domingo, 4 de diciembre de 2011

La persona más feliz del mundo.

[Narra Ale]
··· Observo la magnífica habitación con la boca abierta. Dejo caer la bolsa de mano que lleva conmigo casi 18 horas y comienzo a dar paso inseguros por el cuarto. Justin me sigue, me giró para mirar su expresión de satisfacción y orgullo.
Todo es tan... tan perfecto. Las sábanas de color azul turquesa, blancas y doradas de la cama, que se encuentra justo en medio de la habitación, combinan armoniosamente con las paredes chocolate de esta; al igual que con las blancas y translucidas cortinas, que justo en frente de la cama, cubren unas enormes puertas de cristal que al abrir dan a una piscina rectangular exclusiva de la habitación. Al ver esto mi boca se abre más, vuelvo a girarme buscando la cara de Justin, en ella hay dibujada una enorme sonrisa. Pero aún no digo nada, sigo andando. Voy hasta el baño, que no es menos impresionante. Ducha, bañera, abierto de par en par a la habitación, y al fondo una puerta que da hacia la playa.
Es simplemente alucinante. No quepo dentro de mi asombro.
-¿Qué te parece?
Me giro despacio hasta encontrarme con su cara.
-¡Es impresionante, genial, me encanta!
Ríe, y yo me tiro a sus brazos.
-Me alegro de que te guste. –susurra contra mi oído.
-Más que eso. –digo contra su oído igualmente.
Me separó de el y beso su mejilla.
-Te amo. –pronuncio pausadamente.
-Te amo. –responde.
Se acerca a mí y pega su cuerpo contra el mío, acaricia mi rostro suavemente.
-Eres preciosa.
Río nerviosa, no sé porque lo estoy. Pero lo estoy.
-Te amo. –repito esta vez contra el filo de su boca.
-Lo sé... –dice quedo.
Se acerca más, vacila, y entonces funde nuestros labios en un beso que empieza como tierno, pero poco a poco se va tornado a otro más apasionado, fogoso.
Y en ese momento me doy cuenta del motivo de mi nerviosismo. Estamos solo, juntos, en el culo del mundo, somos adolescentes y nos deseamos mutuamente. Mi miedo es obvio. Quiero que pase, es la situación perfecta, pero no puedo evitar tener miedo ahora. Ahora que de verdad veo que va a ocurrir. ···

[Narra Justin]
··· Mi lengua baila con la suya en un baile de gala. Se mueven al compás, compenetradas. Comienzo a entusiasmarme más, sé que va a pasar, tiene que pasar. Es el momento, no hay nada en nuestra contra. Hoy los planetas se han alineado y el sol que ha salido ya, nos suplica que lo hagamos cegándonos con sus primeros rayos mañaneros. La elevó por los aires y ella ríe contra mi boca. Suspiro. La amo; y ver su sonrisa contra mis labios me hace darme cuenta de lo mucho que lo hago.
La llevó hasta la cama, y ahí la tumbo con suavidad, casi colocándola. Su ligero peso me lo permite. Me tumbo yo también, colocándome sobre ella. Suspira y yo río. He comenzado a ponerme nervioso, me estoy dando cuenta de lo que va a ocurrir. Es justo lo que quiero, y lo que supongo que ella quiere también. Pero ahora, es tan real. Ahora va a pasar. Tengo que relajarme. Mientras este con ella saldrá bien.
Acaricio su pelo con ternura, bajo por su espalda y ahí dejo mis manos. Ella imita mis movimientos. Al parecer, de pronto, a los dos nos da miedo dar el primer paso, pero alguno tiene que hacerlo. Y creo que voy a ser yo, ¿Por qué  no? Bajo más mis manos, llego a su trasero y lo aprieto un poco haciendo que su cuerpo se junte más a mío si es posible. Empiezo a bajar mi boca por su cuello, proporcionándole a este pequeños besitos que erizan su piel. Ella ignora mi trasero y pasa directamente hasta mi torso. Cuela sus manos en el diminuto hueco que hay entre nuestros cuerpos e introduce sus manos el interior de la camiseta. Acaricia mis abdominales, sus manos están frías y mi cuerpo caliente. Eso me excita. Mi miembro ha comenzado a crecer bajo mis pantalones y ella lo nota. Suspira ante el contacto de este con su feminidad. A pesar de estar completamente vestidos, nuestros roces y besos nos han excitado ya bastante.
Necesito hacerlo, necesito hacerlo ya. Su cuerpo, sus caricias, su boca, ella en sí me provoca más y más deseos de que ocurra. Necesito sentirla mía, mía  en todo el sentido de la palabra. Necesito sentirme dentro de ella, y necesito hacerlo ya.
Dejo de besar su cuello para comenzar a desnudarla, despacio, sin prisa. Me apetece verla entera desnuda, pero no por ello tengo que estropear este perfecto momento, y tampoco quiero que de pronto, por un casual se sienta incómoda.
Quito su camiseta con ternura, y ella hace lo mismo con la mía, reímos ante nuestro gesto idéntico y volvemos a los labios del otro. Comienzo a acariciar sus pechos, siempre me han encantado. Son perfectos, como toda ella. Nos son enormes, pero tampoco excesivamente pequeños. Tienen el tamaño perfecto, en definitiva están hechos para ella. En sí misma no hay nada de su cuerpo que desentoné, todo esta meticulosamente elaborado.
Esta vez es ella quien baja su boca a mi cuello, dando dulces besos por este, erizando mi piel, que ahora arde. Sin poder contenerme más, bajo mi mano hasta su entrepierna. Ahí empiezo a acariciarla y ella a soltar ligeros gemidos por esa perfecta boca que se encuentra pegada a mi cuello, esto me excita aún más. Mi miembro crece más y más; al estar mi mano entre este y su sexo, soy quien nota como crece, pero, quiero que sea ella quien lo haga. Así que aparto mi mano y la llevo hasta sus pechos a su vez que vuelvo a pegar mis labios con los suyos. Inmediatamente Ale nota mi erección creciente por segundos. Ríe nerviosa en el interior de mi boca, produciéndome cosquillas. Me separo, la miro con ternura y ella se sonroja. Sin pensármelo, bajo hasta sus vaqueros y comienzo a desabrocharlos. Ella repite la operación con los míos y cada uno se deshace de sus respectivos pantalones.
Ahora estamos semidesnudos, besándonos tiernamente, pero a la vez con pasión, no sé muy bien como se explica eso. Solo sé que es así. Pero necesito más, no es solo mi cuerpo quien me lo pide, mi corazón también lo hace. Llevo mis manos hasta su espalda y las dejo en el broche de su sujetador, quiero desabrocharlo, pero temo su reacción, no quiero que se sienta presionada. Vacilo con el, cuelo uno de mis dedos en el interior y lo saco, ella ríe.
-Hazlo. –dicen convencida mientras mira mis ojos.
La obedezco, con maña abro el broche de su sujetador, después llevo mis manos hasta sus hombros y con delicadeza bajo los tirantes. Me alejo un poco para poder ver mejor su cara, y entonces lo hago. Me deshago de su precioso sujetador negro de encaje que antes cubría su pecho y ahora lo ha dejado libre. Lo dejo caer junto a la cama, los miro, ella se sonroja. Son perfectos, justo como me imaginaba que serían desnudos. Vuelvo a besar sus labios, bajo por cu cuello y finalmente me encuentro besando sus redondos y firmes pechos, que me han hecho arder. ···

[Narra Ale]
··· Siento su intensos besos sobre la tersa piel de mis pechos. Me siento tan a gusto, en un principio temí como sería estar desnuda frente a él, pero ahora no me importa. Parece gustarle, en realidad siempre lo he sabido, pero adoro que me lo demuestre.
Poco a poco sus labios van bajando hasta llegar a mi torso, alza la cabeza buscando mi mirada, sonríe y yo hago lo mismo. Mis nervios se han esfumado, ahora mismo lo único que deseo, lo único que necesito es sentirme suya, tenerle dentro de mí.
Sigue trazando con su boca una línea de besos que llegan hasta mi ombligo, allí se detiene. Me mira divertido, río pícara. Pero no me complace, aún no. Pero no me importa, no tengo prisa por que suceda. Sube su cuerpo hasta juntar una vez más nuestros labios. Introduce su lengua en mi boca, juega con la mía. Su mano derecha se ha posado sobre mi pecho, lo acaricia. Su mano izquierda ha bajado hasta mis bragas. Juega con ellas, separa el elástico de mi piel y lo suelta, hace ademán de bajarlas pero no lo hace.
Finalmente me decido a hacerlo yo, quiero sentirle desnudo sobre mi cuerpo. Totalmente desnudo. Bajo mi mano, firme, hasta su entrepierna y ahí me encuentro con su miembro, llevo notando en todo momento como crecía, pero no me había imaginado que lo hubiera hecho tanto. Lo acaricio por encima de la tela de sus boxers negros. Un gemido entrecortado por mi boca sale de la suya. Río inevitablemente contra esta.
Se separa, me mira con deseo. Los dos sabemos que va a ocurrir, ambos queremos que pase ya, también lo sabemos. Pero por nada del mundo estropearía este momento. Está siendo especial.
Aún no he introducido mi mano en sus boxers, me gusta provocarle, como hace él conmigo. Y sé que a él también le gusta este juego. Su miembro sigue creciendo bajo mi mano, y eso me excita a la vez que me tienta, me tienta a desnudarlo a entero; a comprobar en totalidad su perfección. Y no puedo más quiero hacerlo, así que con cuidado y despacio comienzo a bajar sus boxers. Justin se separa de mi boca para dirigir su mirada hasta mi mano, busco sus ojos, y al encontrarlos, de pronto no veo más que miedo en ellos. Pero eso no me detiene; bajo sus calzoncillos hasta sus muslos, haciendo que su miembro recto quede fuera. Lo miro, su tamaño en principio me abruma, pero un segundo después me excita. Alzo la cabeza. Él también lo mira, parece avergonzado, pero no lo entiendo. Es perfecto, enteramente perfecto. Llevo mi mano hasta su barbilla y la elevo con facilidad.
-¿Cielo? –mira mis ojos fijamente. -¿Estás bien?
-Mejor que nunca. –contesta.
Sin darme tiempo a proferir una palabra más, se lanza a mis labios y los atrapa en un dulce beso. No me hace falta mirar sus ojos para ver que el miedo ha desaparecido, este ha sido ha sustituido por el frenesí y la pasión, lo noto en sus besos que me excitan cada vez más al igual que notar su miembro grande sobre mi sexo que aún es cubierto por la fina tela de mis braguitas.

[Narra Justin]
··· Me deshago con facilidad de mis calzoncillos y los dejo caer junto a la cama. Mi miembro pulsa contra su feminidad haciendo que ella se excite más. Y entonces veo que es el momento, no lo era antes, pero tampoco lo será después. Bajo mi mano hasta sus braguitas, tiro de su elástico, vacilante como antes, pero esta vez comienzo a deslizarlas hacia abajo por su suave piel. Ella se separa de mis labios y me mira con una sonrisa en la cara. Esto me anima a seguir y finalmente me deshago de ellas.
Mi cuerpo desnudo sobre ella. Su cuerpo desnudo bajo el mío. No hay situación más perfecta. Es el momento.
Bajo mi mano con cuidado por sus pechos, los recorro, después su cintura, continuo mi recorrido hasta encontrarme con su feminidad, paso mi mano, acariciándola, ella gime. Sigo por sus piernas. Intento aprender de memoria cada una de sus curvas, cada rasgo físico de su anatomía. Mis manos vuelven arriba, hasta su cara. Me separo de ella y la miro a los ojos, sonríe tímida, yo río. Acaricio con la yema de mis dedos los rasgos de su cara. Ríe nerviosa. Pone su mano derecha sobre mis labios, los abre ligeramente, recorre mi barbilla y llega has mi cuello. Ahí comienza hacer disimulados circulitos sobre mi piel mientras yo sigo acariciando sus rasgos faciales.
-Justin... –suspira.
-Ale... –digo con ternura.
-Hazlo.
No digo nada, sé a lo que se refiere, pero el miedo ha vuelto a apoderarse de mí.
-Hazme el amor Justin. –dice casi suplicante.
Sus palabras retiran mi miedo. Estoy decidido, ambos lo estamos.
Apoyo mis manos junto a sus hombros, elevo todo el peso de mi cuerpo, separándolo unos centímetros así del suyo. Y entonces, cuidadosamente, despacio, con ternura, como si fuera de cristal y pudiese romperse en mil pedazos debajo de mí, entro en ella.
Un gemido ahogado sale de su boca, y un suspiro sin permiso sale de la mía. Una extraña sensación recorre mi cuerpo de pies a cabeza, el mayor placer que he sentido en toda mi vida, es como volar. Mi miembro ahora pulsa dentro de ella, y otra sensación no tan agradable me recorre este, como escozor, pero a pesar de ello no salga de su interior. Instintivamente cierro los ojos un segundo. Al abrirlos busco los suyos. Me mira fijamente, sus ojos brillan, pero no solo por el deseo, lágrimas asoman en ellos. Intento separarme de ella pensando que la estoy haciendo daño. Pero Ale me lo impide.
-No... –dice firme. –Sigue.
-Pero, te hago daño.
-No, no lo estás haciendo. –hace una pausa. –Me estás haciendo la persona más feliz del mundo Justin.
La realidad de sus palabras me abruma.
-Te amo. –digo acercándome a su oído.
Beso su mejilla y después sus labios. Tras esto, comienzo a moverme lentamente sobre ella, mientras su lengua baila con la mía en el interior de nuestras bocas.
Mi cuerpo se mueve despacio sobre el de ella, no quiero hacerle daño, el escozor ha desaparecido, ya solo queda lo otro, que se intensifica a cada vaivén de mi cadera. Ella ha comenzado a gemir algo más fuerte y eso me está excitando más y más. Creo que estoy apunto de tocar el cielo, sino es que lo estoy haciendo ya. Mi velocidad aumenta y a ella le gusta. Bufa y gemidos mezclados con suspiros salen de mi boca. De pronto siento que mis ojos se han humedecido también. ¿Estoy llorando? Sí, lo estoy haciendo. Pero no me avergüenzo, mis  lágrimas, al igual que las suyas son de felicidad.
Sigo con el movimiento de vaivén que a ambos nos produce tanto placer sigo sin parar un segundo, a un ritmo considerablemente lento. Y justo en ese instante, siento como voy a hacerlo. Como estoy apunto de llegar al clímax, al orgasmo. No hay nada que pueda detenerme ahora. Casi instintivamente mis caderas apresuran el vaivén, ella gime, al igual que yo. Aprieto las sábanas, llevo mi mano hasta su pelo, enredo ahí mi mano, suspiro, y entonces, entonces no puedo más. Llego al orgasmo, siento como mis fluidos corporales salen de mi miembro recorriendo todo su interior. Parece que ella lo siente también, porque  un instante después, puedo sentir como un orgasmo recorre en su totalidad su cuerpo entero. Araña mi espalda ligeramente y un fuerte suspiro, diría casi chillido sale de su boca.
Separo mi cara de la suya, la miro, nuestros ojos brillan. Acaricio su cara.
-Justin... –dice fatigada.
-Te amo Ale.
Después, salgo de ella y dejo caer mi cuerpo cansado junto al suyo. Ale se pega a este y acomoda su cabeza en mi pecho, seguidamente, ambos cerramos los ojos. 

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