domingo, 2 de octubre de 2011

Los Bieber.

Justin besó la mejilla de Jazzy sonoramente, y ella rió; la dejó en el suelo y se agachó hasta su altura.
-¿Qué tal estás pequeña?
-Muy bien, Just, ¿y tú?
-Yo estoy genial pequeña.
Rieron. Justin subió, y se encontró con su padre. Se abrazaron después Justin beso la mejilla del niño que su padre llevaba en brazos. Me parecía tan tierno, es tan tierno con sus hermanos. Cogió al niño en brazos, y Jazzy volvió junto a su padre. La mujer que venía con las maletas saludó a Justin. Finalmente, Justin aún con el niño en brazos se giró hacia mí, su padre y Jazzy se acercaron.
-Ale, este es Jaxon. –él niño movió la mano animado.
Le sonreí.
-¡Hola Jaxon! –dije con esa extraña voz que se pone cuando hablas con un niño pequeño. El niño sonrió.
-Él es mi padre, Jeremy.
Su padre se acercó a mí educadamente y me ofreció la mano, yo con vergüenza correspondí a su saludo.
-Ale. –sonreí.
-Jeremy. –contestó, después sonrió.
-Y esta pequeña, es Jazzy. –dijo Justin.
Jazzy me miró tímida. Yo me agache hasta ella.
-Hola Jazzy, ¿qué tal estás?
-Hola... Bien. –sonrió.
-Tu hermano me ha hablado mucho de ti, y tengo que decirte que no se ha equivocado en nada. Eres realmente preciosa. –ella sonrió.
-Gracias. –contestó algo tímida. –Tú eres muy guapa.
-Muchas gracias cielo.
Jazzy rió, después miró a Justin.
-Just, es muy maja.
Yo subí hasta encontrarme con Justin, le miré.
-Sí, así es pequeña. –Yo me sonrojé.
-Bueno, será mejor que nos vayamos. La gente está empezando a curiosear. –dijo su padre.
-Sí, tienes razón. –contestó él. –El coche está en el parking, vamos.
Los cinco nos dirigimos al parking, bueno los seis en realidad. Aquella mujer aún nos seguía, me parecía raro que Justin no me hubiera presentado. Pero no caí en la cuenta de quién era hasta que nos ayudó a subir las maletas en el coche. Era alguien del personal del aeropuerto, que solo estaba ayudando a Jeremy con las maletas al ir él con los niños, pero no entendía por qué Justin la había saludado. En fin...
De camino al hotel donde se quedarían su padre y sus hermanos, Jeremy se sentó a su lado, y yo detrás con Jazzy. Jeremy y Justin se contaban cosas mutuamente, como la razón por la que no la mujer de Jeremy no había venido, y demás, la verdad que no prestaba mucha atención, en vez de eso, me entretenía hablando con Jazzy, me parecía una niña muy inteligente para su corta edad, además era preciosa. Me encantaba.
Una vez llegamos al hotel, Justin aparcó el coche en el parking, y al bajar Jeremy y Justin se encargaron de las maletas mientras yo lo hacía de Jaxon y Jazzy. La verdad es que a mí no me importaba hacerlo, me encantan los niños y si a ellos no les importaba a mí tampoco. Por un momento temí que al coger a Jaxon en brazos se echara a llorar, pero no lo hizo, es un buenazo.
Subimos a la recepción y Jeremy hizo el chekin, después subimos a la habitación. Una vez en la habitación, dejaron las maletas en cualquier sitio.
-¿Bueno, y habéis comido?
-¡No! –contestó Jazzy. –Y tengo mucha hambre Just.
-Vosotros habéis comido. –preguntó Jeremy.
-Eh, sí. –contesté yo.
-Pero no importa, bajamos al restaurante del hotel y nos quedamos con nosotros. –Justin me miró. -¿No?
-Claro. –sonreí.
-Bien, ese caso vamos. –contestó Justin, se acercó a mí. -¿Vienes conmigo Jaxon? –le preguntó a él que aún estaba en mis brazos.
Jaxon negó y se aferró a mí.
-Jajaja, ya no te quiere Justin. –dijo su padre.
-Jaja, vamos Jaxon, ve con tu hermano. –dije yo animándole.
Jaxon volvió a negarse.
-Déjalo Ale, Jaxon sabe lo que quiere, no es tonto. –dijo Jeremy.
Me sonrojé, aquello era un pequeño cumplido, su padre era igual de galante que él. De tal palo, tal astilla.
Salimos de la habitación, yo iba delante con Jaxon y Justin Jeremy y Jazzy, me seguían detrás. Llegamos al restaurante del hotel, había bufé libre, así que Jeremy se levantó a coger su comida y pedir que por favor preparan una papilla para Jaxon, Justin había ido con Jazzy a por su comida; mientras tanto yo cuidaba de Jaxon, aquel niño era adorable, tan parecido a él, era como un mini Justin, imaginé lo guapo que sería de mayor. Justin y Jazzy no tardaron en llegar a la mesa, con un plato con nugets patatas fritas y  un vaso de algún refresco. Al poco tiempo volvió Jeremy con su comida y la de Jaxon.
-Trae, le doy de comer. –me dijo Jeremy.
-¿Y tú?
-Ah, yo como luego.
-No, no. Come, ya le doy yo.
-Es que no suele comer con desconocidos.
-Es cierto, no puedo darle ni yo. –intervino Justin.
-Bueno, déjame intentarlo. –contesté.
-Está bien. –me paso la papilla.
Jeremy empezó a comer, al igual que lo hacía Jazzy con algo de ayuda de Justin. Coloqué a Jaxon en mis rodillas, de manera que mirara hacia un costado, le coloqué una servilleta alredor del cuello e hice el primer intento. Le acerqué la cuchara a la boca pero se negó. Alcé la vista, Justin me miraba atento a la vez que bromeaba con Jazzy.
Lo intenté una vez más, esta vez Jaxon apartó la cuchara con la mano, manchándose. Lo limpie y se quejó.
-Ale, déjalo. No vas a poder. –dijo Justin.
No contesté, no estaba dispuesta a rendirme, a darle la razón.
-Jaxon. –me miró, era también muy listo. –Vamos pequeño, hazlo por mí. –susurré.
No sabía si funcionaría, pero bueno, a la tercera iba la vencida. Acerqué la cuchara nuevamente a su boca, rezando por que abriera la boca, y lo hizo. Sí, este niño es listísimo. Alcé la mirada nuevamente, Justin y Jeremy me miraban alucinados, yo sonreí triunfante.
-Te lo has ganado Ale. –dijo Jeremy, después siguió comiendo.
Dirigí mi mirada a Justin, me miró receloso después hizo como si nada y siguió prestando atención a Jazzy.

Al terminar de comer, subimos nuevamente a la habitación, Jaxon al parecer tenía sueño, ya que se quedó dormido en mis brazos. Le acostamos en una cuna supletoria que Jeremy había pedido que colocaran. Justin empezó a jugar con Justin, y yo no sé muy bien como empecé a hablar con Jeremy como si tal cosa. No hablábamos de nada en especial, de su vida en Canadá, de la mía en España, de que me parecía Atlanta, pero le dije que aún no lo conocía.
-Pues tienes que venir un día a casa, eh. –me dijo.
-¿Qué?
-Sí, conocer Canadá, te encantará.
-Oh sí. Eso sería genial y...
-Ah, caído rendida. –me interrumpió Justin.
Miré hacia atrás, llevaba a Jazzy en brazos, estaba dormida. La colocó en una cama que había junto a otra cama más grande, donde Jeremy y yo estábamos sentados hablando. Después volvió hasta nosotros y se sentó a mi lado.
-¿De qué hablabais? –preguntó.
-Pues, les estaba diciendo a la preciosidad de tu novia. –me miró, sonreímos. –Que tenéis que venir un día a casa. –terminó.
-Ah, pues sí, sería genial.
-El problema es que solo está tu habitación. –dijo mirando a Justin. –Tendrías que dormir juntos.
-Ah, no habría problema, ¿verdad? –me miró.
-No, claro que no. –contesté yo.
-Bueno, pues ya solo tienes que decirnos para cuando.
-Más bien, eres tú quien tiene que decidirlo, que con tus líos de estrella no estás nunca libre.
-Pues ahora mismo no tengo nada en concreto, y no empezaré hasta la segunda semana de Enero.
Hubo un silencio, Jeremy estaba pensando.
-Pues entonces, ¿por qué no os venís con nosotros cuando volvamos?
-Ah, pues me parece genial. –contestó él entusiasmado. -¿Qué día volvíais?
-El día dos.
-Claro, y volvemos para el 10. Es perfecto.
-Pero Justin... –intervine, ambos me miraron. –Las clases, yo tendré que empezar.
-Ah, tranquila, mi madre lo arreglará todo, y no empezarás hasta el día 16 me imagino.
No dije nada, el siempre tan, tan así. Queriendo vivir el momento. Pero bueno, no le culpaba, el podía hacerlo, no tenía nada que se lo impidiera, y si lo pensaba bien, ahora estaba con él, ¿por qué no iba a hacerlo yo también?
-Me parece genial. –sonreí.
-Pues entonces hecho. –dijo Jeremy.
Justin sonrió, después se levantó, sacó su móvil del bolsillo y miro la hora.
-Ale, deberíamos irnos.
Le miré.
-Es que son las 5:30. Y hay que arreglarse.
-Es cierto. –murmuré.
-¿A qué hora tenemos que estar allí? –pregunto Jeremy.
-8:30. No lleguéis tarde, que ya conoces a mamá.
-Sí, si. Lo sé.
-¿Sabes la dirección?
-Sí, claro.
-Vale, pues vámonos.
Me levanté, ambos nos despedimos de Jeremy y salimos de la habitación.

No tardamos en llegar a casa; mi madre y Pattie preparaban todo para la cena, el olor del pavo y demás invadía toda la planta baja.
-¿Qué tal? –preguntó mi madre.
-Genial, me han caído genial.
-Sí, se han llevado muy bien. –dijo Justin.
-Jajaja, sí, y su hermano pequeño se ha enamorado de mí. –dije burlona.
-No, no. De eso nada monada. –contestó enfurruñado.
-¿Ah, sí? –preguntó Pattie dejando lo que estaba haciendo.
-Claro, me quiere más a mí que él.
Ambas rieron.
Él no dijo nada, tan solo se dio media vuelta y se fue. Que crío es, pero eso me encanta.
-Anda, ve con él. Que tienes que consolar a tu otro niño pequeño.
Esta vez reímos las tres.
-Vale, pero si necesitáis ayuda, me dais una voz.
-Vale.
Después subí hasta la habitación de Justin, la puerta estaba cerrada, ¿se habría enfadado de verdad? No podía ser. Llamé.
-¿Justin?
-Que quieres...
-Vamos, no te piques cacho de bobo.
-No me he picado.
-¡Qué va! –dije irónica.
Hubo un silencio, pero entonces apareció frente a mí.
-Te digo que no. –contestó.
-Vale, vale.
Me cogió de la mano.
-Ven.
Tiró de mí haciendo que entrara en la habitación, después cerró la puerta. 

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