martes, 30 de agosto de 2011

Suena genial.


Cuando terminé de tocar le miré, miraba el piano embobado, miraba mis manos que aún seguían sobre las teclas. Seguí mirándole hasta que alzó la cabeza.
# -Claro de luna. Es genial. –me dijo.
-Debussy es un maestro. –le contesté.
-Ya lo creo... Bueno, y tú lo haces genial. –después me sonrió.
-Bueno, ¿y tú qué, sabes tocar? –pregunté.
-Jajaja, bueno, creo que empiezo a creerme que no eres mi fan. –dijo.
-Pues claro que no lo soy. –le dije.
-Mm, bueno... No sé yo. Si no lo eres, ¿qué hacías ayer ahí, y vestida así? –me dijo con un tono de burla.
-Pues, ¿recuerdas aquellas dos chicas que iban conmigo, que te miraban como tontas, y chillaban a cada uno de tus movimientos? –pregunté.
-Como para no recordarlas... –después suspiró.
Le miré y ambos reímos.
-Ellas son muy importantes en mi vida, y si me piden que les acompañe a ver a un niñato de 17 años que canta “Baby, baby, baby, oh!”. Pues yo las acompaño. –seguí.
-Oye, sin faltar. Que ese niñato está aquí a tu lado. –dijo ofendido.
-Bueno, lo siento. Pero, te queda ya claro que no estoy “loca” por ti... –dije.
-Mm, no. La verdad. Creo que te haces la dura, pero en el fondo mueres por mi. –me dijo desafiante.
-¡JÁ! Pues te equivocas. –le conteste enfada.
-¿Tú crees? –dijo.
-No lo creo, lo sé. #
Después ambos nos callamos, y nos quedamos mirándonos a los ojos él uno al otro. Bien era cierto que su música no me gustaba, pero creo que él estaba empezando a hacerlo. Una vez más, comencé a perderme en aquellos preciosos ojos que él tenía clavados en mí.
# -Te creo. –dijo, después sonrió.
Yo me limité a reír.
-Bueno, pero... Entonces, ¿tocas el piano, o qué? –le dije intentando cambiar de tema.
-Yo toco muchas cosas, ¿sabes? –después me sonrió pícaramente.
Yo le miré mal, y después el se río.
-Claro. –dijo.
-Bueno, pues entonces... Te toca. –dije apartándome un poco, del piano.
-¿Qué toco? –preguntó.
-Pues... No sé. –contesté.
-¿Algo mío? –me dijo.
-Bueno, por qué no. Si no sabes nada más... –después me reí.
-Yo sé muchas cosas. No me subestimes. –contestó.
-No, no. Bueno, vamos. Toca algo, lo que sea. –le dije. #
Él me miró, se acercó al piano, volvió a mirarme y entonces, comenzó a tocar.
Yo miraba sus manos mientras tocaba, seguía cada movimiento de sus dedos con la mirada. Lo hacía realmente bien.  Era raro, no me sonaba nada la canción. Obviamente, no me sabía sus canciones, ni las conocía absolutamente todas, pero, Sammy y Serena, nos habían obligado a mí y a Emma muchas tardes de aburrimiento a tragarnos las canciones de este chico. Por lo que, llegados a este punto, era ya capaz de reconocer una de sus canciones. Él seguí concentrado, tocando, sin apartar la vista ni un segundo de las teclas. Hasta que de pronto paro. Y me miro.
# -¿Por qué paras? –pregunté.
-¿Te gusta? –me contestó él, evadiendo mi pregunta.
-Claro, suena genial. ¿Cuál es?
El rió.
-No lo sé. Aún no sé como llamarla. –dijo.
Entonces caí en que era algo nuevo, algo que obviamente,  no se había ni grabado.
-¿Tiene letra? –pregunté.
-Claro. –contestó.
-Cántala. –dije sin pensarlo.
-¿Segura? –preguntó.
-Por qué no iba a estarlo. –le dije mirándole fijamente. #
Después el rió, volvió a colocar las manos sobre el teclado, y empezó de nuevo a tocar. Y pasados unos segundos, a cantar. Inevitablemente, desvié mis ojos de sus manos, para miarle a él. Que diferente era ahora su voz. Sonaba, tan... tan masculina y grave, pero a la vez dulce. No tenía nada que ver con la voz que escuchaba en los móviles de mis amigas. Bueno, quizás también era la “magia del directo”.
Empecé a concentrarme en la letra, en lo que estaba diciendo. Era realmente bonita.  Hablaba de una chica, alguien a quién quería, pero a la que había perdido. Pensé entonces en una ex novia. Volvió a parar.
# -¿Qué te parece? –me preguntó.
-¿La has escrito tú? –contesté con una pregunta.
-Sí. –me dijo como avergonzándose.
-Es preciosa. Imagino que la querías mucho. –dije agachando la cabeza.
-Sí, realmente sí. Pero bueno, nada es para siempre... –contestó.
-Bueno... –me callé, no supe que decir. Después puse mi mano en su hombro.
-Era muy importante en mi vida. La verdad es que no entiendo porqué tuvo que irse. Porqué tuvo que dejarme... –se calló.
Creo que pude ver como las lágrimas empezaban a invadir sus ojos. Él se frotó los ojos, intentando ahuyentarlas.
-Lo siento. –me dijo.
-Tranquilo, es normal. –le contesté.
-Es que la quería mucho. Y sé que ella era ya mayor. Pero me duele. Era mi abuela favorita. –dijo. #
Yo no dije nada. Entonces me dí cuenta de que a quién había perdido era a su abuela. No sé muy bien porqué, pero eso hizo que sintiera un gran alivio. Inmediatamente después, juro que me salió solo, me tire a abrazarle.
# -Gracias. –dijo él en un pequeño susurro. #
Yo no dije nada, sino que le abracé un poco más fuerte. A lo que él respondió haciendo lo mismo. Y justo en ese momento, me dí cuenta de que sí. De que ahora Justin me gustaba. 

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