sábado, 8 de octubre de 2011

¿Qué hay que ver?

Montamos en el coche, una vez más sin decir palabra. Vale, había sido incomodo y noté que le había molestado, pero no creí que fuera para tanto, no lo entendía. Encendí el motor, y arranqué el coche. Salimos del parking, y el silencio aún invadía el coche. No podía soportarlo.
-Vamos Ale. –dije rompiendo el silencio.
-¿Qué? –dijo sin mirarme.
-No te enfades.
-¿Crees que me he enfadado?
-Oh, no... Claro que no. –contesté irónico, intentando quitarle hierro al asunto.
-Pues no lo estoy si es lo que crees.
Hubo un silencio, la verdad es que tampoco lo parecía, tan solo era que estaba demasiado callada.
-Vale... –me limité a contestar.
-Lo único que... –se calló y yo la miré. –No entiendo que hacía ella allí. –terminó.
-No sé. La verdad es que yo tampoco lo sé. –le contesté sinceró, aunque no recordaba que realmente si lo sabía.
No dijo nada.
-Pero también tienes que entender que bueno... –me miró. –Que joder, ella en su día tuvo contacto con ellos. Y no puedes culparlos por quererla.
-Justin. –la miré aún me miraba. – ¿Y es qué a caso yo les estoy culpando a ellos?
-No he dicho eso...
-Ya sé que no has dicho eso. –me interrumpió. –Pero joder Justin, es que ella no pintaba nada ahí. Y bueno, tu padre no es quién para decirle nada joder...
-Pero... –intenté interrumpirla.
-No, déjame hablar. –la miré, ahora sí que parecía cabreada.
Yo tan solo asentí y deje que continuara.
-Los niños son niños, y la quieren, sí, es cierto, y a mí eso no me importa y no me importará nunca, y tú padre, se le notaba que simplemente estaba siendo educado. Al igual que lo he sido yo, pero no. No me hace ni puta gracia ver a Selena ahí.
Durante unos segundos no dije nada, la verdad es que no la entendía. No en ese momento.
-Pero Ale, vamos. Tan solo quería darles sus regalos. No estaba haciendo nada malo. No entiendo porqué te molesta tanto.
La miré, no me miraba, me daba la espalda.
-Justin... ¿Es que no lo ves? –dijo pausadamente y aún sin mirarme.
Yo volví la mirada a la carretera, me percaté de que estábamos a la vuelta de la esquina.
-¿El que tengo que ver Ale?
Una vez más hubo un silencio, un incómodo y penetrante silencio.
-No ves que lo hace aposta.
-¿Aposta? –me giré rápidamente, ahora me miraba.
-Sí, aposta. Ella sabía que tú, que tú irías, y que no irías solo. Que yo iría contigo obviamente, y también sabe que no me hace gracia veros en la misma sala, que no me hace gracia estar con ella. Lo sabe perfectamente, y por eso lo hace. Para joder, porque es una p...
-Calla. –así hizo, pero segundos después continuó.
-No Justin, no. Las cosas son así, y no te quieres dar cuenta.
-Ale, vamos. No creo que...
-Pero... –me interrumpió. –Hay algo que entiendo menos aún. –deje que continuara. -¿Cómo sabía ella en que hotel estarían?
Y entonces en ese momento, en el que ella estaba haciendo su pregunta y yo estaba concentrado metiendo el coche en el garaje, lo recordé. Recordé que en la fiesta pasada, hace dos noches, mientras hablaba con Asher, Chris y también Selena, lo mencioné. Mencioné el tema de que vendría mi padre con mis hermanos incluso dije el nombre del hotel. No caí en la cuenta de que eso podría traer consecuencias, y es que yo no lo veía así, creí conocer a Selena lo suficiente. Tenía que decírselo a Ale.
-Bueno, verás... –dije apagando el motor.
-¿Sí? –me miró.
-La noche, bueno... La noche de la fiesta, yo, bueno...
-Justin, di.
-Pues esa noche, yo lo mencioné mientras tú estabas con Scooter y bueno, imagino que Selena, en fin...
-Claro. Selena pensó que la mejor idea sería ir el día 25 de diciembre a darles los regalos al padre y a los hermanos de su ex novio. Es lo más normal. Yo lo hago siempre.
-Joder Ale, tan solo estaba siendo amable.
-No Justin, no es así. ¿Cómo coño no lo ves?
-¡¿Qué cojones tengo que ver Ale?! –le chillé.
-¡Pues que lo único que quiere es joder! A lo mejor no directamente a mí, o puede que sí, no lo sé.
-Vamos Ale, no digas tonterías.
-¿Tonterías? Ahora resulta que digo tonterías.
-Sí, ahora mismo las estás diciendo.
-Justin por favor. Es que no es tan complicado, lo único que quiere es jodernos, todo esto es culpa de ella.
-¿Es culpa de ella que discutamos por un gilipollez?
-Sí, esto es lo que ella busca.
-¿Cómo va a buscar esto? ¿Qué? Ha dicho venga, voy a ir a joder a la novia de Justin, encima ni te conoce, ¿cómo iba a saber ella que tú reaccionarías así, o que no te cae bien? No te conoce Ale.
-No hace falta que me conozca para saber eso. Cualquier persona en mi lugar reaccionaría así, se daría cuenta de esto, parece que él único que no se da cuenta eres tú.
-Es que no hay nada de que darse cuenta.
-Sí, sí que lo hay.
-¿De qué Ale? A ver, ilumíname.
-Pues de que no quiere vernos juntos. ¡De que con quien quiere verte es con ella! –chillo.
Reí falsamente.
-¿Te estás escuchando Ale? ¿Con ella? Si tú sabes como terminó lo nuestro, sabes lo que me hizo... Sabes que mientras estaba conmigo se lío con Taylor sin importarle nada. Y que aunque fui yo quien lo dejo, fue ella quien terminó con lo nuestro. Quien quiso que terminara.
-¡¿Y qué?!
-¿Cómo que y qué?
-Eso no quita que ya no te quiera, y que no le guste vernos juntos. Probablemente para ella lo de Taylor fue un desliz, pero te quería. Incluso diría que te quiere. Y por eso quiere que nos separemos. Y bueno, por una parte no la culpo, no culpo que te quiera, es inevitable, yo también lo hago....
-¿Entonces? –dije más tranquilo.
-El problema es que tú se lo permites. Tú no le das importancia a lo que ella hace, y por eso ahora estamos como estamos, discutiendo.
Aquello me indigno, y es que yo seguía sin creerme lo que ella me decía, creía conocer a Selena, creía tantas cosas. Pero todas erróneas.
-Ah, genial. Ahora es  mi culpa, ¿no? –dije de nuevo alterado.
-Pues sí Justin, porque tú se lo permites.
-¡¿Es mi culpa que tú seas una celosa!? Y encima sin razones.
Abrió mucho los ojos, y después hizo un signo de indignación.
-Mira, no, que yo sea celosa o no, eso no es tu culpa, y de eso yo no te estoy echando la culpa. Y es que además no es así, no estoy celosa, estoy molesta, enfada, incluso decepcionada. Pero no con ella, ella puede intentar hacer lo que le da la real gana, pero tú se lo estás permitiendo.
-¡¿Y no será al revés?! Es que eres tú la que se está poniendo como te estás poniendo.
-Bueno vale, no te lo niego, pero es que es comprensible, ¿cómo iba a reaccionar sino?... Pero es que no soy yo quien debe pararle los pies.
-Ah, ¿soy yo no?
-Pues sí, no iba a ser yo quién le dijera que se marchara del hotel, que sería lo mejor.
-Oh, lo siento. Es que supuse que estaba con una chica de 16 años. ¡No de 3!
-Ah, ¿Ahora soy una cría, no?
-Te comportas como tal. –dije serio.
Hubo un silencio, nos mirábamos fijamente a los ojos sin tan siquiera pestañear y entonces me di cuenta de que sus ojos estaban húmedos.
-Pues en ese caso no sé que haces perdiendo tú tiempo con una cría como yo.
Se giró hacia la puerta, y su mano se dirigió a abrir la puerta, pero yo la detuve. Agarré su mano, se detuvo pero no me miró.
-Ale, espera.
Tras unos segundos, finalmente, me miró, ahora sus ojos estaban más húmedos que antes, pero no tardó en volver a desviar la mirada hacia ventana.
-¿Qué quieres? –dijo en un sollozo.
-¡¡Que yo te quiero Selena joder!!
Mierda. Me había un hecho un lío tremendo, y la había cagado pero bien. Realmente no pensaba en Selena, o bueno sí, pensaba en que quizás Ale sí tenía razón, que lo único que quería era separarnos, pero no pensaba en que la quería. Hacía mucho tiempo que había dejado de quererla, ahora mi vida era Ale. Mi puta vida entera, y la acaba de cagar. Se giró lentamente hasta encontrarse con mis ojos, y justo en ese momento una lágrima recorrió su mejilla hasta tener fin en su barbilla.
-¿Qué? –dijo en un susurro apenas inaudible sino hubiera sido por ese silencio que inundaba el coche.
-Yo, no... Ale de verdad que...
-Ya está, da igual. –se soltó de mi mano bruscamente. –No digas nada, no me hace falta que lo hagas.
Yo no dije nada, ella abrió la puerta del coche e intentó salir, pero alcancé su brazo y la sujeté de él. Se giró entonces con los ojos inundados en lágrimas, que poco a poco iban cayendo por sus mejillas.
-Suéltame Justin. –dijo pausadamente.
-Ale yo...
-¡¡Te digo que me sueltes Justin!! –se deshizo de mi mano son tal brusquedad  que se golpeó el brazo contra la guantera.
No dije nada, tragué saliva. Ella hizo como sí nada, tan solo salió del coche sin mirarme. Una vez fuera del coche, y aún sin mirarme se dirigió a mí.
-Si ella te sigue queriendo o no, eso no lo sé. Tampoco quiero saberlo. –hizo una pausa. –Ahora puedes ir a comprobarlo. –hizo una pausa más. – ¿Sabes? Pensé que me querías, pero ahora, ahora ya no lo sé. Ahora me parece que todo ha sido un puto error.
Cerró la puerta del coche con fuerza, y vi como se alejaba corriendo.
Me quedé durante unos cuantos minutos paralizado en el coche, sus palabras daban vueltas en mi cabeza, no pensaba con claridad, estaba confuso, ¿Qué se suponía que debía hacer? ¡Joder qué coño estaba haciendo! Salí corriendo del coche, y entré en casa. La busqué con la mirada en la planta de abajo, entonces oí un ruido que venía de la planta de arriba.  Subí las escaleras corriendo, mi madre y Valery aún no habían llegado, menos mal, sino hubiera sido peor, o eso creo. Cuando llegué a la planta de arriba justo ella abrió su puerta, llevaba una mochila.
-¿Qué haces? –no dijo nada.
Sin decirme nada abrió camino para pasar, y bajo las escaleras tranquilamente como si nada, fui tras ella.
-¡Ale! –pasó de mí. -¿Dónde vas Ale?
Seguía sin responderme, llegó a la planta de abajo y se dirigió a la puerta.
-¡¿Qué cojones estás haciendo Ale?!
Corrí hasta ponerme delante de la puerta impidiendo que la abriera. Me miro fijamente sin decir palabra durante unos segundos, finalmente suspiró.
-Apártate Justin. –dijo.
Ya no lloraba, ahora tan solo estaba cabreada. Y entonces, sentí como las lágrimas acudían a mis ojos, no sabía muy bien por que era, los sentimientos se mezclaban en mi interior, la rabia de que esto estuviera pasando, la impotencia de sentir que la estaba perdiendo y no poder hacer nada, el dolor que me producía todo lo anterior.
Tragué saliva.
-No. –contesté serio.
-Te digo que te apartes. –dio un paso hacia delante.
Estaba a punto de echarme a llorar como un niño, las lágrimas inundaban completamente mis ojos, y una de ellas comenzó a deslizarse por mi mejilla; pero no podía permitirlo, ni que ella me viera así, ni darle la más mínima oportunidad de que traspasara esa puerta. Una vez más tragué saliva, agache la cabeza para contenerme y froté mis ojos para ahuyentar las lágrimas. Alcé la cabeza y la miré con firmeza.
-Y yo te digo que no. –contesté serio en un intento de reprimir un sollozó.
Ella se apresuró a la puerta, se lanzó contra mí, dejando caer la mochila al suelo y empezó a proporcionarme puñetazos en el pecho con rabia pero sin fuerza, y entonces se echó a llorar. Entonces paró y se dejó caer como una ligera pluma. Pero antes de que tocara el suelo, yo la cogí entre mis brazos, quedando. Ella se abrazó a mí con fuerza y siguió llorando. Aún abrazada a mí, la alcé un poco para no tener que arrastras sus pies por el suelo, y la llevé hasta el salón de juegos, en un principio había pensado en el sofá, pero si nuestras madres llegaban de repente, sería un problema. Entramos en el salón y cerré la puerta, después nos sentamos los dos en el sofá. Ella aún lloraba y me abrazaba, yo acariciaba su pelo en un intentó de consolarla a la vez que intentaba retener las lágrimas que querían escapar de mis ojos. 

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