viernes, 26 de agosto de 2011

Bieber.


Sammy y Serena estaban boquiabiertas mirando al chico que estaba en la puerta, era bastante guapo he de admitir. Aquel chico miro hacia ambos lados, comos si comprobara que no hubiera nadie, no entendí como no nos vio la verdad, después se dirigió al baño con toda la calma del mundo, parecía no tener ninguna prisa. Ellas se dispusieron a salir corriendo, pero la detuve.
-Eh, eh. Esperad. –les dije cogiendo a Serena de la mano.
-Qué pasa. Qué quieres... –dijo Sammy.
-Vais a entrar al baño, lo vais a ver, y después qué...
-Pues hablaremos con él. –contestó Serena muy decidida.
-Claro, con vuestro perfecto inglés, ¿no? –dije irónicamente.
-Pues claro que no. Con el tuyo. –me dijo Sammy con una sonrisa en la cara.
Ah, sí olvide contaros que mi madre es americana, de la costa este, de Washington, por lo que todos los años nos vamos allí un mes en verano, sin olvidar que siempre alternamos con año sí, año no para Navidad y demás. Por este motivo, mi madre se empeño en que aprendiera inglés desde pequeña, y bueno, la verdad es que me desarrollo bien con el idioma.
La miré mal, pero acepté. Así que salimos corriendo en dirección al baño donde se encontraba Bieber. Llegamos y Sammy y Serena se quedaron paralizadas frente a la puerta.
-¿Ahora qué? –dije.
-Pues nada, ahora nada. –me dijo Serena.
-¡Qué, cómo que nada! –le dije.
Hubo un silencio.
-Es que nada. –dije seria.
Les cogí de la mano a las dos disponiéndome a entrar en el baño de los chicos, cuando justo la puerta se abrió y salió aquel chico con una gorra igual a las nuestras, pero en azul, que le cubría la cabeza, y que apenas si nos dejaba ver su cara ya que además iba con la cabeza baja. Al toparse con algo en su camino, el chico miró rápidamente hacia arriba.
-¡Aaaah! –chilló el chico.
-¡Aaaah! –chillé yo.
-¡Aaaah! –chillaron Sammy y Serena a la vez.
-Pero, pero... Quienes sois, y... qué hacéis aquí, y así... –nos pregunto en inglés y señalando nuestra ropa.
Yo le miré y le puse una sonrisa torcida, como disculpándome. Entonces Sammy y Serena chillaron nuevamente.
-¡Calmaos! –les dije.
-¿Qué ha dicho? –me preguntaron.
El chico empezó a alejarse de nosotras, metiéndose en el baño, parecía asustado. Sinceramente, yo también lo estaría.
(A partir de ahora, cuando una conversación sea en inglés, pondré # cuando empiece y cuando termine)
# -Eh, lo siento. Es que somos, son, fans tuyas, y bueno, la verdad es que es una larga historia. Pero por favor, no te vayas, y... –dije.
-Ah, eh... Vale, pero qué hacéis aquí, cómo habéis entrado. –preguntó aún con miedo.
-Es que es una larga historia... Pero bueno... –dije.
-¿Y qué es lo qué queréis? –me volvió a preguntar. #
Yo le miré, y después miré a Sammy y a Serena que observaban al chico como si estuvieran enfrente de la misma virgen. Pase mi mano por delante de ellas, para intentar que volvieran al mundo real.
-¡Eh! Qué le digo tías. –les pregunté.
-Pues dile que le queremos. No, que le amamos. –dijo Serena.
-Y que le admiramos, y que es el mejor. –me dijo Sammy.
-Sí, sí. Ah, y que está buenísimo. –dijo Serena.
-¿También lo de que esta bueno? –pregunté.
-Sí, todo. –contestaron las dos.
Me di la vuelta y ahí seguía aquel chico mirándonos, ya no asustado, sino, sorprendido. Me acerqué un poco y el hizo lo mismo, Sammy y Serena me siguieron. Entonces le repetí lo que ellas me habían dicho, a lo que él me respondió que nos quería mucho también, sí, dijo NOS.... Pero no replique. Y dijo que nosotras éramos también muy guapas, supongo que lo dijo por cumplir, y añadió que le encantaba nuestra ropa. Yo le traduje su contestación a Sammy y a Serena, que no dejaban de mirarle.
# -Eh, ¿queréis un autógrafo? –nos preguntó el chico.
-Claro. –le contesté sin pensar, ya que la respuesta de mis amigas era obvia. #
Me giré y les dije a Sammy y a Serena lo qué me había dicho, entonces pegaron un chillido nuevamente, a lo que el chico respondió con una carcajada.
-¿Y dónde os firma y con qué? –pregunté.
-En la gorra. –contestó Serena sacándose un rotulador permanente de color rojo del bolsillo.
Me quedé flipada.
Sammy se quitó la gorra la primera y se la dio, después Serena hizo lo mismo. Cuando el chico terminó de firmarlas me miró a mí.
# -Y tú qué... –dijo.
-Eh, yo... –dije dudosa. #
Sammy y Serena me miraron de inmediato con una mirada como diciendo “dale la gorra”. Parecía que eso si que lo entendían. No dije nada. Solo me quité la gorra y se la di. Él la firmo. Entonces nos dijo que se tenía que ir, que empezaba a tardar demasiado, y se preocuparian. El chico se acercó a nosotras y nos dio un beso en la mejilla a cada una, Sammy y Serena se pusieron rojas. Él se alejó y justo antes de abrir la puerta de la sala, nos dijo en susurro, que gracias al silenció que había en toda la planta pudimos oír, “I love you my beliebers”, después sonrió, abrió la puerta y se metió en la sala.
Sammy y Serena, parece ser que lo entendieron perfectamente, ya que no me pidieron que tradujera nada, y bueno, la sonrisa que había en su cara las delataba.
-Vámonos, venga. –les dije.
- Eh, sí, vamos. –me contestaron las dos.

Para salir del centro comercial hicimos el mismo recorrido que para entrar, no sé cómo, pero logramos salir sin que nadie nos viera. Y cuando estuvimos fuera Sammy y Serena se abrazaron y chillaron. Yo me apoyé contra la pared, estaba cansada la verdad, tan solo deseaba irme a casa. Miré el reloj eran algo más de las 8:00.
-Bueno, y ahora qué... –pregunté.
-¿Damos una vuelta por Madrid? –sugirió Serena.
-Mm, sí, por qué no. –contestó rápidamente Sammy.
Me miraron, yo solo asentí. Sí estaba cansada, pero era temprano. Aunque más tarde me arrepentí, ya que mientras dábamos esa vuelta se tiraron todo el rato hablando de Bieber, de lo perfecto que era, de sus canciones, de todo, incluso había momentos en que se contaban lo que acabamos de vivir, como si alguna no hubiera estado presente. Era una pesadilla. A las 9:30, nos montamos en el metro de vuelta a casa, y aún seguían hablando de ello. Era ya insoportable. Por fin llegamos a casa.  Acompañamos a Sammy hasta el portal,  Serena y yo bajamos hasta el mío. Nos dimos dos besos y ella se alejó, y justo antes de que yo entrara en el portal, me chilló:
-¡Ves como no ha estado tan mal! –me dijo riendo.
Yo no conteste, en el fondo tenía razón, exceptuando las, como dos horas que en total se habían tirado hablando del chico, no había estado tan mal.
Subí a casa por el ascensor, solo era un tercero, pero estaba matada. Llame al timbre, y abrió mi madre en seguida, se quedó mirándome estupefacta, después rió. Yo la miré mal, y la aparté para que me dejara entrar, me fui a mi habitación enseguida a cambiarme y a darme una ducha, después fui a cenar. Durante la cena mis padres me preguntaron que cómo había ido, pero la verdad, es que pasaba de contarles el detalle de que nos habíamos colado en el Corte Inglés, así que solo les contesté que no había estado mal. Al terminar de cenar, me fui a mi habitación, me tumbé en la cama y caí rendida. Estaba realmente agotada. 

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