jueves, 1 de diciembre de 2011

Autocontrol.

[Narra Ale]

Le miraba atenta, sin apartar un segundo mis ojos de los suyos. Conforme iba contándome lo sucedido mi cara dibujaba una expresión diferente, y mi mente iba creyéndose sus palabras al igual que había hecho mi padre. Definitivamente, era un gran actor.
Tras terminar de hablar entrelazó nuestras manos.
-Ale... –dijo en un susurro.
-Justin... –dije igual que él.
-¿Estás segura de que quieres hacer esto? –preguntó como si temiera mi respuesta.
-¿Me estás vacilando? –dije levantándome de la cama.
Me miro un segundo, atento, sin apartar sus ojos miel de los míos.
-Justin Drew Bieber Mallette. –me acerqué a él de nuevo, despacio. –Eres el único ser sobre la faz de la Tierra por que sería capaz de hacer cualquier cosa, cualquiera. ¿Me oyes? Iré contigo al fin del mundo, con tal de que nadie me separe de ti.
Río, pareció que mis palabras le causaban gracia.
-¿Dónde quieres ir?
-Sorpréndeme. –me alejé de él.
-Está bien.
Se levanto de la cama.
-Tal vez vengan a hablar contigo, no lo sé. Reacciona según lo que te he contado según veas, confío en ti. Al fin y al cabo, eres Premio Oscar Mejor actriz revelación 2011, ¿no?
Sonreí, no pude evitarlo.
-Claro, claro que lo soy.
Esbozo una gran sonrisa, como él solo sabe, después salió de la habitación sin hacer mucho ruido.

[Narra Justin]
Me metí en mi habitación enseguida, prefería no encontrarme con Federico.
Al entrar cogí una mochila de deporte, y comencé a meter lo que necesitaría para tres o cuatro días como mucho: calzoncillos, pantalones, camisetas, desodorante, cepillo de dientes, la pasta, colonia, y lo más importante, mi cartera. Al terminar encendí mi ordenador y comencé a buscar agencias de viaje. Quería que la sorprendiera, pero un lunes a las 11:00 de la noche, iba ser un tanto difícil encontrar un sitio que realmente pudiera sorprenderla. Necesitaba encontrar algo rápido, para las 5:00 de la madrugada como muy tarde, y algo donde a nadie se le pasara por la cabeza buscarnos, pero tampoco nada cutre. ¿Pero qué coño podía conseguir a esas horas de un lunes por Internet y para esta madrugada? Pensé en pedirle ayuda a Scooter, pero me echaría un sermón enorme y terminaría por no ayudarme, sé que no me delataría, eso jamás, pero no me apetecía que nadie me sermoneara. También pensé en mi padre o Kenny, incluso Ryan, pero realmente no podían hacer nada. El único que podía hacer algo, era alguien, algo más poderoso que yo, un hermano, él, que siempre está ahí para todo, él tenía que ayudarme.

[Narra Ale]
-¿Ale? –pregunto la grave voz de mi padre. -¿Puedo pasar?
No me dio tiempo a contestar cuando mi padre había abierto ya la puerta de mi habitación. Me había metido en la cama, y había cubierto mi cuerpo entero con las sábanas, impidiendo ver que estaba vestida.
-Ya estás dentro. –contesté resignada.
Se dirigió hasta mi cama y se sentó en el borde, casi a punto de caerse, me miró atento un momento y después observó la habitación meticulosamente.
-Que bonito te ha puesto esto Pattie. –sonrió.
Le miré atónita, ahora hacía como si no hubiera pasado nada, muy típico en él, en realidad no sé ni por qué me sorprendió.
-¿Qué quieres papa? –pregunté resignada.
-Que hablemos, cielo. –guardé silencio esperando que continuara. –Hija, lo siento. Siento haberte pegado.
Seguí en silencio, y es que no sabía que decirle, ¿qué lo sentía? Pues que lo sienta, me había pegado, delante de Justin, incluso podría decirse que me había humillado. En ese momento lo único que quería era chillarle y echarle de mi habitación, pero no debía de hacer eso. Debía de mantener la calma, estar serena, solo para que él se quedara tranquilo. Para que creyera que mañana temprano estaría sentada junto a él en un avión de vuelta a casa.
-Supongo que está bien, no pasa nada. –dije falsamente.
-Yo, yo no quería Alejandra. –hizo una pausa. –Actué mal, fue un impulso, pero tienes que entenderme cielo.
Volví a guardar silencio, no tenía nada que decir, o más bien, no tenía nada que decir, que el debiera escuchar. Me daba igual que me pidiera perdón 20 mil veces, me daba absolutamente igual.
-Papá, no pasa nada en serio. –dije sonriendo ampliamente. –Te quiero, y ahora he visto que tienes razón. Hemos sido unos críos.
-Yo solo quería que vieras eso pequeña, solo eso. –dijo convencido de sí mismo.
-Y ahora lo he hecho papi. –dije de la forma más falsa habida y por haber.
Pero mi padre no se dio cuenta, empezaba a creer que realmente me merecía ese Oscar, o bueno, que mi padre era idiota.
-Te quiero mi pequeña, yo solo quiero protegerte. –sonreí.
-Y eso haces papá.
Se levantó y besó mi frente con ternura.
-Ahora descansa, que mañana tenemos un largo viaje por delante.
Tan solo me limité a asentir, mi padre se alejó y se dirigió hasta la puerta, pero antes de salir volvió a mirarme.
-Espero que esa estrellita no te haya mucho daño eh cielo, porque le partiré la cara.
Sus palabras rebotaron en mi cabeza como una pelota de pin pon. ¿¡Estrellita?! ¡¿Hacerme mucho daño?! No le conocía para nada, Justin no era una “estrellita” yo no soy un capricho para él. Y ¿daño? Él único que me estaba haciendo daño era él, pero en vez de soltarle todo eso, que era lo que quería decirle, me limité a asentir con una mirada de cordero degollado.
-Tranquilo papi, ya me he encargado yo.
Mi padre no dijo más, salió de mi habitación y cerró la puerta.
No sé como se había tomado el “me he encargado”, en fin, él sabrá lo que quiera pensar.

[Narra Justin]
-¿De verdad tío?
...
-Te agradeceré esto toda la vida Usher...
...
-Tú me entiendes, gracias hermano.
...
-Claro que estoy seguro.
...
-No, y espero que no lo sepa nadie.
...
-Por eso te lo cuento a ti.
...
-Sí, sé que es una locura, pero la amo.
...
-Exactamente, lo sé.
...
-Solo con mensaje, ¿no hace falta imprimirlos?
...
-Repítemelo por favor. –dije mientras cogía un Boli y una hoja para apuntar.
...
-Vuelo AL76290M, Asientos de primera clase 123 y 124 ¿no?
...
-¿Cuatro de la mañana?
...
-Vale ya está.
...
-¿Qué?
...
...
-Sí, estoy seguro de que le encantará.
...
-No lo había pensado, tampoco me llamaba mucho la atención, pero si dices que está bien.
...
-Vale, vale, te haré caso.
...
-Serás tú quien tenga que pasar a vernos.
...
-Vale, te echaré de menos hermano.
...
-Te llamaré, sí.
...
-Te quiero.
Colgué.
Eché el móvil en la cama y me quedé mirándolo; este no tardó en volver a sonar, era el mensaje, lo leí una vez más, comprobando que los datos fueran correctos. Al terminar de leerlo lo eché en la mochila que había preparado, asegurándome que no fuera a olvidarlo. Después, decidí darme una ducha, quería estar fresco, y necesitaba despejarme, antes de meterme en el baño, escondí la bolsa debajo de mi cama, por si a mi madre, Valery o quien fuera se le ocurría la idea de hacerme una visita.

El agua caliente deslizaba lentamente por cada milímetro de mi piel, produciéndome una sensación relajante en todo mi cuerpo. Estaba consiguiendo mi objetivo, pero a pesar de ello, no pude evitar pensar en lo que estábamos apunto de hacer, era una locura, sí. Probablemente la mayor de todas, con diferencia, pero no me importaba. Si ella estaba dispuesta a todo, yo lo estaría aún más. De pronto la tranquilidad de mi ducha y el fluir de mis pensamientos se vieron interrumpidas por la voz de mi madre.
-¿Justin?
-¡Estoy en la ducha mamá!
-Está bien, te espero fuera.
No respondí, en vez de eso aceleré mi ducha y dije adiós a mi “chill-out”.
Al salir de la ducha, con la toalla enrollada en el cuerpo como era mi costumbre, mi madre estaba sentada en la cama, esperándome.
-¿Qué ocurre? –pregunté secándome el pelo, me miró atónita.
-Hijo, ¿me preguntas a mí que qué ocurre?
-Sí, qué quieres. –pregunte indiferente, como si no supera de qué me hablara.
-No soy yo el que hace unos minutos ha renunciado a lo que según decía “más amaba en la vida”, así que me pregunto yo qué te ocurre a ti.
-Bah, eso... –los ojos de mi madre se abrieron más.
Yo intentaba permanecer sereno, no podía dejarme llevar los mis verdaderos sentimientos en aquel momento; suspiré y busqué en mi cajón unos calzoncillos, me los puse con aún la tolla en mi cuerpo y después me deshice de ella para colocarme junto a mi madre.
-No es nada, es solo que bueno... Federico tiene razón.
-Justin, ¿realmente crees eso?
¿Qué? Pues claro que no, es obvio que no lo creo, ¿pero que podía decir?
-Sí, es así. –le mentí.
Odio mentir a mi madre, pero no me queda otra opción.
-En ese caso, creo que no tenemos nada de que hablar. –se levantó.
-¿Qué?
-Me has decepcionado hijo, y mucho. Nunca te he educado para que vivieras tu vida a base caprichos, y ahora esto... No me lo esperaba. –no dijo nada más, salió de la habitación en silencio.
¿Qué yo la había decepcionado? No sería en todo caso al revés, ella tampoco había hecho nada, ni tan si quiera me había mostrado su apoyó, si es que me apoyaba. Además como podía pensar que Ale es un capricho...
La frustración y la rabia me invadieron, haciendo que por un segundo perdiera el control y le diera un sonoro puñetazo a la pared.
-¡Joder! –chillé.
Volví a recuperar el control sobre mí mismo, y decidí terminar de vestirme.


                                                              

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