miércoles, 12 de octubre de 2011

Ale... No.

-Esta foto es simplemente genial. –dijo entusiasmada.
Yo mire una vez más la foto, la verdad es que sí, sí que lo era. La miré, me miraba esperando mi respuesta.
-Sí, sí que lo es.
-Venga, súbela.
Cogí la foto y la colgué en Twitter, junto con un pequeño comentario. “Jazzy y Jaxon #swag” Y de verdad, que no sé como lo hacen, pero en menos de un minuto, ya tenía varios RT. Eso siempre me ha alucinado. No subí todas las fotos, solo unas cuantas, pero las demás las guardé en mi ordenador. Me desconecté del Twitter, y deje a ella que se conectara; mientras miraba sus cosas yo no prestaba atención a la pantalla, me parecía de mala educación mirar lo que estuviera haciendo, y aunque ella lo hace conmigo, la verdad es que no me importa, incluso diría que me gusta. Pero bueno, creo que no es lo mismo. Son situaciones distintas; de vez en cuando reclamaba mi atención para enseñarme algo, y yo miraba la pantalla. Entonces, mientras ella pasaba sus fotos en el “Tuenti”, no pude evitar mirar a la pantalla fijamente.
-Espera, regresa. –le dije.
Me miró atenta, dudó un segundo y finalmente volvió a la foto anterior. Yo miré la foto, ella, tan preciosa como siempre, pero con el pelo un poco más corto que ahora, se abrazaba un chico y sonreía contra sus labios, el chico, castaño con el pelo corto y algo más alto que ella, diría que de mi altura, la sostenía entre sus brazos con dulzura y la miraba tiernamente.
-Ese es... ¿Es Edu? –pregunté.
Hubo un silencio.
-Sí. –contestó en con un hilo de voz.
Aquella foto acciono algo en mí. No sé muy bien por qué, pero... Me hizo darme cuenta, de las putas ganas que tenía de hacerme una, bueno, miles de fotos con ella. Poder subirlas al Twitter, al Facebook o dónde quisiera. Poder gritar a los cuatro vientos lo mucho que la quería. Pero desafortunadamente eso no podía ser así. Ella había dicho a su padre y amigas que mantenía una vida diferente a la que realmente tenía ahora. Y bueno, había que intentar que eso siguiera así. Y es que la más mínima foto, el menor error que cometiéramos al salir juntos por la puerta de mi casa, y todo se iba al trasto. Aún me pregunto como es que la noche pasada, incluso esa tarde no vi a ningún fotógrafo merodeando cerca, tal vez ya no les importe tanto. Reí para mis adentros al pensar en aquello. Ojala que fuese así, y no les importara tanto. Pero en fin, supongo que al igual que ella dejo todo por mí, yo tengo que hacer, bueno... llamémosle pequeño “sacrificio”.
-Es de hace mucho tiempo. –dijo pausadamente.
-Ya bueno, si en realidad no me importa.
No dijo nada.
-Solo que bueno, en fin... Me gustaría poder tener una foto contigo.
Una vez más, hubo un silencio, y tras unos segundos, se echó a reír. La miré extrañado.
-Dios. –terminó de reírse.
-¿Qué te hace tanta gracias? –pregunté algo ciscado.  
-Pues que tú, o sea... Justin Bieber, quiere una foto conmigo. Piénsalo, y no me digas que no suena rarísimo.
Lo pensé. Sí, era cierto, sonaba extraño. No es por ser vanidoso, pero solían ser las chicas quienes querían una foto conmigo.
-Jajajaja, bueno sí. Es cierto.
-Jaja, además. Siempre puedes hacerte una foto conmigo. –se acercó a mí.
-¿Ah sí?
-Claro.
Volvió la mirada a la pantalla del ordenador, cerró todas las pestañas, abrió los complementos y comenzó a buscar algo entre ellos. Finalmente una ventanita en la pantalla del ordenador, con nuestras caras apareció.
-Sonríe bobo.
Se colocó el pelo, y a mí apenas me dio tiempo a mirar a la cam, pulsó el botón y se hizo la foto, después apareció en pantalla.
-No me gusta. –protesté.
-Jaaja, joder macho... Pues a mí sí. Así que la dejas.
-Vale, vale.
-Venga otra.
Se pegó más a mí, volvió a colocarse el pelo, sonreímos, y justo antes de pulsar el botón, se giró rápidamente y me plantó un beso en la mejilla, inevitablemente, sonreí. La foto volvió a aparecer en pantalla. Es perfecta, simplemente perfecta.
-Me encanta. –masculló.
-Y a mí. –sonríe.
Y entonces, seguimos haciéndonos fotos. Haciendo el tonto, posando, riendo, incluso en una que otra, no puedo evitarlo y la beso. Sus labios me llaman para que lo haga. No sé cuando tiempo estuvimos con las fotos, pero cuando nos pusimos a verlas todas, eran por lo menos 50. Creé una carpeta nueva y las guardé todas ahí, después apagué el ordenador.
-Bueno, ya tienes tus fotos. –dijo.
-Jajaa. Gracias hombre.
-Jaja, de nada. –me guiñó un ojo. –Espero que hayan sido un buen regalo de navidad.
-Pues, no mucho eh. –dije burlón.
Cerré la pantalla del ordenador.
-¿Ah no? –me levanté.
Dejé el ordenador de nuevo en el escritorio, y me apoyé en este.
-Es que aunque la camiseta me encanta, los pantalones igual, y las fotos son geniales. No era lo que quería. –sonreí pícaro.
-Ah, ¿y qué era lo que quería el señorito? –se incorporó y se sentó en la cama con las piernas cruzadas.
-Pues, técnicamente... –hice una pausa, me miraba intrigada. –Técnicamente ya lo tengo.
-Oh... ¿Y qué es?
-Pues, lo tengo justo delante. –me acerqué a ella con chulería.
Ella miró a su alrededor, como si no supiera de lo que le hablaba.
-Ah, pues yo quiero verlo. Quiero ver esa gran maravilla.
-Está bien. Ven conmigo.
Se levantó de la cama, yo la cogí de la cintura y la lleve hasta le baño y la coloqué delante del espejo. Lo señalé.
-Ahí lo tienes. Mírate bien, eh.
Una pequeña risa salió de entre sus labios, después se giró, y me besó. Sus labios apenas rozaban mis labios, pero aquello terminó como más deseaba. Su lengua comenzó a abrirse paso entre mi boca, y yo se lo permití. Segundos después nos besábamos apasionadamente, nuestras lenguas se rozaban sintiéndose intensamente la una a la otra, bailaban coordinadamente en la boca del otro. Nos besábamos con euforia, perdiéndonos el uno en el otro. Me besaba como nadie lo había hecho nunca, y yo la besaba a ella como si no hubiera mañana. Sus manos subieron hasta mi pelo, donde sus dedos comenzaron a enredarse. Yo, que tenía mis manos en su cintura la pegué a mi cuerpo, y después sin pensármelo dos veces, posé estás en su culo. Se separó de mis labios y sonrió pícara contra ellos, después volvió a acercarse a mis labios, los beso tiernamente, y mordió mi labio inferior. Aquello me excito. No pude evitarlo, y le di un pequeño impulso en el culo, haciendo que se montara encima de mí. Me rodeó la cintura con sus piernas y puso sus manos alrededor de mi cuello; yo la sostenía del culo. Era tan ligera, pero sus besos me hacían desconcentrarme. Incluso me balanceaba hacia los lados, casi perdiendo el equilibrio. Sus besos eran como una droga, ella era como una droga, me hacia perder el control en el momento en que probaba sus labios. No podía más, sus besos me volvían loco. Me separé de sus labios.
-¿Vamos a la cama? –pregunté.
Rió picara, asintió y volvió a mis labios.
La lleve aún acuestas hasta la cama, después la tumbe en ella. Me tumbe encima y seguimos besándonos.

[Narra Ale]
Su lengua rozaba la mía continuamente, sin parar. Subía sus manos de mi cintura a mi cadera y de mi cadera a mi cintura; de vez en cuando reparaba en mi culo, lo apretaba entre sus manos, y eso me gustaba. Sinceramente, yo no recordaba lo que había pasado hacia dos noches, y aunque él lo supiera, estoy casi convencida de que eso le gustaba más que lo de la vez anterior. Coloqué mis manos en su pecho, y lo acariciaba, hasta que llevé mi mano izquierda a su espalda y bajé hasta toparme con su culo. Me gustaba. Volví a subir la mano, y esta vez la introduje por dentro de su camiseta, su piel caliente se erizo ante el contacto de mi mano fría. Metí la otra mano.
Mientras yo a acariciaba su pecho y su abdomen continuamente por debajo de su camiseta, el se concentraba en mi culo. Hasta que de pronto noté como subía una de sus manos hasta mi pecho, pero sin llegar a tocarlo. Parecía que no se atrevía, en el fondo aquello me gustó. Aún nos besábamos separándonos de vez en cuando, mordiendo nuestros labios,  después sonreíamos. Pero él aún tímido apenas si rozaba mi pecho.
Yo, decidida cogí su mano y la llevé hasta mi pecho, aún con su mano debajo de la mía la apreté contra mi pecho derecho. Se separó de mis labios, yo suspiré y el rió. Después volvimos a concentrarnos el uno en el otro. Yo ya no podía más, estaba como una moto, y aunque no había “notado”, precisamente que él estuviera igual de excitado que yo, sus besos me lo dejaban saber. No sabía con seguridad lo que quería que pasara esa noche, pero lo que sí sabía era que no quería que se quedara en esto, que se quedara así. Bajé mi mano despacio desde sus abdominales, hasta su abanico, me detuve ahí insegura, dudando un segundo, él lo notó, pero no hizo nada, siguió pegado a mis labios. Comencé a bajar más, hasta encontrarme primero con la goma de sus calzoncillos, y después con sus vaqueros. Aún estaba un tanto insegura, temía su reacción, pero tampoco iba a detenerme para preguntarle. Suspiré aún en su boca, él lo sintió y rió. Y entonces, sin pensarlo más, baje unos cuantos centímetros más, hasta encontrar lo que buscaba: su paquete. Lo apreté, suspiró. No pareció disgustarle, sino que todo lo contrario. Empecé a pasar mi mano suavemente por su entrepierna, acariciándola. Él, no se opuso. Sentía como un bulto crecía debajo de sus pantalones, pero aquello no me molesto, más bien me excitaba. Busqué su cremallera, pero para mi sorpresa, cuando me dispuse a bajarla él se separó de mí con rapidez, y su mano me impidió que la bajara. Le miré asombrado, aquello había hecho que la magia se perdiera, no solo la magia, todo. Todo se había ido a la mierda, a mí ya me había cortado el rollo.
-¿Qué ocurre? –pregunté.
-Ale... –dudó. –Están nuestras madres abajo. –apartó mi mano con dulzura de su entrepierna. –No. –dijo finalmente, firme.
No dije nada, me había quedado helada. Sinceramente, no le culpaba, yo ya no recordaba que mi madre y Pattie estaba a unos cuantos metros por debajo de nosotros, y bueno, entendía que no quisiera ir a más. Además, podría volver a pasar lo que había pasado antes con mi madre... Si hubiera llegado a entrar hace tan solo unos minutos, nos hubiera pillado en algo más que un beso. Desde luego había razonado, había sido capaz de controlarse. Pero, ¿por qué yo no? Normalmente era yo quien tenía que pararles los pies a los chicos, no al revés. ¿Qué me pasaba? ¿Es que acaso con Justin es diferente? Aquella pregunta fue absurda, claro que era diferente, lo que había pasado hacia un minuto, me demostraba que era diferente. Era incapaz de controlarme estando a su lado, y es que le deseaba, le deseaba más que a cualquier otra cosa en este mundo. Además, él hacía que fuese distinto, con él no era solo deseo y excitación, era, es, algo más. Es cariño, pasión, desenfreno, complicidad, ternura, pasión. Son un sin fin de emociones, que nadie me ha hecho sentir.
-¿Ale? –preguntó Justin.
Sacudí la cabeza.
-Eh, vale, sí... –le miré fijamente a los ojos. –Tranquilo. –después sonreí. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario