sábado, 27 de agosto de 2011

Tenis.


A la mañana siguiente el despertador sonó a las 9:30.  Buuff, tenía que ir al entrenamiento de tenis... Me encanta el tenis, por lo que entrenaba los martes y jueves de 5:00 a 6:00 y los sábados de 10:00 a 12:00. No solía importarme tener que levantarme tan temprano todos los sábados, pero ese día estaba matada. Me levanté y me fui a la cocina a desayunar. No había nadie en casa, era raro siendo tan temprano. En la nevera había una nota:
“Cariño, nos hemos ido a casa de tus abuelos, y luego iremos a comprar. Desayuna y vete al entrenamiento. Llegaremos alrededor de las 3:00. Si tienes hambre come tú sola. Un beso, mamá.”
Me bebí un poco de leche directamente del cartón, no me apetecía nada más.  Me fui a mi habitación, me puse el chándal y preparé la mochila con la ropa del tenis, la raqueta y demás.  Después salí de casa.
El polideportivo al que voy no está muy lejos, a unos 10 minutos andando. Por lo que llegue en seguida. Estaba casi vacío, no era raro la verdad, la gente solía llegar más tarde. Me fui a los vestuarios y me cambié, después salí a la pista, mi profesor había llegado ya como siempre, pero Ashley aún no había llegado. Ashley es una chica un tanto especial. Bueno, la palabra sería “niñata rica”. Pero en  fin, a veces era maja. Siempre venía en coche, creo que la traía un chófer, no vivía cerca, creo que era de una urbanización súper lujosa de esas a las afueras de Madrid, o de eso presumía ella siempre.
Por fin llego y empezamos a entrenar, y como siempre Ashley empezó a acaparar toda la atención de nuestro entrenador. Nuestro entrenador se llama Andrea, es italiano, por eso el nombre es un poco... Mm, de chica. Pero nos dice siempre que le llamemos Andrew, que suena mejor. Andrew es un chico muy guapo, vamos que está buenísimo, pero tiene 23 años, muy mayor como para fijarse en alguien como yo,  por lo que yo me concentro en entrenar, no como Ashley que a pesar de solo tener 16, va a por todas con él. Pero en fin, a mi la verdad es que me da igual.
-¡Andrew! ¿Puedes venir? –chilló Ashley mientras practicábamos el revés.
Yo no dije nada, tan solo la miré de reojo, y pensé “Ya está la rubia”. Andrew, fue hasta ella para ayudarla, y yo seguí a lo mío. Después de un rato dijo que paráramos, y seguimos con otras cosas. Y como todos los días, las reclamaciones de Ashley por Andrew eran constantes. Cuándo quedaban 20 minutos, nos dijo que si queríamos podíamos irnos ya, o echar un partido.
-Uuuff, yo me voy ya. ¿Te vienes Ale? –me dijo Ashley.
-Eh, no, yo me quedo otro rato. –contesté.
-Tú misma. –dijo girándose mientras hacía un movimiento de pelo, que no era muy natural la verdad.
-Bueno qué... ¿Te hace un partidito? –me dijo Andrew.
-Sí claro. –le sonreí.
En ese momento Ashley se dio la vuelta.
-Bueno, pensándolo mejor, yo también me quedo. –dijo.
Andrew y yo nos miramos y nos reímos. Había sido realmente cantosa.
-Bueno. Qué os parece vosotras dos contra mí. –sugirió Andrew.
Yo asentí, y Ashley lo mismo. Comenzamos a jugar, y mientras lo hacía, bueno realmente bien he de decir, Ashley se dedicaba a correr por la pista moviendo la raqueta como pato mareado. Sí lo que quería era impresionar a Andrew, creo que lo estaba haciendo realmente bien. Ya que él la miraba asombrado. Cuando terminamos el partido Andrew se acercó a nosotras.
-Muy bien Alejandra. Lo has hecho genial. –me dijo sonriendo.
Yo solo me reí avergonzada.
-En cambió tú Ashley, creo que necesitas entrenar más. Incluso... sí sigues así, habrá que cambiarte de categoría, con otro profesor y eso. Porque... –le decía Andrew.
Ashley le miraba sorprendido.
-No, no. Juro que mejoraré, ya lo verás. –dijo Ashley.
-Bueno chicas, ya podéis iros. Yo me voy. Adiós. –nos dijo. Luego cogió sus cosas.
Yo cogí mis cosas y me dirigí al vestuario. Ashley corrió detrás de mí.
-Oye Ale, espera. –me dijo.
-¿Qué pasa?  -pregunté, aunque en el fondo me lo imaginaba.
-Pues, veo que a ti se te da muy bien, y bueno... Como eres tan buena, tú podrías ayudarme, ¿verdad? –me dijo entre pucheritos.
Yo solo me reí.
-Eso es un sí, ¿no? –dijo.
-Mm, es que no sé si tenga tiempo Ash. –le conteste.
-Venga por favor. –me suplicó.
La verdad que no me apetecía nada tener que enseñarle, porque, joder. Ella había desaprovechado el tiempo de entrenamiento en un intento fallido por encontrar novio, y eso no era mi problema, y tampoco éramos tan amigas. Así que le dije que no. Que no podía.
-Ah... Pues vale. Además tampoco eres tan buena. Que lo sepas.
Yo no le dije nada, era una niñata consentida. Cogí la ropa de mi mochila y me cambié, no me duche porque solo quería irme a casa, y al fin y al cabo, solo estaba a diez minutos. Salí de los vestuarios, y lo que me encontré fue sorprendente. El campo de baloncesto que se encontraba a la entrada del polideportivo estaba rodeado de gente, había alguna que otra persona haciendo fotos, y me pareció ver a una chica corriendo con una cámara de fotos, de las profesionales, vamos, que era una reportera. Me acerqué, no sabía que era lo que pasaba. Me abrí paso entre la gente para llegar hasta el frente. Y cuando llegue al frente si que sorprendí. 

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