miércoles, 5 de octubre de 2011

Noche Buena.

Miré la hora, eran las 7:30. Ya sabía que me iba a poner, incluso lo había dejado encima de la silla. Tan solo tendría que vestirme y arreglarme el pelo, un rato más tarde. Me senté en la cama con el ordenador y me conecté al Twitter, no podía ser que llevara tanto tiempo sin conectarme. Comencé a mirar mis menciones, mensajes y demás. Aquello era cada vez más impresionante, las beliebers me ponían cada cosa, me emocionaba con muchos. Me dejaban alucinado con los mensajes, las menciones y demás. Seguía a todas las que podía, pero me es imposible seguirlas a todas, y eso me decepciona, ya que eso a ellas les decepciona igualmente; no puedo mirar todos los mensajes o menciones, no daría a basto. Y tampoco me parecería bien que fuera otra persona quien llevara mi Twitter en vez de yo mismo. Seguí respondiendo y siguiendo a gente, de vez en cuando ponía yo algo, deseando feliz navidad a mi gente. Joder, echaba de menos a Ryan, Chaz y Chris, hacía ya meses que no les veía. Eso también era lo bueno de ir a Canadá en unos días, que podría volver a verlos, y bueno, presentarles a Ale. Cuando me quise dar cuenta, eran ya las 8:00. Así que apagué el ordenador y me dispuse a vestirme.

[Narra Ale]
Me miré al espejo una vez más, estaba tan ilusionada, además el regalo de Justin era perfecto. Me encantaba, y bueno, me sentaba muy bien. Acaba de terminar de prepararme, estaba segura de que no me faltaba nada más, pero entonces baje la mirada y pude ver mis pies descalzos, corrí a la habitación y abrí el armario en busca de mis tacones. Los elegí, la verdad es que no me costó mucho, en cuanto vi el vestido pensé en lo genial que quedaría con ellos. Me senté en la cama para poder ponérmelos mejor, y justo cuando metí el pie izquierdo en el tacón y lo posé en el suelo, llamaron a la puerta.
-¿Sí?
-Se puede...
Era Justin.
-Claro.
Él abrió la puerta, pero no pasó, en vez de eso se quedó embobado en el lumbral de la puerta. Le miré de arriba a abajo. Llevaba unos pantalones grises, pitillos y caídos, una camisa rosa, una corbata suelta alrededor del cuello y unas zapatillas Vans negras bajas. Me encanta. No pierde en ningún momento su estilo, es elegante, pero a la vez tan fiel a sí mismo.
-Estás guapísimo. –me levanté.
Pude ver como sus ojos se abrían, y la expresión de su cara cambiaba. Después soltó una sonora carcajada.

[Narra Justin]
-Estás guapísimo. –después se levantó.
En ese momento el corazón me dio un vuelco. Llevaba el vestido, perfecto como antes, pero esta vez su pelo caía por sus hombros, más liso que nunca, aunque un par de tirabuzones que tenían comienzo en la raíz lo decoraban al caer, pude comprobar que las tiras del sujetador que antes había en sus hombros ahora habían desaparecido, y no pude evitar preguntarme entonces, si llevaría sujetador de estos sin tiras o simplemente no lo llevaba. En su pecho desnudo el colgante que le había regalado por su cumpleaños brillaba, y en sus orejas dos pequeños diamantes hacían lo mismo. Se había maquillado, lo justo y necesario para no hacer nada más que resaltar sus facciones, reparé en sus labios que también brillaban, me apetecía comérmelos. Por último descubrí unos tacones negros que estilizaban aún más su figura, aquellos tacones eran realmente altos, por lo menos sumaban a su estatura unos 10 o 12 cm. ¿Quién era el que estaba guapísimo, yo? No pude evitarlo, y solté una carcajada. Me acerqué a ella despacio, hasta colocar mis manos en su cintura. .
-¿Perdona? –me miró inocente. –Te has mirado en el espejo.
Rió nerviosa, después el color acudió a sus pómulos. Me acerqué a su oído.
-Estas... no, eres simplemente perfecta. –susurre despacio.
Rió una vez más.
-Tú me haces perfecta Justin.
Después de sus palabras, besé sus labios tiernamente.
-Creo que deberíamos bajar. –le dije.
-Sí, ya...
-Vamos.
Cogí su mano y salimos los dos juntos de la habitación.
Al bajar estaba ya todo preparado, la mesa puesta, las luces encendidas, y mi madre y Valery tan solo llevaban la comida caliente a la mesa. Se habían arreglado ya, ambas estaban guapísimas; por un momento Valery me recordó a Ale.  Dicen que las chicas serán de mayores como sean sus madres, pues sí es así... Espero poder comprobar si realmente es así.
-Dios santo. –dijo Valery.
Mi madre se giró.
-Estás realmente preciosa. –dijo mi madre dejando el puré de patatas en la mesa.
Ale se sonrojó.
-Cariño, no tengo palabras.
-Gracias mamá. –se soltó de mi mano y fue a abrazar a su madre.
Se separaron.
-No sabía que tuvieras este vestido cielo.
Rió.
-Es un regalo de Justin. –las tres me miraron.
Justo en ese momento el timbre sonó.
-Eh, ya voy yo. –dije.
Salí corriendo hasta la puerta y abrí; allí estaba mi padre con Jaxon en brazos y a su lado Jazzy. Estaban geniales, me encantaba ver a Jaxon vestido así, y a Jazzy como una princesita, ella es mi pequeña princesa.
Me eché a un lado para que pasaran y así hicieron. Yo cerré la puerta y me dirigí al salón.
Mi madre hacia las presentaciones entre Valery y mi padre, Jaxon y Jazzy; busqué a Ale con la mirada, estaba en la cocina, sacando algo de la nevera, me apresuré a acercarme hasta ella. Puse mis manos en su cintura y ella se sobresaltó.
-¿Necesitas ayuda?
-No, no hace falta gracias. –contestó dulcemente.
-En ese caso me voy al comedor.
Besé su mejilla, rió y después me fui.
Mis padres junto con Valery y mis hermanos se habían sentado ya a la mesa, solo quedábamos Ale y yo. Me senté junto a Jaxon y junto a mí madre, a lado de Jaxon había un sitio, para Ale. De un momento a otro Ale llegó con la ensalada de manzana, la dejó en la mesa y se sentó. Después empezamos a comer.
[...]

-Encantada Jeremy. –se despedía Valery mientras Ale y yo ayudábamos a recoger.
-Lo mismo te digo Valery, espero que nos volvamos a ver. –le contestó él.
Finalmente se despidió de mi madre y salió deprisa en dirección al taxi que esperaba en la puerta con Jazzy adormilada de su mano y Jaxon dormido entre sus brazos.
-Bueno chicos, podéis dejarlo. –dijo mi madre.
-Sí, ya terminamos nosotras. –dijo Valery.
-No, sí ya da igual. –contestó Ale cogiendo las últimas copas de la mesa.
-Pero lo vais a recoger ahora...
-No, ya lo haremos mañana. –dijo mi madre.
-Ah... –me limite a contestar.
Cogí los últimos platos de la mesa, dejándola así sin nada más.
-¿Os importa que nos subamos arriba? –preguntó mi madre.
-Es que estamos muertas. –dijo Valery.
-No, claro que no. –les contestó Ale, yo sonreí.
Después vimos como subían las escaleras. Una vez más Ale se acercó a la mesa, cogió el mantel navideño y lo echó directamente a lavadora.
-Bueno, pues ya está. –se apoyó en la encimera.
-Sí, ya está.
-¿Qué hacemos?
-Eh, ¿dormir? –contesté irónico.
-Joe, no. Es muy temprano.
-¿Qué hora es?
-No lo sé, pero no creo que sea muy tarde. Yo no estoy cansada.
Saqué mi móvil del bolsillo para mirar la hora.
-Es la 1:00.
-Lo ves, es muy pronto.
-Jaja, que no. Que hay que irse a la cama, sino Papá Noel no viene.
-Bueno, da igual. Yo ya tengo mi regalo.
-Jajaja, ah claro, y como tú ya tienes el tuyo vas a dejarme a mí sin el mío, no...
-Jajaja. –se acercó a mí. –Bueno, pues entonces ya te regalo yo algo. –sonrió.
-En ese casó. –me acerqué a ella.
-Pobre Jazzy, toda la noche preocupada pensando que por estar aquí se quedaría sin regalo.
-Bueno, es una niña, ¿qué esperas?
-No, no, nada.
-Mañana iremos al hotel, que tengo que darles los regalos.
-Claro. –sonrió.
-¿Qué te parece si subimos a por los regalos ahora y los dejamos debajo del árbol?
-¿Qué? –me miró extrañada.
-Sí, yo acostumbro a hacer eso.
-Jaja, vale, vale. –se agachó y se quitó los tacones, después se echó a andar.
Me quedé embobado mirándola, y cuando llego a las escaleras comprobó que no la seguía.
-¿No vienes? –dijo sugerente.
-Sí, ya voy.
Subimos y bajamos en un momento a por los regalos, los dejamos bajo el gran árbol de Navidad que relucía con lucecitas parpadeantes de colores.
-¿Y ahora qué? –pregunté.
-Mm, yo querría cambiarme. –me dijo.
-Ah, pues vamos.
Subimos una vez más, y cada uno se fue a su habitación.
Me quité la ropa y fui dejándola esparcida por ahí, la verdad es que yo sí que estaba cansado, pero tampoco quería dejarla sola. Me puse unos pantalones y una camiseta; en ese momento Ale abrió mi puerta, tenía un aspecto tan dulce, se había puesto un pijama rojo, con galletitas que lo decoraban, y se había hecho una trenza a un lado.
-Muy... muy navideña. –dije acercándome a ella.
-Jaja, lo sé. Es mi pijama de Navidad.
-Oh, no lo había notado.
-Que bobo.
Reí.
-Anda, vamos. –me dijo cogiendo mi mano y tirando de mí.
-¿A dónde?
-He visto esa habitación que hay abajo con tele y demás.
-Ah, eso...
-Me apetece probarla. –me interrumpió.
Bajamos las escaleras deprisa hasta llegar a la sala de juegos. Abrí la puerta y entramos, encendí la luz. Ale se tumbó corriendo en el sofá y yo me senté en el borde.
-Qué cómodo es. –dijo.
-Sí, jaja. –hice una pausa. -¿Qué quieres hacer?
-Eh, no sé. ¿Qué quieres hacer tú?
-Eh, ¿vemos unas peli?
-¡Sí!
-¿Cuál?
-¿Qué tienes?
Me levanté y fui hasta las estanterías que tenía con películas.
-A ver... –puse un dedo sobre el título de la primera película. –Escucha.
-Sí.
-Shrek, Shrek 2, Shrek 3, Shrek 4, Bambi la uno y la dos, Monster S.A., Blancanieves, La cenicienta...
-Para, para. –me interrumpió.
-¿Qué? –la miré, se había incorporado.
-Si todas van a ser así, lo dejamos ¿no?
-Jajaja. Anda, espera.
Busqué pasando mi índice por  los títulos de las películas, hasta que encontré las que eran para más mayores.
-Escucha.
-Di.
-Valkiria, La vida es bella, Killers, El niño con el pijama de rayas, Recuérdame, Origen, Avatar... Podríamos ver esta. –me giré sonriendo.
-No. –contestó seria.
Suspiré después reí.
-Vale, vale... Origen, El caballero oscuro, Malditos bastardos, Cisne negro, Gran Torino, Infiltrados, Slumdog millionaire, El curioso caso de Benjamin Button, Babel, Shutter Island... ¿Y está?
-Es de miedo... –dijo en un sollozo.
-Jaja, yo te protejo.
-No es eso, es que es Navidad, quiero en plan algo bonito Justin.
-Ah, vale, vale. Entonces solo te digo las bonitas.
-Vale. –dijo como una niña pequeña.
Reí, después seguí.
-Pequeña mis sunshine... El ilusionista... El diario de Noa... Titanic, está no.
-Jajaja, no iba a decirla.
-Ya claro...
-Anda sigue.
-La última canción... Crepúsculo...
-¡Esa! O, ¿no tienes las otras?
Me giré despacio y la fulminé con la mirada.
-Esta no.
-Jo Justin, ¿por qué?
-Es que es una movida mazo de rara Ale, no me gustan.
-¿Y por qué la tienes?
-Yo que sé...
-Jo, vale, sigue.
-Pretty Woman, Los puentes de Maddison, Un paseo para recordar...
-¡Esa, esa, esa!
Me giré para mirarla.
-Justin, por favor esa. Es súper bonita.
-¿Esta?
-Sí, venga... –suplicó.
Bueno, la verdad es que no la había visto y joder, si ella quería...
-Vale.
-Gracias.
Saqué la película y me acerqué al DVD.
-Oye...
-¿Sí?
-Vas a subir las fotos que os he hecho...
Me giré, me miraba atenta, volví a girarme, metí la película en el reproductor y cogí el mando.
-Claro. –contesté finalmente.
Después fui hasta el sofá y me acomodé a su lado. Le dí al play y la película comenzó.
Ella se acomodó entre mis bazos, de manera que estuviéramos yo la rodeaba con mis brazos, apoyo su cabeza en mi pecho y yo a su vez mi cabeza en la suya.


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