martes, 25 de octubre de 2011

Canadá.

Me sentía mal... Técnicamente, no había sido mi culpa; yo lo había intentado, pero estaba realmente cansado. Eso sí, estaba muerto de la vergüenza, no me había pasado nunca, NUNCA, y que me hubiera pasado con ella... No sé, era todo tan extraño. Pero, lo que no sabía, era como se lo había tomado ella. Y aunque quisiera saberlo, prefería olvidarlo, no tenía idea ni de cómo mirarla a la cara. Haría lo imposible porque ese tema, no fuera un motivo de conversación.

La puerta de mi habitación se abrió de repente, y la luz proveniente de fuera me dio directamente en la cara, no abrí los ojos.
-Justin, vamos. –era Ale.
No me hacía falta mirarla para saber que era ella.
Me estire, bostecé, froté mis ojos y finalmente los abrí.
-¿Qué ocurre? –dije.
-Vamos, hay que bajar a desayunar. –dijo seca.
-Ah, vale, sí...
No me dio tiempo a decir más, Ale se fue, dejando la puerta abierta. Me levanté, fui al baño y bajé a la cocina. Estaban las tres sentadas, desayunando y yo me uní a ellos.
-Bueno chicos, ¿qué, eh? –preguntó mi madre.
Ale yo la miramos.
-¿No estáis entusiasmados?
-Oh, sí, claro.
-Estamos deseándolo.
-Bueno, pues... ¿A qué hora tenéis que salir de aquí? –preguntó Valery.
-Hemos quedado en el aeropuerto a las 2:00. –contestó ella.
-¿A las dos?
-Sí, comeremos con ellos en un McDonald’s.
-Ya tenéis todo listo, ¿no? –preguntó mi madre.
-Sí, ya está todo.
Terminamos de desayunar en silencio. No sé por qué, pero a mí me resulto incomodo. Al terminar Ale se levantó y yo fui tras ella.
-¿Qué hora es? –pregunté.
-Serán las 12 como mucho.
-Oh, vale.
Andaba sin mirar atrás, sin mirarme, subió las escaleras deprisa y yo tras ella, estaba rara. Cogí su mano para que se detuviera, entonces me miró.
-¿Qué te pasa?
Sonrió falsamente.
-Nada. –se soltó de mi mano. –Voy a ducharme.
Yo no dije nada, la miré alejarse de mí y finalmente yo me metí también en mi habitación.

[Narra Ale]
Tal vez me estaba pasando, no lo sé, no iba a pararme a preguntarle, pero es que, estaba incómoda. Lo que había pasado la noche anterior me había confundido, incomodado. Vale, me había dicho que estaba cansado y eso, pero acaso eso era motivo para que... bueno en fin, “no pasara nada”. No lo entendía, y  yo quise preguntarle, pero él no me dejo, y tampoco me iba a poner a discutir con él. Que yo sé que para él había sido un palo, ¿pero a caso había pensado en mí? No. No lo había hecho, y yo ahora mismo no sabía que cojones pensar.
Salí de la ducha, y me apresuré a vestirme, nada especial, unos vaqueros claros, una sudadera azul y unas Convers azules bajas; después me sequé y arreglé el pelo, me hice una trenza hacia un lado sin más y ni tan siquiera me maquille, no me apetecía. Para cuando terminé era la una, me había sobrado tiempo, así que me puse con el móvil. Un rato después llamaron a la puerta.
-Pasa. –dije mientras guardaba mi móvil.
La puerta se abrió y tras ella apareció Justin acompañado su maleta gris metalizado. Llevaba un chándal negro y azul Adidas con puño en los tobillos, una sudadera negra y roja de Puma y unas zapatillas altas Reebok. La verdad, es que estaba demasiado guapo.
-¿Estás ya? –preguntó.
-Sí, sí.
-Voy a bajar mi maleta y meterla en el coche, ahora subo a por la tuya.
No dije nada, tan solo me limité a asentir. Justin no tardo mucho en subir de nuevo, entró en mi habitación, sin decir nada, cogió la maleta y salió. Yo le observé pero tampoco dije nada.

Abracé a mi madre antes de meterme en el coche.
-Antes de montar en el avión me llamas. –dijo.
-Vale, mamá.
-Y en cuanto llegues ahí también.
-Que sí, mamá.
-Ais cielo, voy a echarte de menos.
-Y yo a ti mamá.
Justin pitó. Me giré para mirarle.
-Vamos a llegar tarde. –dijo.
-De verdad Justin, mira que puedes ser antipático. –dijo su madre y el hizo una mueca.
-Jajaja, anda idos ya. –dijo mi madre.
Besé su mejilla y ella volvió a abrazarme, me despedí de Pattie y por fin me monté en el coche. 
Durante el trayecto al aeropuerto ninguno de los dos dijo nada, yo no sabía que decir y el parecía no tener nada que decir; así que el silencio inundó el coche. Al llegar al aeropuerto Jeremy y los niños nos esperaban, así que la situación dejó de ser tan incómoda. Entramos a un McDonald’s que había cerca de la terminal y comimos. Y quieras que no, el tiempo pasó volando, y es que Jazzy y Jaxon tienen ese efecto en mí, que es que me lo paso genial con ellos. Cuando me quise dar cuenta, estaban llamando ya a los pasajeros de nuestro vuelo. Jeremy y Justin se ocuparon de las maletas y yo de los niños, pasamos por facturación, yo llamé a mi madre como le había prometido y montamos en el avión.
La verdad es que había pensado que sería mucho peor, que el silencio nos invadiría y que ni tan si quiera nos miraríamos, pero, ya ves... No fue así. Pero claro, tengo que darle las gracias a la dulzura de Jaxon de que no fuera así, y en cierto modo también a Jazzy. Y es que nada más subir al avión Jazzy se colocó junto a Justin en lo que hubiera sido mi asiento, pero... no me importo. En vez de eso cogí a Jaxon de los brazos de su padre y me senté justo detrás de ellos; Jeremy lo hizo delante de ellos. Así que durante todo el viaje, que no fue mucho, algo menos de dos horas, yo me limite a hacerme la dormida junto a Jaxon y a oír como Justin y Jazzy se partían de la risa. Y si os preguntáis que en qué pensaba, pues no es muy difícil. En él, en lo de anoche; había empezado a culparme, sí, y es que tal vera yo, lo que “no funcionaba”. La que no lograba que funcionara lo que tenía que funcionar, había comenzado a entrarme el miedo, miedo de tan si quiera rozarle, miedo al rechazo, miedo a que pasara de nuevo. No sabía que hacer, quería hablarlo, pero él no querría. Así que supuse que tendría que esperar.

[Narra Justin]
Cogí a Jazzy en brazos y seguí a mi padre hasta la salida, eché un segundo la vista atrás, tan solo para comprobar que Ale me seguía, y así era; me seguía con Jaxon dormido en brazos. Bajamos a la terminal donde Alice, la mujer de mi padre nos esperaba con una sonrisa en la cara. Ale se encargo de presentarse ella solita, por un momento me pareció como si no me necesitara; dejo a Jaxon en brazos de su madre, anduvo con aire indiferente hacia la cinta corredera, espero a que en ella apareciera su maleta azul, la cogió y empezó a alejarse de nosotros como si supiera perfectamente lo que hacia o donde estaba. Y justo antes de llegar a la salida se detuvo y miro hacia atrás. Nos miramos, pero no nos dijimos nada, en vez de eso desvié la mirada de ella y me acerque a la cinta; no sabía que era lo que estaba ocurriendo, tampoco me molesté en preguntar.
Montamos en el todo terreno de mi padre y nos dirigimos a su casa, mi padre conducía y Alice iba junto a él, atrás ella y yo, pero no nos tocábamos, ni si quiera nos rozábamos, esa distancia la marcaba las sillas de Jazzy y Jaxon, lo agradecí. Pero justo al llegar, recordé algo, algo fundamental: ella y yo, solos, en mi habitación, 8 noches: en cierto modo, eso no pintaba nada bien, no por el momento. Bajamos del coche y Ale y Alice se ocuparon de los niños mientras yo y mi padre lo hacíamos de las maletas.
-Bueno, pues yo voy a subir a acostar a los niños. –dijo Alice cerrando la puerta y con Jazzy cogida en brazos. -¿Vienes conmigo Ale?
Ella se giró rápidamente.
-Claro.
Después ambas subieron las escaleras que daban a la habitación.
-Anda hijo. –miré a mi padre. –Subamos esto. –
Cogió su maleta y la de Ale y se dirigió a las escaleras, yo cogí la mía y le seguí. Al subir el se metió en su habitación y me dio la maleta de Ale; yo fui a mi habitación acompañado de las dos maletas y las dejé al fondo de la habitación, mi padre no tardo en volver a entrar.
-Justin, por qué no bajas al sótano a por el colchón hinchable.
-Ah, sí, claro.
Bajé y subí en un minuto, y cuando volví mi padre había colocado sobre la cama unas sabanas.
-¿Has cogido la bomba para hincharlo?
No contesté tan solo se la enseñe.
-Conéctala.
Me acerqué al enchufe y lo conecté; lo encendí y el colchón comenzó a coger forma.
-Justin... –miré a mi padre. – ¿qué te pasa?
-¿Qué? Nada. –mentí.
-Soy tu padre. A mí no me mientas.
Reí.
-No es nada papá.
-Venga hijo. Estáis raros.
No dije nada, me limite a mirarlo, intenté sostenerle la mirada pero la verdad acudió a mis ojos.
-Bueno, solucionarlo.
-No es nada papá. –repetí.
Mi padre salió de la habitación con la excusa de que iba a hacer la cena, agradecí que me dejara solo, lo necesitaba.
Cuando el colchón terminó he hincharse coloqué las sábanas. Eran un poco infantiles, ¿no recordáis esa película de Goofy, Micky y Donald de los tres mosqueteros? Pues eso mismo. Las sabanas tenían sus años. Al terminar me senté sobre la cama, la de verdad. Creo que iba a preferir que ella durmiera en mi cama, no sé. Saqué mi móvil del bolsillo, eran casi las 8:00 de la tarde, pensé en Ryan, no era muy tarde, pero tampoco era precisamente temprano; le escribí un mensaje.
“Hey tío, qué pasa. No adivinarías donde estoy, o sí... ¿A las 10:00 en el parque de siempre o qué?”
Envié el mensaje, y él no tardó en contestar.
“¡No me vaciles tío! A las 10:00 ahí cabrón. Avisaré a Chaz.”
Respondí.
“No lleguéis tarde tío que nos conocemos. Además voy con alguien a quien no le gusta esperar.”
Y él, una vez más, contestó.
“Uoh, uoh, uoh, es verdad tú. ¡Que el Bieber tiene CHICA! Tranquilo cabrón.”
Leí el mensaje, pero antes de que pudiera contestar la puerta se abrió; era ella.
-Justin, la cena está lista. ¿Bajas?
-Claro.
Me levanté y la seguí por las escaleras, pero antes de llegar a la cocina la cogí por la cintura.
-Esta noche hemos quedado.
-¿Qué?
-Voy a presentarte a unos amigos.
Asintió, después entramos los dos en la cocina.


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