jueves, 3 de noviembre de 2011

Niño chico.

Me quedé sentada en la cama un segundo, pensando. Me giré para mirarle, se había tumbado sobre la cama; me acerqué él.
-Justin, venga vamos. –susurré.
No dijo nada.
-¿Estás dormido?
Negó con la cabeza.
-Pues venga anda, vete a la ducha.
Volvió a negar. Me estaba hartando, parecía un niño chico más que un adolescente de resaca.
-¡Justin!
Se quejó. Y en ese momento, me salió solo, lo juro. Le metí una sonora bofetada en la mejilla derecha dejando mis dedos marcados sobre su cara que comenzó a enrojecerse.
Alzó la cabeza de pronto, se quejó y me miro asombrado.
-Lo siento. –mustié.
-¿Por qué has hecho eso? –dijo tocando su mejilla.
-Para que te espabiles. Venga, vete a la ducha.
-Dios Ale, que no puedo ni sostenerme en pie.
-Vamos, venga, yo te acompaño.
Incorporó su cuerpo y se levanto con mi ayuda, después fuimos hasta la ducha. Se apoyó contra la pared. Y yo, le saqué un par de toallas, no sé ni como las encontré, pero lo hice; las dejé sobre el váter.
-Venga, va Justin.
Se tiró abalanzó sobre mí y no sé como hice para no caerme, ya que apoyó todo el peso e su cuerpo en el mío.
-No te vayas.
-Justin, tienes que ducharte.
-No quiero.
Sí, definitivamente estaba tratando con un niño de 5 años. Le separé de mí.
-¿Quieres otra hostia?
Entonces no hizo falta que dijera más, comenzó a desnudarse y yo salí del baño.
Volví a la habitación, yo también estaba cansada, me dolía la cabeza y el cuerpo. Aunque bien era verdad que no estaba como Justin. No había pasado mucho tiempo desde la última vez que me había encontrado en su estado, y la verdad es que no sé porque yo no estaba igual que él. Sería porque anoche no mezclé, el día de la fiesta sí. Sí, seguro que era por eso. Y Justin no está acostumbrado a beber; tenía que ser eso.
Abrí mi maleta y saqué la ropa que iba a ponerme, unos vaqueros oscuros cagados, una camiseta azul marino, la chaqueta y las Convers negras altas. Imaginé que a pesar de la ducha, Justin no estaría en situación de elegir que ponerse, por lo que abrí su maleta. Comencé a buscar entre su ropa hasta encontrar unos vaqueros rotos, una camiseta negra, una camisa verde, sus Vans bajas negras y unos calzoncillos limpios.
Lo dejé encima de la cama, y yo me dispuse a esperar.
Y por fin después de 20 minutos Justin apareció en la habitación, llevaba una toalla rodeando su cintura y sostenía otra con la que se secaba el pelo.
-¿Qué tal estás?
-Bueno...
-Voy a ducharme. –cogí mi ropa y me acerqué a él. –Te he dejado la ropa encima de la cama, imaginé que te facilitaría las cosas.
Sonrió, después se apartó para dejarme salir y yo me fui hacia el baño.


La ducha me había ayudado a relajarme, ahora estaba totalmente despejada. Me vestí en el baño, me ricé el pelo y me hice una coleta, me maquillé, recogí el baño, y volví a la habitación donde esperaba encontrarme a Justin ya preparado. Pero para mi sorpresa lo encontré tumbado sobre la cama y solo con los calzoncillos. Verdaderamente tenía una pinta muy apetecible, diría que bastante. Era una lástima que no fuera la situación más adecuada, ya que el pudor que había aparecido de repente en mí de un día para otro, se había marchado igual de rápido. La noche pasada había ayudado bastante, y también la conversación que había tenido con Ryan. Sí, y es que en el momento que Justin se había quedado dormido Ryan y yo no hicimos otra cosa que hablar, hasta que se quedó dormido.
Me senté en el colchón inflable, observé a Justin durante un instante y entonces me dejé caer contra la pared. Mi menté comenzó a viajar horas hacia atrás, hasta recordar esa conversación que había tenido con el mejor amigo de mi novio.

··· Me giro para mirar a Justin, que se ha quedado profundamente dormido. Parece un niño, tan apacible. Aunque técnicamente no es bueno, mañana le será peor. Me vuelvo para mirar a Ryan que se ha apoyado contra el respaldo del sofá.
-¿Se ha dormido? –pregunta con los ojos cerrados.
-Sí. –digo en un susurro. –Anda, vamos a recoger esto.
-Que no, que no. Quita. Ya mañana.
-Ryan, mañana será peor.
-Buf...
Nos levantamos y comenzamos a llevar todas las cosas hasta la cocina en un silencio sepulcral, y cuando terminamos volvemos al salón junto a Justin.
-Quítale las zapatillas. –me dice.
-¿Eh?
-Que sí, tú quítaselas.
Le obedezco, le quito laz zapatillas cuidadosamente y las dejó a un lado del sofá. Miró a Ryan que ha hecho lo mismo y yo le imitó.
-Mierda. –digo.
-¿Qué ocurre?
-Jeremy y Alice, se suponía que no debíamos llegar muy tarde.
-Sí, pues es más de la 1:30.
-Joder... y encima este se duerme.
-Ponle un mensaje a Jeremy.
No digo nada, sigo mirándole.
-Usa su móvil... Dile que, eh... Vinisteis a mi casa y te quedaste dormida.
-¿Se lo tragara?
-Sí, fijo. 
-Está bien.
Busco el móvil en la mesa de centro, lo encuentro y escribo el mensaje: “Papá, hemos venido a casa de Ryan por la lluvia, pero Ale se ha quedado dormida. Ya es tarde, así que nos quedamos aquí”. Lo envió y un minuto después el móvil de Justin vibra sobre la mesa, lo miró. Jeremy ha contestado: “Está bien Just. Pero no lleguéis muy tarde mañana”.
-¿Qué te ha puesto?
-Que está bien.
-Lo ves. Conozco a su padre.
No decimos nada más, si no que ambos subimos los pies al sofá y nos acurrucamos en este. Durante unos minutos un silencio nos inunda. Creo que se ha quedado dormido; así que lo compruebo.
-Ryan... –digo cautelosa.
-¿Sí?
-Ah, no. Nada. Pensé que te habías dormido.
-Jaja, no, no.
-Ah, va...
-Bueno, y...
-¿Sí?
-No sé, ¿nos dormimos?
-No, no tengo sueño.
-No, ni yo.
-Pues cuéntame algo.
-No lo sé. Cuéntamelo tú.
-Eh... ¿Hace cuanto os conocéis?
-Desde los 7 años. ¿Por?
-Ah, pues por sacar un tema.
-Ah...
-Es mucho tiempo, eh.
-Sí, sí que lo es.
-Debéis estar muy unidos.
-Y que lo digas.
-¿Y qué hay de Chaz?
-¿Qué pasa con Chaz?
-No sé bueno, que si...
Me interrumpe.
-Ah, eso. Pues también somos muy buenos amigos. Pero no sé, Just y yo tenemos mucha confianza, no es que no la haya con Chaz o con Chris, pero no sé. Él y yo somos como hermanos, nos contamos todo.
-¿Todo?
-Todo.
Me preguntó entonces si de verdad se contaran todo. Quizás lo diga por decir y haya cosas el uno del uno que no sepan.
-Yo lo sé todo de él y él todo de mí. –dice él.
Me parece que ha leído mi mente.
-¿De verdad?
-Claro que sí.
-Y a pesar de que ahora no os veías tanto, ¿seguís estando tan unidos?
-Claro, para algo existe Internet.
-Ya pero...
-Ale, ¿quieres preguntarme algo en concreto?
Me ha pillado, llevaba tiempo con la curiosidad de saberlo. Quiero saber si le ha contado lo de la noche anterior, si de verdad tienen tanta confianza. Quiero saber si soy yo la única con lo que no lo habla. Quiero que Ryan me diga lo que Justin me esconde.
-Mira Ryan. –me mira fijamente, sosteniéndome la mirada. –Ayer tuvimos un problema.
-Lo sé. –dice antes de que pueda continuar.
-¿Lo sabes?
-Te he dicho que lo sé todo.
Guardo silencio, ahora ya no sé muy bien que decir.
-Mira Ale, no sé muy bien que es lo que quieres que te diga, tampoco supe que decirle a él. Y es que creo que es algo que tenéis que hablar entre vosotros.
-Pero es que él no quiere.
-También tienes que entenderle. Ponte en su situación, en que no... Bueno, ya sabes. Se ha tenido que sentir fatal.
-¿Y yo qué, eh? Yo también me he sentido mal.
-Me imagino, pero Ale. No es lo mismo.
-Pero Ryan, y si ya no... ¿Y si es que ya no le gusto?
-¿Qué?
-Que si es que ya no...
Me interrumpe.
-Te he escuchado. Lo pasa es que no te he entendido.
No digo nada, ¿qué no ha podido entender?
-Ale, escúchate, y después mírate. ¿Cómo no vas a ponerle?
Me sonrojo.
-No sé Ryan... ¿Pero entonces por que no...?
-Ale, Justin no es superman. Habrá días que esté realmente cansado, agotado, y no solo físicamente, también mentalmente. Y coño, esas cosas van unidas.
-Jajaja. ¿Entonces tú crees que es eso?
-No lo creo, lo sé.
Sonrío, y puedo ver como él hace lo mismo entre la penumbra.
-Gracias.
-¿De qué?
-Por escucharme.
-Ah, tranquila, no pasa nada. El alcohol ayuda.
-Que imbécil.
-Jajaja. No, en serio, da igual.
Una vez más sonrío.
-Eres un buen amigo Ryan.
-Jaja, ya te tocará algún día de estos escuchar mis problemas.
-Lo haré con encantada Butler.
-Eso espero, eh.
-Tenlo claro.
Hay un silencio, que no tardo en romper.
-Ah y Ryan... Creo que será mejor que no le digamos nada de esto a Justin.
-Tranquila, puedes confiar en mí.
No decimos nada más. Durante un minuto estamos en silencio.
-Bueno y... ¿Tú qué tal eh?
No contesta.
-Ryan... –muevo su pie con el mío pero no reacciona.
Genial, se ha quedado dormido. Eso significa que yo tendré que hacer lo mismo, así que relajo mi cuerpo, dejo caer mi cabeza, cierro los ojos, y me abandono al sueño que poco a poco me inunda. ···

-¡Ale, Ale, despierta! – dijo la voz aguda de Jazzy junto a mí.
Abrí los ojos lentamente hasta que me encontré con Jazzy que estaba medio encima de mí sacudiendo mi hombro. Me incorporé haciendo que se separara de mí. La miré.
-¿Qué ocurre Jazzy? –digo adormilada.
-No lo sé, Justin no se mueve.
La miré asombrada.
-¿Cómo que no se mueve?
-Que no se mueve.


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