miércoles, 24 de agosto de 2011

Corte Inglés de Callao.


Justo cuando el reloj se cambió a las 4:30, sonó el telefonillo.
-¡Cariño! Es Serena. ¿Le digo que entre o qué? –me chilló mi padre desde la cocina.
-Dile que ya bajo, que espere ahí. –le contesté mientras salía de mi habitación.
En cuanto bajé mi padre se me quedó mirando asombrado. Después, estalló en una carcajada.
-¿¡Pero qué llevas puesto!? –me preguntó aún entre risas.
-Ya, ya. Lo sé… Es patético, pero qué se le va a hacer. Las quiero demasiado. –conteste mientras andaba hacia la puerta.
-Sí, así es demasiado. –dijo riéndose más aún.
Me giré rápidamente y le mire fijamente, y si las miradas matasen, mi padre no estaría vivo.
-No llevo llaves. –le dije mientras salía.
-No llegues tarde. –me dijo.
Baje las escaleras corriendo, prefería no toparme con ningún vecino. Por amor propio más que nada. Abrí la puerta del portal y allí estaba Serena esperándome, vestida exactamente igual que yo. En cuanto salí y me vio pego un chillido impresionante.
-¡Aaaaaah! ¡Te queda genial! –me chilló.
-Vale, vale. Pero no chilles.
-Está bien, pero vamos anda.
Comenzamos a andar. Íbamos en dirección al metro, un viernes a las 4:30,  por lo que lo más probable era que nos fuéramos a encontrar a alguien.
-Espero que no nos encontremos a nadie. –le dije.
-  Anda… Qué más dará.
La miré rápidamente y ella a mí. Después se río. La miré mal. Y ella se río aún más, terminé por reírme con ella.
Al fin llegamos al metro, y ahí estaba Sammy, vestida exactamente igual que nosotras.
- Es… GENIAL. –chillaron las dos a la vez.
- No, no lo es. Y vayámonos antes de que veamos a alguien. –les dije.
-Joder, está bien. Vamos. –dijo Serena.
Nos montamos en el metro, en dirección a Callao, ya que la presentación del CD iba a ser en el Corte Inglés de Callao. Vivimos en Madrid, en el Pau de Carabanchel, por lo que bueno, tardábamos unos 25 minutos en llegar.  Pero aquellos 25 minutos fueron los más largos de toda mi vida. Serena y Sammy se tiraron todo el camino contándome la vida de Bieber, y cuándo digo toda, digo TODA. Creo que empezaba a odiar a este chico, pero he de admitir que no era su culpa, sino de la de sus fans.
Por fin llegamos, y cuando salimos del metro… Dios, como estaba aquello. Lleno de gente, de vallas de seguridad, de policías, de calles cortadas y por supuesto chicas de todas las edades, y creo que había algún chico, chillando de sobremanera. Era alucinante.
-Bueno, ¿y ahora qué? Eh, listas.  –les dije-
-¿Cómo que ahora qué? –preguntaron las dos.
-Sí, que dónde pensáis poneros para que podáis verle… Porque vamos…
-Anda calla. –me dijo Sammy mientras me cogía de la mano y empezaba a andar a un sitio un poco más tranquilo, a un callejón.
-Aquí no le vais a ver, eh. –dije.
-¿Ah no? –contestó irónicamente Serena.
-Jajajajaja, pues no.  –le dije.
-Mira, lo tenemos todo pensado. –dijo Sammy.
-¿Qué? –dije asustada.
Verdaderamente me esperaba cualquier cosa por parte de estas dos, y me daba un poco de miedo.
-Pues a ver, Justin tiene que llegar a las 7:00.  –dijo Serena.
¿¡A las 7:00!? –dije sorprendida. –si son las 5:20.
-Calla. –me dijo Sammy. –Lo que hemos pensado, es que como esto se va a llenar mucho más, y nosotras queremos verle bien de cerca vamos a esperar a que se llene, y nosotras estaremos esperando al final del todo…
-Pero… -la interrumpí.
-Cuando llegue Justin la seguridad y demás se concentran solo en él, por lo que las entradas del centro comercial se descuidaran. –continuó Selena.
-Eh, eh, eh, EH. ¿Estáis pensando en hacer lo que yo creo que queréis hacer? –las interrumpí nuevamente.
-Pues probablemente sí estés pensando en lo que nosotras queremos hacer… Por lo que… Sí. –me dijo Sammy.
-¡Pero estáis locas o qué! –chillé.
- No. Solo queremos ver a Justin Bieber. –dijo Serena.
-Pues a ver venido más temprano. –les dije.
-Sabes Ale, la mayoría de chicas que hay aquí están desde las 6 de la mañana. –me dijo Sammy.
¿Qué? Joder. –contesté.
-Sí. –me respondió.
Después hubo un corto pero incomodo silencio, en lo que ellas no paraban de mirarme a mí y hacia como si mirara a otro sitio, aunque realmente las miraba por el rabillo del ojo. Hasta que empezaron a lloriquear y se aferraron a mí.
-Por favor, por favor, por favor, por favor. Aleeeee. –suplicaban y lloriqueaban las dos como unas niñas pequeñas.
Pero entonces las aparté.
-O sea, me habéis convencido para venir hasta aquí, para vestirme así. –dije mirándome. –Que encima me he tenido que comprar todo, TODO. Me estoy perdiendo un viernes fabuloso para estar aquí con vosotras viendo al Bieber este, ah, y además os habéis tirado todo el camino contando toda su puñetera vida, y ahora me pedís que nos colemos en un centro comercial rodeado de policías a riesgo de meternos en un lío que flipas.
Después de decirles eso, me quedé muy a gusto la verdad, pero ellas me miraban perplejas.
Volvimos a quedarnos en silencio, pero este fue más largo y más incomodo que el último. Pasado un rato miré mi reloj, eran ya las 5:45, qué rápido se me había pasado. Y bueno, solo tendríamos que esperar una hora y cuarto, y ya estábamos aquí, y teníamos la ropa, la verdad es que incluso eso de colarse en un sitio tenía que ser divertido y dar un buen subidón de adrenalina… Así que… Por qué no.  Total, ya había perdido toda mi divinidad yendo así por la calle. Las miré.
-¿Por dónde habría que entrar? –pregunté.
Se miraron, me miraron, sonrieron y chillaron.
-¡Bieeeeeeeeeeeeeeeen! –chillaron a la vez mientras me abrazaban.
-¡Ah! Que no puedo respirar, soltarme.
Me soltaron, y entonces comenzaron a explicarme como entraríamos.
Nos dirigimos a la parte de atrás del Corte Inglés, donde había una salida de emergencia que estaba rota, por lo que se podía abrir desde fuera. (A día de hoy sigo sin saber como lo sabía, pero no he preguntado, me temo cualquier cosa).
Lo que también me impresiono es que parecía que éramos las únicas que sabíamos lo de la puerta, ya que no había nadie más, ni tan si quiera guardias de seguridad. Era todo bastante raro.  
Nos quedamos allí hablando, echando unas risas y demás, hasta que dieron las 7:00.
No nos hizo falta ni mirar el reloj, los chillidos de todas las fans nos avisaron.
Y no sé por que, pero Serena y Sammy se miraron y chillaron de una forma alucinante.

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