jueves, 27 de octubre de 2011

Ryan.

Abrí la puerta principal y dejé pasar a Ale.
-¡Nos vamos!
Mi padre se asomó desde el salón.
-No llegues muy tarde, que ya sabes que a mí no me importa, pero Alice no se queda tranquila.
-No, tranqui papá.
-Justin, no vayáis muy lejos. –dijo Alice.
-No, tranquila. Estaremos por aquí cerca.
Después de decir eso cogí unas llaves de repuesto que había en la mesa junto a la entrada y salí. Me acerqué a Ale y comenzamos a andar en dirección al parque.
-Justin. –la miré. -¿Dónde vamos?
-A unas pistas deportivas que hay aquí cerca.
-Ah...
Anduvimos despacio el uno junto al oto, en silencio y sin mirarnos, como si lo tuviéramos prohibido, la situación comenzaba  tornarse incómoda. Pero entonces, volvió a hablar.
-¿Con quién hemos quedado?
La miré, pero tardé en contestar.
-Con unos amigos, ya lo verás, son geniales.
No dijo nada, se limitó a asentir. Todo estaba siendo un tanto raro, debería estar entusiasmado por presentarle a mis mejores amigos a mi chica, la chica de la que estoy enamorado, pero en realidad, estaba incómodo. Me apetecía verles, y mucho, pero en ese instante, no me parecían actividades compatibles estar con mi chica y con mis amigos; no cuando tenía un tema pendiente con ella. Aunque bien era cierto que si eso estaba pendiente era por mí culpa, pero lo que también era cierto, era que iba a seguir pendiente. Por fin llegamos al sitio acordado, pero allí no había nadie. Buscamos un banco nos sentamos y nos dispusimos a esperar en medio de la oscuridad y el silencio que inundaban el parque.
-Muy puntuales tus amigos... –dijo Ale con ironía.
-Ya bueno... –ni la miré.
Busqué el móvil en el bolsillo de mi chaqueta, miré la hora, eran las 22:10. Le hice una perdida a Ryan.
-No tardaran.
-Aja...
Dios, odiaba esta situación, pero es que ahora tampoco sabía cómo salir de ella. Sabía que yo solito me había metido en esto pero es que no tenía ni idea de que hacer, y me estaba cansando. De pronto sentí como Ale se acercaba a mí. Tal vez iba a ser ella quien terminara con esto, o eso creí.
-Justin. –cogió mi mano. –Dime que eso de ahí, son tus amigos.
Alcé la mirada y afine la vista, dos sombras a lo lejos se acercaban a nosotros, y conforme lo hacían, pude distinguirlos.
-Tranquila. –sonreí.
En ese momento, soltó mi mano, ¿qué coño pasaba? Cada vez entendía menos las cosas y me arrepentía cada vez más de haber reaccionado como reaccioné.
-¡Qué pasa Bieber! –chilló Chaz.
Yo me levanté y le salude.
-¡Maricón! –Ryan me dio un puñetazo en el hombro, después nos abrazamos.
-Cuanto tiempo hermano. Ya se os echaba de menos capullos.
-Jajaja, es que no te dejas ver sarasa. –contestó Ryan.
-Buah, es que no puede ser Bieber. –dijo Chaz.
-Ya bueno, ¿nos presentas, o qué? –dijo Ryan mirando el banco.
Ahí estaba Ale, sentada tímida, con la mirada baja, las piernas cruzadas y jugando con un mecho de su pelo.
-Ale. –la llamé.
Ella se levantó de inmediato y se acercó a mí.
-Estos son Ryan y Chaz.
-Hola. –dijo tímida.
Ryan no se cortó un pelo, puso una mano en su cintura la acercó a él y besó su mejilla.
-Yo soy Butler, Ryan Butler.
-Jajaja. Ale, solo Ale.
-Jajaja, encantado Ale.
-Bueno, y yo Chaz.
Él, que no iba a ser menos, imitó la acción de Ryan, pero quizás con menos soltura, Chaz ha sido siempre más cortado para estás situaciones, no como Ryan, que no liga con las chicas que le presento por respeto, si no...
-Bueno, ya hechas las presentaciones. ¿Dónde vamos? –dije.
-Mm, pues podríamos echar un partidillo, no tío. –dijo Ryan.
-¿Estás fumado o qué te pasa? –contestó Chaz.
-Es que sí macho. –contesté.
-Joder no, voy a casa a por la pelota en un segundo.
Chaz y yo nos miramos.
-A mí me parece genial. –dijo Ale con una sonrisa en la cara.
-¿Qué? –la miré.
-Sí, hace un frío de muerte. Y movernos un poco no vendría mal.
-Di que sí Ale. –le mostró una gran sonrisa y ella correspondió, después me miró a mí. –Justin, esta chica me gusta.
-Jajaja. –rió ella.
-Sí Ryan, a mí también.
-Bueno tío vamos, ve a casa. ¡Que nos quedamos helados! –dijo Chaz.
-¡Ahora vengo!
Ryan salió corriendo del parque en dirección a su casa, no entiendo como tiene tanta energía este niño, incluso en invierno y a -5º; nosotros nos acomodamos en el banco para esperarle.

[Narra Ale]
Estaba en el medio, atrapada entre Chaz y Justin que se habían juntado a mí por el frío; pero Ryan no tardó en volver derrochando energía y botando la pelota hasta nosotros.
-¡Eh venga! –dijo frente a nosotras y botando la pelota.
Un castañeo de dientes proveniente de la boca de Chaz salió, le miré.
-T-t-tengo f-frío.
-Jajaja. –sonreí.
-¡Pues venga cabrón, levántate!
-Joder Ryan que hace frío. –dijo Justin.
-¡Coño pues moveros maricones!
Chaz y Justin se miraron, una mirada cómplice, un segundo y después se acomodaron en el banco.
-¡Venga ya! –Ryan lanzó hacia nosotros la pelota con fuerza.
Me incorporé un poco, lo suficiente para alcanzar la pelota. Me quedé mirándola un segundo, alcé la vista y me encontré con Ryan frente a frente sonriendo de oreja a oreja.
-¡Venga Ale! –sonrió más ampliamente. –Tú no serás como estos dos.
Extendió su mano hasta ofrecérmela, la mire fijamente, dudé. Es verdad que hacía mucho frío, pero si me movía entraría en calor y además yo le había animado a que fuera a por la pelota. Así que cogí su mano y él me impulso hacia arriba, levantándome. Le tiré la pelota. La cogió, la botó y volvió a pasármela. La cogí y sin pensármelo dos veces salí corriendo hacia la cancha de baloncesto que había a unos cuantos metros de nosotros; Ryan corrió tras de mí. Empezamos a jugar, a mí nunca se me ha dado muy bien el baloncesto, pero tenía frío y estaba entrando en calor.
Tenía la pelota, intentaba quitármela, corría y el tras de mí, tiraba a canasta, fallaba, él reía, corría hasta él y le daba un puñetazo, reíamos y el salía corriendo a por la pelota, volvía y yo intentaba quitársela, no lo conseguía, se movía con aire de superioridad, se acercaba corriendo a la canasta y tiraba, encestaba, y reía. No sé cuantas veces se repitió esto, pero ya había entrado en calor y él estoy segura que también, y además, Ryan hacia que entraras en calor solo con estar con él, sé que no está bien, es su amigo, pero es que es inevitable no fijarte. La “jugada” volvió a repetirse una vez más, y cuando la pelota que había lanzado casi desde medio campo entro limpia en la canasta me miró con chulería.
-Lo ves, así es como lo hace un profesional.
-¡Anda! –le empujé.
-Jajaja, no pasa nada Ale, esto no es lo tuyo.
-¡Eh! –volví a empujarle. –Que es que yo no sé jugar a esto joder.
-Jajaja, pues eso haberlo dicho antes.
-¿Qué?
-Yo te enseño. 
Justo después salió corriendo a por la pelota y en un segundo volvió a colocarse a mí lado, me ofreció la pelota, la miré y después le miré a él.
-Vamos. –la acercó a mí. –Cógela.
Cogí la pelota con las dos manos y él se colocó detrás de mí, se pegó a mí cuerpo y cogió mis manos con las suyas. Giré la cabeza y me encontré con su cara pegada a la mía. Sonrió y yo hice lo mismo.
-Mira. –miré sus ojos. –No, no. Mira hacia delante, hacia la canasta.
Yo obedecí.
-Relaja los músculos de los brazos, no los tenses.
-Vale, vale.
Volví a obedecer sus instrucciones y me relajé. Sentí como alzaba sus brazos haciendo que los míos lo hicieran también, tanteo con ellos, haciendo intención de tirar. Gire la cara, sus labios estaban muy cerca, tenía unos labios impresionantes, desvié esa idea de mi cabeza inmediatamente, ¿qué coño estaba haciendo? Volví a mirar hacia delante. Entonces lanzó el balón, y como los tiros que había hecho antes, entró limpio. Se separó de mí.
-Lo ves, no es muy difícil.
-Jaja, si lo has hecho tú todo.
-Que no tonta.
-Jaja.
Ryan comenzó a quitarse el abrigo. Le miré expectante.
-¿Qué haces? ¿Estás tonto?
-Que no joder, si es que estoy hasta sudando macho.
Era cierto, o sea, que yo también tenía hasta calor así que le imité.
-¿Pero qué haces, estás tonta? –dijo imitando mi voz.
-Eh... –le empuje.
-Jaja, oye, al final vas a causarme algún daño físico, eh.
-Anda, mira que eres exagerado.
-Jaja, trae.
-¿Qué?
-La chaqueta.
-Ah... –se la di.
Él la cogió y volvió a alejarse corriendo en dirección al banco donde Chaz y Justin estaban sentados, dejándome a mí en medio de la cancha, pero, no tardó en volver.
-Bueno, ¿lo intentamos de nuevo, o qué?
-Claro.
Volvió a colocarse detrás de mí y lo repetimos, la pelota entro de nuevo.
-¿De nuevo?
-Sí.
-Pues ve tú a por la pelota anda, que voy yo siempre.
-Jaja, es que eres tú quien la mete siempre.
Nos miramos un segundo y empezamos a reír, aquello había sonado realmente mal.
-Sí Ale, sí. Yo las meto todas.
-Jajaja, no te creas Butler. –le guiñe un ojo.
Salí corriendo inmediatamente después, sin darle tiempo a que reaccionara. ¿Qué cojones estaba haciendo? ¿Estaba tonteando? No, la verdad es que no estaba tonteando, en realidad yo siempre me había llevado así con mis amigos, aunque tal vez para Ryan estaba siendo un poco raro. Volví junto a él con la pelota, se colocó detrás de mí y lo repetimos; la pelota entro. Pero esta vez me había dejado a mí un poco más suelta.
-Lo haces bien eh. –me dijo.
-Tú, lo haces bien.
No dijo nada más, salió corriendo a por la pelota y en un segundo estaba de nuevo a mi lado.
-Que rápido eres, eh.
-Jaja, pero no para todo, eh... No te vayas a creer que...
Le empuje.
-Buah, que tonto...
-Jajaja, no, no. Yo solo te aviso. –me pasó la pelota.
-Bah... Eso decís todos.
-¿Todos?
-Déjalo.
-No, no... ¿Qué pasa, eh?
-Que no pasa nada Ryan.
Claro que pasaba, y me gustaría contárselo, habíamos cogido ya bastante confianza, pero... No creo que fuera lo mejor, ni lo más apropiado.
-Qué pasa... Que el Bieber no te da lo que te tiene que dar.
Le lancé la pelota.
-Déjalo, ya está.
Volvió a pasármela.
-Está bien. Cómo tú quieras.
-Pues eso.
-Anda, inténtalo tú sola.
-¿Yo sola?
-Sí, ya verás como te sale.
Nos miramos, me animó con la mirada y yo me decidí. Me coloque como él me había enseñado, localicé la canasta, tanteé un poco con la pelota, respiré y lancé la pelota, involuntariamente cerré los ojos, pero volví  a abrirlos justo para ver como la pelota entraba limpia en la canasta.
-¡Eh tía, genial! –chilló Ryan.
-¡Aah! ¡Que la he metido tío!
Nos acercamos el uno al otro a la vez y sin pensarlo nos abrazamos.
-Si ya sabía ya que podías hacerlo.
-Hombre, eres un buen profesor.
-Jaja, y tú una buena alumna.
-Anda... –empuje su hombro con el mío.
-Tienes que dejar a hacer eso. Que tengo el hombro ya... Hecho polvo.
-Pero que quejica eres tío.
-¿Yo qujica?
-Sí, tú.
-Te vas a enterar de lo que es quejarte.
-¿Eh?
-Sí, sí...
Comenzó a acercarse a mí.
-Ya puedes empezar a correr.
Y así hice, salí corriendo y él me siguió.
-¡Te vas a enterar!
-¡Jaja, que no me pillas!
-¡Uy que no!
Miré hacia atrás, estaba más cerca. Intenté correr más rápido, pero justo entonces me cogió. Me alzó en el aire y me subió en su hombro; no me importó. Para mí estaba siendo un juego, ¿qué si no? Ryan es su mejor amigo, y sí esta bueno y demás, pero primero que nada, yo amo a Justin y segundo, Ryan es simplemente intocable. Pero eso lo sabía yo, y él, no hacia falta que aclaráramos nada ente él y yo, pero no pensé entonces en lo que Justin pudiera pensar.
Empecé a moverme sobre su hombro, a darle puñetazos en la espalda y a patalear.
-¡Ryan, suéltame!
-Jajaja.
-¡Qué me sueltes te digo! Jajaja.
-¿Quieres que te suelte?
-¡Sí, suéltame!
-¿Segura?
Miré a mi alrededor, ¿por qué no iba a estar segura? Entonces caí en la cuenta. Estábamos junto a los contenedores de basura.
-¿Te suelto?
-¡No, no, no! ¡Ni se te ocurra!
-No, no. Has dicho que te suelte.
Me aferré a él a su sudadera y me pegué a su cuerpo, el olor de su colonia me fascinó.
-Dilo.
-¿Qué?
-Que no soy un quejita.
-Jajaja, es que lo eres.
Hizo ademán de soltarme y yo me pegué más a él.
-¡No, no me sueltes, no me sueltes!
-¡Dilo! Jajaja.
-No eres un quejica.
-Ah, bueno.
-¿Me sueltas ya? Pero no aquí.
-Di que soy mejor que tú.
-¿Qué, por qué?
-Jaja, dilo.
-Aiis... Eres mejor que yo.
-Jajaja. Vale.
Me colocó mejor sobre su hombro para que no me cayera y me llevo de nuevo al centro de la cancha de baloncesto y me dejó en el suelo. Pero justo en ese momento, se escuchó un trueno, seguido de este, otro más y finalmente el agua comenzó a caer del cielo a cántaros. Ryan y yo salimos corriendo hacia donde Chaz y Justin estaban.

No hay comentarios:

Publicar un comentario