, pues lo que todos sabíamos. ¿O no? Es que me estaba confundiendo, ¿qué? Ahora sí que estaba hecho un lío.
Me acerqué a ellos lentamente y me senté junto a Ryan. Le miré.
-Justin, anoche cuando la botella se acabó, te quedaste dormido. –dijo Ale.
-¿Qué? –la miré estupefacto.
-Sí, caíste rendido, y no me extraña, llevabas una encima... Bueno, los tres. –continuó Ryan.
-Pero... ¿Y vosotros?
-Pues, recogimos, como pudimos, te quitamos las zapatillas, –Ale las señaló. –Volvimos al sofá, comenzamos a hablar y aquí el amigo se quedo dormido. –dio una palmada a Ryan en la espalda.
-Eh, que te quedaste tú primero. –dijo él.
-No, no. Te quedaste tú, que me quedé hablando sola de repente, y luego ya se me cerraron los ojos.
-Puede ser.
-Jajaja, pues claro que es.
-Y... ¿Y no pasó nada más? –pregunté.
-No. ¿Qué más iba a pasar? –dijo ella.
-Es que sí tío. ¿Qué pensaste?
Entonces caí en la cuenta, todo había sido un sueño, un sueño producido por el alcohol y el calentón de la situación. ¿Cómo había podido pensar que yo, Ale y Ryan íbamos a hacer tal cosa? Me había quitado un enorme peso de encima; no pude evitarlo y comencé a reírme.
-Justin tío, ¿qué te pasa? –preguntó él.
Pero yo no podía parar de reírme, no podía.
-Justin cielo, estás empezando a preocuparme.
Por fin conseguí calmarme.
-Ay... Es que, buf, es que... Jajajajaja.
-¡Quieres decirlo de una puta vez! –dijo Ryan.
-Es que he tenido un sueño que lo flipas.
-Bueno... ¿qué has soñado tú guarro? –dijo Ale.
-Jajaja, pues que tú, yo y este, nos lo montábamos. Y es que ha sido tan real tronco, que te juro que cuando me he despertado pensé que había pasado de verdad.
-Jajajajajajajaja.
-No me lo creo, dios... Que bueno. Jajajaja.
Los tres empezamos a reír como posesos, no podíamos evitarlo, y es que ahora era inevitable. Eso sí, estoy seguro de que tendría que haber ido a un psicólogo después de haber tenido un sueño así, pero no fui. Preferimos que fuera algo entre los tres. Ale había empezado a llorar de la risa y yo estaba apunto.
-Dios, ay madre. Jajajaja. Ay, a ver... ¿Y cómo que has soñado eso? –preguntó Ryan conteniendo a momentos la risa.
Me llevó unos minutos parar mi risa completamente, pero cuando lo hice empecé a hablar.
-Pues tío, supongo que el alcohol y ese juego raro.
-Eh, no le eches la culpa al juego. –dijo Ale, que ya se había calmado también.
-Es que sí tío, tú tienes una mente enferma y ya está. –dijo él.
-Bueno, sí, eso también.
-Jajajaja. Ais Justin...
-Necesitas un loquero tronco. –dijo Ryan.
-Ya, lo sé, lo...
Y antes de que pudiera terminar la frase una arcada acudió a mi boca y no pude hacer más que salir corriendo al baño y echar todo el alcohol que había metido en mi cuerpo la noche pasada.

[Narra Ale]
No terminó la frase, se levantó corriendo y segundos después oímos como vomitaba.
Nos miramos.
-Eh tío, habrás llegado al baño, ¿no maricón?
-Joder, sí tío. –el ruido de su cuerpo al doblarse se oyó de nuevo. –Gracias por preocuparte por mí.
Otro ruido más procedente del baño se escuchó. Ryan rió. Le miré mal, le metí un empujón y me levanté para ir a ver como se encontraba Justin.
-Que desconsiderado eres.
-Jajajaja.
Me digirí al baño, y al llegar pude ver a Justin doblado sobre el váter. Me acerqué a él, puse mi mano en su pelo y lo acaricié. Entonces volvió a vomitar. El baño comenzaba a oler a alcohol mezclado con nuestra cena. Una vez más vomitó, después se levanto, avanzó hacia el lavabo y bebió algo de agua.
Puse mi mano en su espalda y la acaricie.
-¿Estás mejor cielo?
-Sí, la verdad que sí.
-Anda, vamos al salón.
No dijo nada más, salió del baño conmigo detrás. Al llegar Ryan estaba en mismo sitio que antes, no sabía movido. Justin y yo nos sentamos a su lado.
-¿Qué tal campeón? –preguntó Ryan.
-Que gilipollas eres tío. –dijo Justin.
-Como se nota que no estás acostumbrado a beber tío. –dijo Ryan.
-Tienes razón, y como se nota que tú eres un puto alcohólico. –dijo él.
-Jajaja, no te lo niego.
-Venga, va. Parad ya.
Justin se dejo caer contra el sofá y echo la cabeza hacia atrás, después de un minuto de silencio, volvió a hablar.
-Ale, ¿y mi padre y Alice?
-Ah, tranquilo. Anoche le puse un mensaje a tu padre con tu móvil diciendo que por la lluvia habíamos venido a casa de Ryan, que yo me había quedado dormida y que pasaríamos aquí la noche.
-¿Te contestó?
-Sí, dice que ya no lleguemos muy tarde hoy.
-¿Qué hora es?
Me incorporé, cogí su móvil y miré la hora.
-Las 12:30.
-Buf... –le miré. –Será mejor que nos vayamos.
-¿Pero te encuentras bien?
-No, pero en fin... Hay que irse. –se incorporó.
Miré a Ryan que se había recostado en el respaldo del sofá y había cerrado los ojos.
-¿Ryan?
Abrió los ojos.
-¿Os vais?
-Sí...
-Va... va...
Me levanté, fui al comedor, cogí mi sudadera, me quite la camiseta de Ryan y me puse mi sudadera, no me apetecía ir al baño a cambiarme. Cogí mi abrigo y el de Justin y volví al salón. Busqué mis zapatillas, y las de él; se las llevé y yo me puse las mías.
-Venga vamos.
-Dios... me duele todo. –después comenzó a ponerse las zapatillas.
Cuando por fin terminó, se levanto y se puso el abrigo.
-Ryan, nos vamos tío. –dije.
Me miró, pero se limitó a despedirse con la mano, se había tumbado en el sofá y no tenía pinta de querer levantarse.
-Si eso esta tarde te llamamos.
-Nah... No os molestéis, no creo que vaya a moverme de aquí.
-Bueno, como quieras. –empezamos a alejarnos, pero antes de salir del salón me giré. –La camiseta esta junto a tu abrigo.
-Ajá...
No dijimos nada más, Justin y yo salimos de su casa, cerrando la puerta con cuidado de no hacer mucho ruido y nos dirigimos a la de su padre.

Aún no estoy segura de cómo logramos llegar en menos de media hora, y es que entre que yo no sabía dónde estábamos ni donde teníamos que ir y Justin estaba medio zombie, estoy convencida de que fue un milagro. No llamamos a la puerta, busqué las llaves que vi que Justin se había metido en el bolsillo de la chaqueta la noche anterior y abrí la puerta despacio. Eché un vistazo dentro, el ruido de la tele resonaba de fondo pero las risas de los niños eran lo que más destacaba. Abrí la puerta del todo y entre junto con Justin. Pensé que sería mejor no pasar por el salón, así que me dirigí con Justin a rastras a las escaleras y comenzamos a subir, pero nada más subir los cuatros primeros escalones una voz sonó tras de mí.
-Bueno, ya era hora no creéis. –dijo Jeremy detrás de mí.
Me giré despacio y con cuidado de nos soltar a Justin que se apoyaba en mi hombro medio dormido.
-Hola Jeremy. –sonreí.
Justin abrió los ojos.
-Ay va. –dijo en un susurro, pero él lo escucho, después cerró de nuevo los ojos.
-¿Qué tal anoche?
-Eh, genial.
Jeremy miró a Justin.
-Sí, eso parece, eh.
Si hubiera estado yo sola no me hubiera pillado, pero el aspecto desalineado de Justin y su cara de zombie delataban nuestra diversión de anoche.
-No, no es lo que estás pensando.
Genial, acababa de decirle que era justo lo que pensaba.
-Ya, supongo que no.
Sonreí torcidamente.
-Anda idos arriba antes de que os vea Alice.
-Lo siento. –dije avergonzada.
Suspiró.
-¿Necesitas ayuda?
-No, ya puedo yo.
Sonrió, después se alejó de nosotros. Agradecí enormemente que su padre fuera tan comprensible, y es que hubiera sido un palo tremendo tener que darle  la verdadera explicación a su padre y Alice de por que no habíamos dormidos en casa, porque llegábamos a esta hora, y por que Justin parecía un puto zombie.
Cuando por fin logre llevarlo hasta la habitación, lo tumbé sobre el colchón supletorio con sábanas de Micke, Goofy y Donald y yo me senté a su lado intentado pensar en qué hacer.











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