domingo, 28 de agosto de 2011

Una oportunidad.


No sé muy bien porqué, pero me quede alucinada cuando lo vi. Era como... no sé, era raro. Yo seguía allí mirándole, sin saber porque, no es que tuviera algo mejor que hacer... Pero, si lo piensas era una perdida de tiempo, al menos para mí. Estaba sumida en mis pensamientos, hasta que de pronto, la pelota de baloncesto llego hasta a mí. Me agaché para cogerla, y me quede mirándola embobada, era todo tan raro. Entonces sentí como un  chico me tocaba la mano, y comencé a sentirme observada. Alcé la vista y allí estaba él, sonriéndome. Miré a mí alrededor y todos nos miraban. Decidí no alargar más todo aquello, ¿para qué? A mí no me gustaba.
# -Oh, lo siento. –le dije mientras le devolvía la pelota.
-Jajaja, no pasa nada. –me contesto. #
Después se dio la vuelta y empezó a alejarse. Pero entonces se giro.
# -Yo te conozco... –me dijo. #
Le miré sorprendida, no me podía creer que me hubiera reconocido, y menso como iba ayer, no, es que no podía ser.
# -Eh, no... No creo. –le conteste.
-Claro que sí, estoy seguro. –me dijo sonriendo. #
Me reí, no pude evitarlo. Tenía una sonrisa impresionante, lo recorrí de arriba abajo con la mirada. Llevaba una camiseta ancha de los Cleveland Cavaliers con su nombre, y unos pantalones negros de chándal. Realmente le sentaba todo muy bien.
-¡Eh vamos Biebs! –chilló un chico.  
Aquello me hizo dejar de mirarle. Él miró al chico que había chillado. Y le hizo una señal con la mano, indicándole que esperara.
# -Lo sé. Sé que te conozco. Pero me gustaría poder hacerlo mejor. –me dijo.
-Qué... –dije sorprendida.
-Sí, venga vamos. Espérame en los vestuarios dentro de media hora.  –continuó.
-Pero... –me calle, no sabía que decir.
-Venga, soy Justin Bieber, dame una oportunidad. –dijo, después me guiño un ojo. #
Yo solo asentí, estaba como embobada, no sabía lo que hacía. Él volvió a sonreírme y luego se alejo. Me quede mirando atontada el sitio donde hacia un rato él acababa de estar. Pero alguien me hizo volver al mundo real.
-¿Lo conoces? –me dijo una chica, como de unos 13 años.
La miré, negué con la cabeza y me fui. Salí corriendo de la pista de baloncesto, pero no me fui a casa, me metí en los baños de las chicas y me encerré en uno de ellos.
Necesitaba estar tranquila, poder pensar. Pero si quería poder pensar tranquilamente, no era lo más adecuado encerrarme en un baño del polideportivo donde estaba Justin Bieber. Lo mejor sería irme a casa, pero... Joder, estaba hecha un lío. Salí del baño, abrí el grifo y me eche un poco de agua por la cara. No sé porqué, pero tenía calor. Me apoyé en la pared, y me deje caer poco a poco, deje mi mochila a un lado, e intenté pensar. Justin Bieber, el mismísimo Justin Bieber, me acababa de decir que quería conocerme más, que le esperara en los vestuarios. A caso todo era un vacile... No es que me gustara, claro que no. No me gusta Justin Bieber, NO. Me repetía una y mil veces, pero, si era cierto eso, si era verdad que no me gustaba, por qué estaba planteándome en aquel momento si ir o no. Pero, pero es que es tan guapo, pensé, y que sonrisa que tiene. NO. Volví a pensar. No me gusta Justin Bieber. Intentaba engañarme a mí misma, cuando la verdad era, que hacía ya un rato, cuando su encantadora sonrisa me había capturado, que empezó a gustarme.
Bueno, eh... Su música no me gusta, y tampoco tendría que gustarme por ir a los vestuarios, por saber qué quiere, o más bien qué pasa. Y él, tiene su encanto... Seguí sumida en mis pensamientos, hasta que pasado un rato me decidí. Decidí ir, darle una oportunidad, en todo caso. Yo no perdía nada. Así que me levanté, y me fui hasta el espejo, me mire. Tenía unos pelos de alucine... Bueno, acababa de jugar al tenis, era lo normal. Pero a caso iba ir así a ver a Justin Bieber... Pues sí, porqué no. Tampoco pretendía nada con él, solo bueno... Miré el reloj, eran casi las 12:30. Pues sí que había pasado tiempo mientras tomaba una decisión. Cogí la mochila del suelo y me dirigí a los vestuarios. Al parecer la gente que antes abarrotaba la cancha de baloncesto se había ido, pero me temía lo peor, que se encontrara ahora rodeando los vestuarios. Llegué, y para mi sorpresa no era así. No había nadie, era raro la verdad. Abrí la puerta, nada más entrar me encontré con dos enormes hombres vestidos de negro que vigilaban la entrada. Nada más verme aquellos hombres se acercaron más a la puerta, para indicarme que no podía pasar. La verdad es que me lo suponía, y qué iba a hacer... Decirles, “Ah, no... Tranquilos, he quedado aquí con Justin”. Me echarían de inmediato, y me tomarían por una fan loca de atar. Así que me dí la vuelta dispuesta a salir, pero el sonido de su voz me detuvo.
# -¿Ya te ibas o qué? –dijo. #
Me dí la vuelta, le mire, se había cambiado, ahora llevaba unos vaqueros negros ajustados, una camisa azul y blanca de cuadros y unas zapatillas Adidas blancas. Le recorrí de abajo a arriba hasta toparme con sus ojos. Creo que me perdí en ellos.
# -¿Te encuentras bien? –preguntó.
-Claro.
-¿Segura? Porque te noto...
-Es que, la verdad. Todo esto me resulta un poco... eh, un poco violento. –le dije interrumpiéndolo.
-¿Violento?
-Sí. Es que, a ver... Tú eres Justin Bieber, y yo... –dije.
-Y tú una belieber con suerte. –después me guiñó un ojo.
-Te equivocas. –le dije rápidamente.
-¿Qué? –preguntó.
-Que yo, yo no soy una belieber. –le dije riéndome.
-Ya bueno... –dijo en un tono irónico.
-En serio...
-Mira, qué te parece si mantenemos esta conversación en otro sitio. –dijo interrumpiéndome.
Yo asentí.
-¿Pero, donde quieres ir? –me dijo.
-Pues no sé... –miré un momento al techo, pensando, pero... creo que no pensé lo que dije, no en ese momento. –Vamos a mi casa.
-Oh, tú si que vas rápido. Jajajaja. –contestó.
-Eh, no. A ver... Yo quiero cambiarme, y bueno, no sé donde quieres que vayamos donde tus fans no te acosen. Pero vamos, que... Que si tienes algún problema lo dejamos. –le contesté ofendida.
-Vale, vale. No lo había pensado así. Pero es buena idea. Vamos. –me dijo como disculpándose.
Yo me reí y miré hacia abajo. Él ando hacia a mi.
-¿Vives lejos? –preguntó.
-A diez minutos andando. –dije.
-Pero, creo que lo más conveniente sería ir en coche... ¿No? –me dijo.
-Eh, sí. –contesté.
-Pues vamos. –dijo mientras me cogía de la mano. #
Le miré, el me sonrió. Y entonces me perdí en su sonrisa. En aquella perfecta sonrisa.
Pero en cuanto nos montamos en aquel coche enorme volví al mundo real. Era alucinante. Me sentía... me sentía como si fuera famosa y fuera a un estreno de cine en una limusina, era alucínate. Exceptuando claro, el pequeño detalle de que iba en chándal. Durante los cinco minutos que fuimos en su coche ninguno dijo nada. Como ya había dicho antes, la situación era un tanto violenta. Le indiqué el camino al chófer y en seguida nos dejo en la puerta. Nos bajamos del coche, y Justin le dijo a su chófer que cuando él lo llamara viniera aquí en seguida, el hombre que conducía solo se limitó a asentir, después se fue. Pero acto seguido aparcó una furgoneta negra, con los cristales tintados que se acercó a nosotros.
# -Voy a subir, vale. –le dijo Justin a un hombre del coche.
-Si necesitas algo, ya sabes Bieber. –le respondió aquel hombre. #
Después Justin y yo nos dispusimos a subir a mi casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario