martes, 13 de diciembre de 2011

¿Lo sientes?

[Narra Ale]
Salí del baño, secándome el pelo con una toalla. Busqué a Justin con la mirada por la habitación, pero no le encontré... ¿Dónde se había metido? Volví al baño con la única intención de volver a colocar la toalla en su sitio, y entonces un gran chillido proveniente de la playa envolvió la habitación. Abrí la puerta que daba a la playa y me asomé. Divisé una sombra masculina, larga, a lo pies del mar. Era Justin. Me acerqué a él corriendo, de la manera más rápida posible, y cuando me quise dar cuenta estaba a tan solo tres metros de él.
-¡Justin! –chillé, quedándome así sin aire.
Él se giró lentamente y yo aceleré aún más. Cuando llegué a su lado, su cara estaba descuadrada y unas cuantas lágrimas resbalaban por su cara. Se frotó los ojos ahuyentándolas así. Me quedé de pié frente a él.
-¿Justin?
No contestó, su expresión me preocupaba.
-¿Qué ha pasado cielo? –puse mi mano en su hombro.
Justin se deshizo de esta y se alejó de mí.
-Justin...
-Es Ryan... –dijo al fin.
-¿Qué? ¿Ryan está bien, qué pasa Justin?
-Sí, sí. Ryan está perfectamente. –dijo veloz.
-¿Entonces?
-He hablado con él.
-¿Qué? –pregunté atónita.
Entonces Justin se derrumbo y cayó sentado en la arena haciendo un ovillo con su cuerpo. Me acuclillé a su lado y acaricié su pelo, él levantó la cabeza. Sus ojos estaban llenos de lágrimas.
-Cuéntame... –dije en un susurro.
Justin soltó un sollozo que las olas ahogaron y entonces, habló.
-La cosa está muy mal Ale. –suspiré, era algo que imaginaba que pasaría. –Ryan dice... –hizo una pausa. –Dice que el mundo entero se ha movido. Que mi madre, tu madre, están mal Ale... –una vez más paro. –Dice que no me necesitas.
-Just... –intenté interrumpirle.
-No, dice que soy un puto egoísta. –terminó con otro sollozo.
-Shh... –revolví su pelo.
-Pero eso no es así, ¿verdad? –dijo como el niño pequeño que busca consuelo en su madre.
Me levanté, claro que le necesitaba, y claro que no era un egoísta. Pero no supe que decirle, en general me había quedado paralizada.
Se levantó de un salto y me miró fijamente a los ojos, enfrentándome. Me cogió de un brazo, y me acercó a su cuerpo.
-Es verdad, ¿no? ¡No me necesitas! ¿Verdad que no? –dijo apretando mi brazo, haciéndome daño.
-Justin... –intenté hablar.
-¡Dime la verdad Ale! –chilló y apretó más mi brazo.
-¡Me haces daño Justin! –me deshice de su brazo bruscamente.
Tragó saliva fuertemente, y se acercó a mí, pero yo se lo impedí alejándome de él.
-Ale...
No sé muy bien porqué, pero me dio miedo, ese no era el Justin que yo conocía, parecía estar fuera de control.
Volvió a acercarse a mí, e impulsivamente, volví a alejarme.
-Ale, lo siento. –extendió su mano hacia a mí.
Acerqué mi mano a la suya y él las entrelazó. Me acercó a él y hundió mi cabeza en su pecho.
-Lo siento, no quería hacerte daño.
-Pues lo has hecho. –sollocé.
-Lo siento.
-Justin. –me alejé de su cuerpo y le miré a los ojos. –Yo te amo. –dije pausadamente  y pronunciando con énfasis cada palabra.
-Pero...
-No, escúchame tú a mí Justin.
Miró fijamente mis ojos.
-No tienes ni idea, ¿me entiendes? Ni idea, de lo mucho que te amo, y de lo mucho que te necesito. Eres la razón por la que vivo Justin. –rió.
-Ale, te amo. –puse mi dedo en sus labios para callarlo.
-Pero es verdad que estamos siendo egoístas Justin.
-¿Qué?
-Es la verdad Justin.
-¿Desde cuando amarse es egoísta?
-Desde que por hacerlo, hacemos daño a los que nos rodean Justin. –dije acariciando su cara.
-¿Qué quieres decir con todo esto Ale? –agachó la cabeza.
-Justin, tenemos que volver.
-¿Qué?... –dijo incrédulo.
Después se alejó de mi cuerpo.

[Narra Justin]
Sus palabras se clavaron en mi cabeza como millones de cuchillos afilados rasgando mi piel. No cabía en mi asombro. Tenía que estar tomándome el pelo, ahora no podíamos volver, no... Solo se me ocurría un motivo por el que quisiera volver.
-Ya no me quieres.
Me alejé más aún de ella, estaba haciéndome daño, y no precisamente físico.
-¿Cómo no voy a quererte Just?
-Quieres que volvamos. ¿Por qué quieres volver?
-Porque estamos haciendo daño a los demás Justin. ¿No lo ves?
-Pero Ale... ¿Qué más dan los demás teniéndonos el uno al otro?
-Justin... no podemos. Esto está mal... No podemos desaparecer del mundo así como así, bueno, no tú.
-¡Pero aceptaste! Te pregunté si estabas segura, y dijiste que sí... Y ahora...
-Ahora, me doy cuenta de que hemos sido unos niñatos Just...
-¿A caso esto te parece un juego? ¿Piensas igual que tu padre Ale?
Ya no solo estaba confundido, también estaba enfadado.
-Justin, yo... No... –dijo acercándose a mí.
-¡Eres una mentirosa Ale! –la señalé con el dedo, acusándola.
-¿Qué?
-¡Sí! Nunca me has querido, ¿verdad que no? ¡Nunca! –me acerqué a ella amenazante.
-¿Justin qué dices? Yo te amo.
-¡No, no me mientas más! –la cogí por los hombros y la sacudí.
La miré a los ojos, había comenzado a llorar, aunque no supe muy bien por qué.
-¡Estás loco Justin! –de nuevo se deshizo de mis brazos, pero esta vez con más fuerza. -¡Yo te amo imbécil! –se alejó de mí. –Pero también amo a mis padres.
Analicé meticulosamente cada una de sus palabras. Por favor... ¿Qué cojones estaba haciendo? No tenía control de mí mismo, de mis actos... Había perdido totalmente el manejo de mis sentimientos, la rabia y la frustración se habían apoderado de mí.
-Ale...
-¿¡Lo sientes Justin!? ¿¡Es qué lo sientes!?
-Ale, yo...
-¡¡Porque yo sí que lo siento!! –entonces salió corriendo.
Agradecí al cielo la velocidad de actuación que tengo y la velocidad que me fue concedida, porque en menos de dos segundos la había alcanzado.
Intenté coger su mano pero me la arrebató, corrí algo más deprisa, lo justo para tirarla contra la arena.
-Lo siento. –después la abracé.
-¡Déjame en paz Justin! –una vez más, se deshizo de mis brazos.
La miré atónito y ella se levantó, sacudiéndose la arena de encima.
-¡¿Qué quieres Justin?! Porque no te entiendo... –se alejo de mí.
-¡No quiero perderte jamás Ale! –chillé, cogí su brazo y la arrastré hasta mí hundiéndola en mi cuerpo. 

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