lunes, 3 de octubre de 2011

¡Justin!

[Narra Justin]
Me dí media vuelta, y subí las escaleras corriendo hasta llegar a mi habitación, me encerré en ella. No estaba realmente enfadado, obviamente no me importaba lo de Jaxon, mientras más la quisiera, más feliz yo, ¿qué otra cosa podía pedir, que no fuera que mi chica se llevara bien con mi familia? No podía decir que Selena, por ejemplo, o Caitlin, se llevaran mal con ellos, pero Ale con diferencia les gustaba más, por lo menos a Jaxon, ella se lo había ganado. Era tan atenta con él, y tan solo habían pasado unas horas juntos...
Entonces alguien llamó a la puerta.
-¿Justin? –me llamó.
-Qué quieres... –contesté haciéndome el ofendido.
-Vamos, no te piques cacho de bobo.
-No me he picado.
Claro que no lo estaba, lo único que quería era que subiera a mi habitación sin tener que pedírselo.
-¡Qué va! –dijo con un tonto claramente irónico.
No dije nada más, sino que me levanté y fui hasta la puerta, la abrí, ella estaba plantada delante de esta con aire divertido.
-Te digo que no. –dije serio.
-Vale, vale.
La cogí de la mano.
-Ven.
Tiré de ella metiéndola en la habitación, después cerré la puerta. La lleve hasta la cama aún cogidos de la mano, se sentó y yo permanecí de pie frente a ella.
-Tengo algo para ti. –le dije.
Sonrió.
-¿El qué?
-Es una sorpresa.
-Pues ya no lo es tanto, que me lo has dicho. –dijo burlona.
-Bueno, pero no sabes qué es.
-No, no lo sé... –hizo una pausa. –Pero no sé porque me da, que pronto voy a saberlo.
Reí.
-Muy lista te crees tú, ¿no?
-Me creo lo que soy. –me saco la lengua.
-Tts, a qué te quedas sin saberlo.
-Ah que no. –se levanto, quedando de pie frente a mí.
Agache la cabeza hasta encontrarme con sus ojos, intenté besarla, se apartó. La miré extrañado.
-¿Me lo vas a decir?
-Eh... –reí. –Puede ser.
Lo intenté una vez más y ella volvió a apartarse. Rió.
-¿Te parece divertido? –le dije al oído.
-Jaja, pues sí la verdad. Y puedo tirarme así lo que queda de tarde.
-Está bien... Pero yo quiero también algo.
-¿Qué?
-A ti.
Se sonrojó, bajo la mirada hasta al suelo, y después la alzó hasta mis ojos.
-Justin... yo soy tuya desde hace mucho tiempo.
Reí, y entonces rocé mis labios con los suyos con un minúsculo beso.
-Cierra los ojos.
Rió, me miró extrañada y después cerró los ojos. Me separé de ella, y fui hasta el armario en busca de lo que iba a darle. No tardé de nuevo en estar a su lado, con una caja alargada roja y un lazo blanco que la decoraba, era su regalo de Navidad, vale sí, aún no era 25, pero tenía que dárselo.
-Toma.
Abrió los ojos, miró la caja que sostenía yo, después me miró a mí, entreabrió la boca ligeramente.
-Justin...
-Vamos cógelo. –la interrumpí.
-Pero es que...
-No, ya está. Es para ti, vamos. –volví a interrumpirla.
Finalmente cogió la caja, aún seguía un poco sorprendida, me senté en la cama y ella a mí lado. Colocó la caja en sus rodillas y fue desatando poco a poco el lazo; abrió la caja. Un papel fino recubría su interior impidiendo ver lo que había dentro. Ale alzó la mirada hasta mí, me miró nerviosa, después quitó el papel de encima.
Entonces sí que abrió la boca, no decía nada, tan solo miraba la caja alucinada. Dejó la caja a su otro lado y se tiró a mis brazos. Reí.
-¿Te gusta? –susurré en su oído.
Se separó de mí, no hacían falta las palabras, su cara de felicidad me dio la respuesta, pero a pesar de ello habló.
-¿Qué si me gusta?
-Sí...
-¡Me encanta! Justin es, es... ¡Es perfecto!
-Solo lo que te mereces.
Se sonrojo.
-Es genial, me encanta.
Reí, ella volvió a tirarse encima de mí y beso mis labios.
-Gracias. –dijo contra mi boca.
Se separó de mí una vez más, volvió la mirada a la caja y luego hasta mí.
-Joder...
-¿Qué ocurre?
-Que ahora cómo te doy mi regalo...
-Ah, qué me has comprado algo...
-Claro bobo, como no iba a hacerlo.
-¿Y por qué eso de cómo vas a dármelo?
-Pues porque el tuyo supera con creces al mío.
-Bueno, pero es que el mío es muy bueno.
-Que tonto. –me dio un pequeño empujón.
Reí.
-Si te soy sincero. –hice una pausa. –No me hace falta un regalo.
-¿Ah, no? ¿Y eso por qué?
-Porque contigo me basta. Tú eres mi regalo, y no necesito nada más. El resto de las cosas son superficiales si te tengo a mi lado.
Sonrió, se sonrojó.
-Tú si que eres un regalo, lo que siempre quise, nunca había tenido y ahora por fin tengo. Eres tan importante, tan especial, me haces sentir tan, tan única.
-Es que lo eres.
-No, no lo soy...
-Sí lo eres. –la interrumpí, después sellé sus labios con un beso.
Rió.
-Te quiero Justin Bieber. –susurro aún contra mis labios.
-Te quiero Alejandra Martínez. –pronuncie con dificultad.
Ella rió ante aquello; se apartó de mí.
-Bueno, ¿te lo pruebas?
-¿Ahora?
-Claro. Quiero ver como te sienta.
-Bueno, ya lo verás esta noche.
-No, venga. Pruébatelo.
-Eh, venga está bien.
Se levantó cogió la caja y se metió con ella en mi baño.
Tras unos diez minutos la puerta del baño se abrió, y ella comenzó a asomarse tímida.
-Vamos. –la animé.
Salió del todo, quedando en la puerta del baño mirándome esperando a que dijera algo. ¿Pero que podía decir? No tenía palabras, la miré de arriba abajo y de abajo arriba. El vestido rojo de tubo, con pedrería en el costado izquierdo, le acomodaba a su cuerpo como un guante. La tele se ceñía a sus curvas delicadamente acentuándolas, y el color era perfecto, resaltaba su moreno, y eso me encantaba. El escote en palabra de honor resaltaba también su pecho y podía ver los tirantes azules de su sujetador, no sé porque, tampoco pude evitarlo, pero aquello me excito, ella en sí me excitaba.
-Justin, puedes decir algo por favor...
Hubo otro silencio.
-Dios, es que... es que. No tengo palabras. Estás simplemente preciosa, perfecta.
Rió.
-¿De verdad lo crees?
-Sí, claro que lo creo. Estás genial.
-¡Dios Justin, es que me encanta! Es perfecto. –se acercó a mí un poco.
-Te sienta realmente bien.
-Es que no hacia falta, esto es demasiado.
-No para ti, para ti nada lo es.
-Sí Justin sí que lo es. Simplemente tú lo eres.
Me acerqué a ella.
-¿Yo?
Terminamos el uno frente al otro.
-Sí tú. Eres demasiado para mí, no estoy segura de merecerte.
-Jajaja. –no pude contenerme.
Me miró extrañada, terminé de reír.
-Creo definitivamente, que soy yo quién no te merezco Ale. –le contesté serio.
Se sonrojó, y antes de que volviera a hablar, me acerqué a sus labios y los bese.
-Te quiero Justin. Y no tienes ni idea de cuanto.
-Seguro, que no tanto como yo.
La rodeé con mis brazos y ella se apoyo en mi pecho.
No sé cuanto tiempo nos quedamos así, quizás tan solo fuera un minuto, quizás fueran diez, no lo sé, pero es que en aquel momento no me importaba nada más que ella.
Finalmente nos separamos.
-Voy a cambiarme. –sonrió. –No quiero estropearlo.
Asentí, y ella volvió a meterse en el baño. Volvió a salir, pero está vez tardó menos en abrirse la puerta. Salió en ropa interior, en una mano sujetaba cuidadosamente el vestido y en otra la ropa que había llevado esa tarde.
-Dios no... –me quejé en un susurro.
-¿Pasa algo? –el sonido de su voz me obligó a mirarla.
Volví a recorrerla con la mirada, el sujetador azul recogía sus pechos, haciéndolo más deseables aún, y un culote negro cubría su parte inferior moldeando sus nalgas. Ella se percató  de que la miraba.
-Oh, imaginé que no te importaría que saliese así.
No dije nada.
-Es que ahora voy a ducharme y no me apetecía vestirme de nuevo.         
-Eh, sí. Está bien.
-Justin, ¿estás bien? –se acercó a mí.
Aparté la mirada, ¿estaba de coña? Claro que estaba bien, o no bueno... Ni tan si quiera podía pensar.
-Bueno, será mejor que vaya. –sonrió inocente. –Que sino no me da tiempo.
Cogió la caja, metió el vestido dentro y la cerró nuevamente. Antes de salir, se acercó a mí, que seguía de pie mirando cuidadosamente cada uno de sus movimientos, mirándola cuidadosamente a ella, y besó mi mejilla.
-Nos vemos luego.
Después salió de la habitación con ese pequeño contoneo de caderas que mis ojos seguían meticulosamente. En cuanto salió de la habitación, me fui directamente a la ducha, lo necesitaba.

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