sábado, 12 de noviembre de 2011

50. Revista.

Permanecimos unos minutos tumbados, sin decir nada, tan solo abrazados. Hasta que se separó de mí y me miró.
-Vamos, que como llegue tu padre me muero.
Reí pausadamente.
-Está bien.
Se incorporó y se levantó de la cama, se dirigió hacia la puerta.
-¿Dónde vas?
-Al baño. –contestó obvia.
-Usa el de mi padre. –lo señalé con pereza.
Sonrió, la observé encaminarse hacia el baño, estaba en ropa interior, sus curvas marcadas se movían con naturalidad y su pelo alborotado la hacía parecer inocente no sé muy bien por qué. Entonces me percaté de que su brazo derecho lo separaba algo más de su cuerpo, y caí. Caí en su prisa y en su necesidad de ir al baño. Me sentí incómodo.
-¿Te he manchado? –pregunté avergonzado.
Escuché como el agua corría y una pequeña risa.
-Lo siento. –seguí.
El sonido del agua paró, y ella se asomó por la puerta, una sonrisa iluminaba su cara.
-No pasa nada tonto.
Le dediqué una sonrisa torcida, me incorporé y ella volvió a meterse en el baño. Me levanté de la cama. Cogí mi ropa y la suya, y me dirigí a la puerta.
-Te espero en la habitación. –dije.
-¡Vale!
Después salí y me metí corriendo en la habitación.

[Narra Ale]
Había sido simplemente genial. Más que eso. Aunque me había jodido tener que ponerle unos límites, aunque a él no pareció molestarle. Creo que sabía lo que quería, a por lo que iba esa noche. Daba la impresión de eso.
Mojé mi cara una vez más antes del salir del baño de Jeremy y Alice, me coloqué el pelo y finalmente salí. Inspeccioné la habitación comprobando que todo estuviera tal y como lo habíamos encontrado. Una vez que estuve segura, apagué la luz y cerré la puerta con cautela. Me metí directa a la habitación, dónde Justin estaba doblando mi ropa. Le mire divertida.
-¿Qué haces? –pregunté cerrando la puerta.
-Colocar esto. –dijo concentrado.
Reí, era divertido contemplar esa escena. Él con ese chándal viejo que usaba para dormir, el pelo un poco agitado y mi ropa en las manos, doblándola meticulosamente.
-No hace falta que lo hagas Just. –dije.
-Si me da... espera. –dejo lo que estaba haciendo y me miró atentó.
-¿Qué pasa? –pregunté curiosa.
-¿Me has llamado Just? –dijo ladeando la cabeza.
-Jajajaja, sí. ¿Te molesta?
-No, no. –dejó la ropa sobre mi maleta. –Me gusta. –se rascó la nuca. –Solo que, nunca antes lo habías hecho.
-Bueno, pues hoy me apetecía hacerlo. –dije segura.
-Ah, bueno... –después sonrió.
-Sácame el pijama anda. –dije acercándome.
Sonrió más ampliamente, abrió mi maleta, sacó el pijama azul que yo había metido y me lo dio. Me apresuré a ponérmelo. Y es que aunque hace unos minutos estaba perfectamente tal y como estaba, ya no tenía el cuerpo para soportar la temperatura que había en toda la casa.
-Qué frío hace. –dije tiritando y abrazándome a mí misma.
Se acercó a mí y me abrazó. Acarició mi espalda y yo me hundí en su pecho. Besó mi mejilla sonoramente produciendo un hormigueo en esta. Yo reí ante ello.
-Anda, vamos a dormir. –dije buscando sus ojos.
Se separó.
-¿Qué cama quieres? –preguntó.
-Me da igual. –dije haciéndome la indiferente.
Claro que no me daba igual. Yo sabía que cama quería, y él también lo supo.
-Anda. –me dio una palmada en el culo.
-Eh. –me quejé.
-Jajaja. Buenas noches. –dijo abriendo la “cama” y metiéndose en ella.
Sonreí triunfante. Abrí la cama, y me metí en ella imitándole. Me tapé con el edredón hasta arriba, cubriéndome bien de la fría noche.
-Apaga la luz.
Yo no dije nada, tan solo saqué el brazo para apagarla.
-Buenas noches Ale.
-Buenas noches Justin. –contesté en un hilo de voz.
-Te quiero Ale.
-Y yo a ti Just.
Ninguno de los dijimos nada más, no hacía falta. Cerré mis ojos y dejé que el sueño me inundara poco a poco hasta quedarme profundamente dormida.

-¡Venga chicos! –dijo la voz de Jeremy tras abrir la puerta.
Me incorporé sobresaltada y miré a Jeremy. Me  sonrió.
-¿Qué hora es? –pregunté.
-Las 9:00 de la mañana.
Bufé y me lleve la mano a la cara, Jeremy rió.
-Venga Ale, bajad a desayunar, que hoy vamos a ir a ver la ciudad. –dijo entusiasmado.
Sonreí.
-Está bien. Yo despierto a Justin.
Jeremy no dijo nada más, salió de la habitación dejando la puerta abierta.
Salí de la cama aún cansada y me acerqué a Justin.
-Just, Just... –sacudí su hombro, se quejó. –Vamos levántate.
Se giró, abrió los ojos y me miró detenidamente, bostezó.
-Buenos días. –dijo finalmente.
-Buenos días. –
-¿Qué pasa, qué quieres?
Reí.
-Vamos a desayunar, anda.
-Buf... pero si es muy temprano.
-Las 9:00.
-Lo ves, anda. Vuelve a la cama. –se cubrió con la sábana y se giró.
Le quité la sábana de la cabeza y volvió a quejarse.
-¡Vamos Just, pareces un niño pequeño!
Entonces se incorporó veloz y me fulminó con la mirada.
-Es que estoy cansado sabes. –dijo molesto.
Reí.
-No te piques hombre.
-Anda, vamos. –Se levantó y salió de la habitación, yo le seguí.


Al terminar de desayunar subimos a cambiarnos. Justin se metió en la ducha de su padre y yo en el baño compartido. No me molesté en pensar mucho, tan solo iríamos a conocer la ciudad, así que saque unos pantalones vaqueros claros, una camiseta morada cualquiera y mis Convers moradas bajas. Y al igual que ayer me ricé el pelo. Al terminar fui a la habitación, donde Justin me esperaba ya listo y viciado al móvil. Le miré de arriba abajo, pantalones blancos y camiseta roja, sencillo, pero guapísimo; como siempre.
-¿Qué haces?
-Twitter. –se limitó a contestar.
-Eres un viciado. –dije mirándole interesada.
Alzó la vista hasta mí.
-Bueno, es lo que tiene tener más de 14 millones de seguidores, que requieren mis tweets. –después volvió la vista a la pantalla.
Le miré divertida.
-Anda, vamos.
Salí de la habitación y Justin me siguió.
Al bajar abajo Jeremy nos esperaba en el salón.
-¿Y Alice? –preguntó Justin.
-Ah, se ha ido con su madre a pasar el día.
-¿Y los niños?
-Se los ha llevado con ella. –contestó obvio.
Jeremy se levantó, cogió las llaves del coche de la mesilla de centro y se acercó a nosotros.
-¿Nos vamos?
-Vamos. –contesté.
Jeremy salió y nosotros le seguimos. Montamos en le coche, Just a su lado de copiloto y yo me resigne a ir detrás.

[Narra Justin]
Nos recorrimos la ciudad de pe a pa. La verdad es que nos lo pasamos bien, a Ale la había encantado, y eso me gustaba. Me gustaba que le fascinara mi ciudad natal. Aunque había sido una pena no poder quedarnos demasiado tiempo en cada sitio, no solo porque si no nos daría tiempo, sino porque no podíamos, bueno, corrijo: no podía llamar la atención. Al llegar a casa era bastante tarde, por lo que una noche más Ale y yo permanecimos en casa. Tampoco nos importó y es que estábamos demasiado cansados. Así que nada más llegar, nos cambiamos y nos metimos a la cama.
Al día siguiente tampoco pudimos salir ella y yo, ya que Jazzy insistió en que fuéramos con ellos al Zoo, a mí no me apetecía, pero a Ale si que parecía hacerlo. Y también parecía que le costara decirle que “no” a Jazzy. Así que allí fuimos, los cinco a pasar el día al Zoo.
El viernes Jazzy se fue a la fiesta de cumpleaños de una vecina, y Alice la acompañó, mi padre nos dijo que se quedaría en casa con Jaxon, por lo que eso nos permitía a nosotros salir.
A las 12:00 yo ya estaba despierto, por lo que me arreglé antes de comer, habíamos quedado con Ryan y Chaz a las 5:00. Así que cuando Ale se despertó casi a la 2:00, comimos y me tocó esperar a que se arreglara, nunca me ha importado esperar a que se arregle, siempre vale la pena. Por fin, a las 4:30 salió del baño, la miré de arriba abajo, perfecta. Unos pitillos ajustados, una camiseta negra, que imaginé que eres de tirantes, y una camisa de cuadros que había atado por encima de su cintura, y unas manoletinas negras y una vez más se había vuelto a rizar el pelo. Estaba realmente bonita, yo en cambio me había puesto unos pantalones cualesquiera, negros y una camiseta de los Warriors azul con mis supra negras, nada en especial.
Entró a la habitación, cogió su móvil de encima del escritorio y lo metió en su bolsillo.
-¿Nos vamos?
-Claro. –me levanté de la cama, y la seguí mientras salía de la habitación.
Al bajar nos despedimos de mi padre que veía el hockey en la tele, salimos de casa y nos dirigimos hacia el sitió donde habíamos quedado con Ryan y Chaz. No tardamos mucho, al llegar ambos saludaron a Ale con un beso.
-Vamos tío. –dijo Ryan. –Hemos quedado con Caitlin y Chris.
-Ah, genial. ¿Dónde? –pregunté.
-En el centro comercial.
-Vamos a ir a dar una vuelta. –continuó Chaz.
-¿Me estáis vacilando? –pregunté.
Le miré seriamente.
-Oh, vamos tío. No pasará nada. –dijo Chaz.
-Eso espero. –murmuré.
Me acerqué a Ale y la cogí de la cintura. Lo único que me apetecía era estar con ella, no sabía muy bien porque había quedado con ellos.
Empezamos a andar en dirección al centro comercial, que no estaba muy lejos. Durante el camino Chaz y Ryan estuvieron haciendo el tonto, y yo andaba junto Ale, que le reía las gracias a esos dos. Al llegar Chris y Cait nos esperaban en la entrada. Nos acercamos a ellos. Chris me saludo como siempre, de esa manera única que teníamos él y yo.
-Que mayor te veo ya, eh. –dije.
-Jajaj, y que bien te veo yo a ti, cabronazo. –dijo mirando a Ale.
Ale sonrió tímida.
-Soy Ale.
-Christian, pero llámame Chris.
Se acercaron y besaron sus mejillas. Después Caitlin intervino.
-¡Justin! –se tiró a mis brazos.
Yo correspondí a su abrazo lleno de euforia igual.
-Te he echado de menos. –le dije.
-Y yo a ti, muchísimo, Biebs.
Reímos. Después besamos nuestras mejillas cariñosamente. Ale tosió justo en ese momento, haciendo que Cait y yo la mirásemos. Sonreía ampliamente.
-Yo soy Ale.
-Y yo Caitlin. –se acercó a ella y besó su mejilla.
Al separarse, Ale la miró de arriba abajo, inspeccionándola.
-Bueno, vamos, ¿no? –dijo Chaz.
-Sí, vamos. –dijo Ale adelantándose a mí.
Entramos en el centro comercial, y en ese momento nos dividimos en tres grupos, encabezándolo iban Chris y Chaz, hablando tranquilamente y riendo, en el medio, Ale y Ryan y detrás de ellos Cait y yo.
Estuvimos hablando de todo un poco, de ella, de mí, de Ale, y de un rollo raro que se traía con Ryan. No entendía como Cait y Ryan podían traerse eso, cuando me lo contó me quedé boquiabierto, pero tampoco entendía como es que Ryan no me había contado nada.
-No me lo creo... Tú y Ryan... ¿Qué le ha pasado al mundo? –dije elevando algo la voz.
Caitlin me dio un puñetazo.
-¡Cállate!
Ryan echó la vista atrás. Y Caitlin y yo sonreímos.
-No puede ser... él no me ha contado nada.
-Le pedí que no lo hiciera.
-¿Qué, por qué?
-Porque quería contártelo yo, Just.
Sonreí.
-Sabes que no pasa nada.
-Lo sé. –sonrió. –Pero, no estaba segura de cómo reaccionarias.
-¿Qué?
-Olvídalo.
-No, no. –insistí.
-Que no Justin, da igual.
-Ya lo has dicho. Ahora termina. –dije decidido.
-Pues que no sé, él es tu mejor amigo y...
-Y tú mi mejor amiga. –la interrumpí.
-Pero fui algo más.
No dije nada, no es que no lo recordara, solo que bueno, para mí, aunque había sido algo muy intenso, no significó lo que significa Ale.
-El caso es Just, que prefería contártelo yo, ¿vale?
-Claro. –no me lo pensé si quiera y la abracé.
Sí, nos paramos a mitad del camino y la junte a mí en un abrazo. Esta vez no solo fue Ryan quien se giró para mirarnos, Ale también lo hizo. Cait y yo nos separamos.
-Sigamos, anda. –me dijo.
Continuamos andando a la vez que hablábamos. Hasta que un rato después llamaron nuestra atención.
-Eh, chicos. ¿Vamos al Starbucks? –preguntó Chris.
-Claro. –contestamos a la vez.
Nos metimos en el Starbucks que  había justo frente a nosotros y Ryan y Ale que llevaban un buen rato hablando, decidieron ir a pedir, imaginé que para seguir con su conversación. Chris, Chas, Caitlin y yo, buscamos una mesa en el piso de arriba y nos acomodamos. Junto a la mesa donde nos habíamos sentado había un revistero, con eso mismo, revistas.
-Pásame una Just. –me dijo Cait.
-¿En serio Caitlin? –pregunté.
-Sí, vamos. –hizo un gesto con la mano en señal de que se la diera.
Me giré hacia el revistero y sin tan si quiera mirar el título de la revista se la dí. Ella la abrió entusiasmada y comenzó a leer concentrada. La miré una vez más, da gusto ver que hay cosas que nunca cambian, sonreí para mis adentros y miré a Chris y a Chaz que seguían hablando. Me aburría, así que decidí ir al baño.
-Ahora vengo. –dije levantándome.
Chris y Chaz me miraron y se limitaron a asentir, Cait ni levantó la mirada, estaba absorta con su dichosa revista. Me metí en el baño, hice lo que tenía que hacer, no por necesidad, tan solo por aburrimiento, me lavé las manos, y volví a salir. Observé la mesa donde estaban ellos, ahora los tres miraban la revista, y comentaban por lo bajo la situación, ¿qué cojones pasaba? Me apresuré a la mesa.
-No creo que ninguno lo sepa. –dijo Cait.
Chris le dio un codazo, como si le avisara de que estaba frente a ellos. Cait me miró.
-¿Qué es lo que pasa?
-No te va a gustar tío. –dijo Chaz.
-Venga ya... Vamos, ¿qué ocurre?
-Enséñaselo Cait. –dijo Chris.
Cait los miró preocupada, y después me miró a mí. Dudo, y por fin, me tendió la revista.
La cogí con miedo, y leí el titular: “BIEBER ESTRENA NUEVA CHICA” Mis ojos se abrieron como platos, debajo de este titular se presentaba un artículo con varias fotos adjuntas a este, fotos de la fiesta de noche vieja. Pero hubo una sobre todo que llamó mi atención, en el jardín, en medió de la pista de baile, cogidos y besándonos. La foto estaba aumentada lo suficiente para que pudiera contemplarse la unión de nuestros labios. Me quedé alucinado. Solté enfadado la revista sobre la mesa, los tres me miraron atentos.
-¡Que asco de gentuza, joder! –chillé.
Chris, Cait y Chas cambiaron su cara de pronto.
-¿Qué pasa? –preguntó Ryan.
-¿Quién da asco? –dijo Ale.
Me giré lentamente hasta encontrarme con ellos, que sostenían cada uno una bandeja con tres frapuccinos respectivamente. No supe que decir, era incapaz de decir nada.


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